De Boxford a Noheda. Mosaicos e iconografía mítica

[La imagen de cabecera, como las que siguen del mosaico británico, proceden de https://the-past.com/feature/new-thoughts-on-the-boxford-triumphs-of-pelops-and-bellerophon-mosaic/]

Poco antes de que nos “encerraran”, mientras volvía de un congreso, compré en el aeropuerto de Dublín el nº 357 de Current Archaeology, Decembre 2019. La portada resultaba irresistible “Myths and monsters. The Boxford mosaic revealed”. En sus páginas 18-27 Anthony Beeson daba cuenta de la excepcionalidad de este hallazgo, que empezó a ser descubierto en 2017.

De dos en dos, del 17 al 19 y ahora al 21, año en que el mismo autor ha publicado una revisión de sus conclusiones, dos años han transcurrido hasta redactar estas breves líneas, cuyo objeto es llamar la atención sobre un mosaico extraordinario por muchas razones.

No es ya que contenga elementos únicos en el arte romano británico, como los telamones en trampantojo, finamente explicados en la nueva publicación, o el episodio de Heracles matando a un centauro, único en el arte romano-británico. Lo más llamativo son las sutiles conexiones que rigen las escenas. Revelan un alto grado de sofisticación que lleva a Beeson a pensar en manuscritos iluminados, en la posesión de un códice que contuviera las distintas historias y sirviera de base al diseño.

Los episodios, además, contienen diversas claves. Por ejemplo, un tema que se popularizó mucho en Britania, Belerofontes sobre Pegaso dando muerte a la Quimera, que, según indica Beeson, se transformará en el tema de San Jorge y el dragón; está abierto a la interpretación del triunfo del bien sobre el mal, de ahí la posible asociación con el señor de la casa; incluso en la revisión de 2021 insiste más en la reelaboración cristiana. Pero también sería válida una lectura alegórica del episodio en relación con las estaciones: Pegaso, el sol que vence a la Quimera – invierno.

Pegaso no es el único caballo, también aparece el otro hijo de Posidón, Arión. Encarnan ambos una faceta aristocrática, desde luego, en relación con las características del yacimiento, según apunta Beeson, acaso “some kind of hunting lodge or stud”. Quizás no sea preciso recurrir a esa hipótesis. Recordemos la escena principal de Puras, cerca de Olmedo: ¿Pegaso? ¿El semental favorito del dueño de la villa? Acaso ambos.

En el mosaico de Boxford Pegaso y Arión conviven con otros caballos, los que procuran la victoria a Pélope y, por consiguiente, la mano de Hipodamia. Mito clave para el origen de los Juegos Olímpicos, boda dichosa que ha de corresponderse con la inscripción conservada en el mosaico en la que se desea felicidad a Caepio y su esposa Fortunata. Roger Tomlin, citado por Beeson (2019), ha avanzado que quizás la obra musivaria fuera un presente de bodas por parte de los padres de la novia.

Si el novio mítico, Pélope, consiguió la mano de la joven fue por contar con la ayuda de Posidón. Ése es el lazo de unión con las otras escenas. Véamoslo de forma un poco detallada.

Con Heracles vencedor del centauro, porque su madre, Alcmena, desciende de Pélope, bien se la considere su nieta, así en Beeson (2021), que sigue a Eurípides, Heraclidas 210-211, bien –y ésta sería otra posibilidad– su bisnieta, si hacemos caso del Pseudo-Apolodoro, Biblioteca II, 4, 5. Es más, si nos fijamos en ese pasaje, vemos que la madre que se atribuye a Alcmena, Anaxo, es hija de Alceo y Astidamía, y ésta hija de Pélope, al menos, según algunos. ¿Qué interés tiene esto? Pues que en ese caso, ya que Alceo y Astidamía además de a Anaxo engendran a Anfitrión, también por parte de su padre putativo Heracles estaría ligado a la familia de los Pelópidas.

Y tan sólo he tirado de uno de los hilos reseñados por Beeson para el episodio de Heracles y el centauro, mitad hombre, mitad caballo, huelga decirlo.

Otro punto llamativo es la evocación que puede presuponerse entre la presencia de un cántaro de vino (οἶνος) en el borde exterior de la escena y la etimología del nombre del rey Enómao (Οἰνόμαος). Según pueden ver en la imagen debajo de estas líneas, la vasija está justo encima de él. La relación es matizada aún más por Beeson (2021) con una interesante referencia al disco de Teodosio hallado en Almendralejo.

Enómao, como pueden comprobar, arriba a la izquierda aparece sentado en un trono y a su vera, su hija Hipodamia. Debajo de ellos la famosa carrera que le valió a Pélope su casamiento.

Éste es uno de los puntos de mayor interés porque dicho tema sólo aparece hasta la fecha en otros dos mosaicos, uno procedente de Shaba, Siria, conservado en el Museo Nacional de Damasco, del que pueden ver un detalle bajo estas líneas.

Y el segundo, aquí, en España, en la villa de Noheda.

Beeson (2021) señala que Pélope e Hipodamia aparecen como amantes en un mosaico de una colección privada en Beirut y en otra villa hispana, la de las Musas, en Arellano (Navarra).

Hasta donde yo he podido indagar, en ésta aparecen unos esponsales, pero son los de Atis, reproducidos a continuación.

Quizás el libro de Mª A. Merquiriz Irujo, que no he podido consultar, contenga otra información o la posea el propio Beeson.

Dejemos esta cuestión a un lado y concentrémonos en la comparación entre Boxford y Noheda, ambos únicos por presentar la carrera, tema aristocrático y, como ya queda dicho, fundacional de los Juegos Olímpicos.

En el mosaico británico Beeson en 2019 había identificado en la izquierda de esta imagen a Enómao auxiliado por su traicionero auriga Mírtilo; en 2021 se inclina por considerar que se trata de la llegada triunfal de Pélope.

 De forma harto diferente, en Noheda Mírtilo de blanco acompaña al rey Enómao entronizado junto a su hija. Véanlo detrás de ésta, justo donde se une el antebrazo de la joven con la mano del padre.

Y contemplen también esta otra escena, también de la villa española:

Hipodamia abraza a su futuro esposo, Pélope, cuando éste desciende del carro. Un final mucho más romántico, frecuente en mosaicos y sarcófagos del s. III d.C., señala Beeson (2021)

Noheda, por su parte, acompaña el episodio mítico de Pélope e Hipodamia con otros muy diferentes a los de Boxford: en un panel el cortejo báquico en torno a Dioniso y Ariadna, en otro el juicio de Paris, posterior rapto de Helena y la llegada de ambos a Troya en medio de festejos (véase con imágenes y referencia bibliográfica https://historia.nationalgeographic.com.es/a/maravilla-cuenca-romana-mosaico-noheda_14555/6). El hilo conductor es muy diferente. Salta a la vista el lazo de unión entre las tres grandes escenas de la villa hispana, máxime si tenemos en cuenta lo antedicho sobre los esponsales representados en la villa navarra de Arellano.

Pero la lección de Boxford nos ha de servir para indagar más en las intrincadas relaciones que puedan establecerse entre esos tres temas principales y los de menor tamaño que adornan Noheda. Sus figuras presentan un estilo diferente al británico –diríase más acabado y próximo al bizantino–, por más que ambos trabajos musivarios se fechen en el s. IV d.C. A buen seguro guardan todavía secretos, claves cuyo desentrañamiento enriquecerá nuestro patrimonio y el entendimiento del legado clásico en las distintas partes de lo que fue también en su día un mundo interconectado y unido a través de los mitos griegos, siempre vivos y abiertos al proceso de renovación de quienes se servían de ellos para engalanar sus villas.

Propietarios y visitantes se nos revelan como extraordinarios conocedores e intérpretes, tan interesados en su originalidad como sus descendientes, en Boxford voluntarios colaboradores en las excavaciones que implicaron a toda la comunidad. También en ese sentido un extraordinario ejemplo.

Henar Velasco López

Más información en A. Beeson – M. Nichol – J. Appleton, The Boxford Mosaic: A Unique Survivor from the Roman Age, 2019.

En YouTube son recomendables estos dos vídeos: “The Boxford Mosaic” y “Anthony Beeson Explains the Iconography on the Boxford Mosaic”.

 

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