Que el mundo clásico (y en especial su dimensión mitológica) han servido desde el mismo momento de su origen como una fuente infinita de inspiración y simbolismo para todas las bellas artes (y para todo en general) no es algo inédito en este blog. Ya hemos visto cómo la música actual e incluso manifestaciones de esta al nivel del festival de Eurovisión se han servido de la cultura grecorromana para enaltecer su contenido. Pues bien, el pasado 25 de octubre la mitología griega nos ha vuelto a sorprender, esta vez de la mano de una incipiente y joven promesa de la música española: la medalla de plata de Operación Triunfo 2018, Alba Reche.
Nacida en Elche, tras quedar segunda en el programa por un mínimo porcentaje (aunque muchos la proclaman ganadora tanto por su espectacular y especial voz como por su inigualable capacidad de interpretación) sacó el pasado 25 de octubre su primer disco, un trabajo muy personal y profesional que ha traído consigo once títulos especialmente llamativos para nosotros, amantes de lo clásico: Quimera, Caronte, Asteria, Aura, Niña, Lux, Hestia, Innana, Eco, Medusa y Ares.
Nada más y nada menos que ocho canciones bautizadas con el nombre de una divinidad o figura mitológica griega, una palabra en latín, una diosa sumeria y, como única excepción, una palabra perteneciente al léxico castellano, “Niña”, la cual fue compuesta durante su etapa en la academia y por lo tanto antes de embarcarse en este proyecto.
Comencemos por el principio, analizando el título y portada del disco (que comparte además nombre con la primera canción): Quimera (de Χίμαιρα en griego) en la mitología griega era un monstruo híbrido, hija de Tifón y de Equidna, con cuerpo de cabra, cabeza de león y cola de serpiente o dragón (o, según otras fuentes, un monstruo tricéfalo: una de león, otra que le salía del lomo de macho cabrío, y la última, que nacía en la cola, de dragón o serpiente), que vagaba por Asia Menor aterrorizando a las poblaciones y engullendo incluso rebaños enteros. Además, cuentan que escupía fuego. De su unión con Ortro pudieron nacer la Esfinge y el León de Nemea.
No obstante, esta etimología en la actualidad también nos sirve para designar, según el DRAE, “aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo” (definición que en cierto modo se corresponde también con la Quimera mitológica). Quizás por eso Alba en la primera canción nos canta “…Te imagino sin dormir/leyendo las paredes/borrando nombres que no fui. /Prendo el alquitrán/por si apareces en el humo…”
No obstante, aún mucho más sugerente es la simbología de la que está empapada el primer single lanzado por la artista para promocionar este trabajo: Medusa.
Medusa (Μέδουσα en griego arcaico, “guardiana” o “protectora”) en la mitología era un monstruo ctónico femenino capaz de petrificar a todo aquel que la mirase fijamente a los ojos. Su historia, finiquitada con su decapitación por parte de Perseo, es uno de los mitos más conocidos a lo largo y ancho del mundo, y por tanto una de las fuentes simbólicas más ricas y recurrentes de toda la mitología griega.
No se sabe bien si Medusa y sus dos hermanas (Esteno y Euríale), conocidas como “gorgonas” eran hijas de Forcis y Ceto o bien de Tifón y Equidna (como la Quimera). Estas tres hermanas se distinguían especialmente por sus cabellos, como sabemos, hechos de serpientes y que Ovidio atribuye a un castigo de Atenea. En un principio, los artesanos y pintores griegos, así como la tradición literaria, concebían a las Gorgonas como seres espeluznantes y monstruosos, pero a partir del siglo V se abre camino una representación que gana en hermosura sin perder el terror, versión que Alba Reche sin duda escoge para la estética de su videoclip, donde se muestra como una reinventada Medusa con una actitud peligrosa y afilada pero tremendamente seductora.

Y aunque sus cabellos sean normalmente humanos, no faltan en el clip serpientes: gran parte de la joyería y accesorios que se muestran tienen la silueta y rasgos de dichos ofidios, y también la cantante posa en varias ocasiones con este animal, el cual incluso disfruta de varios planos individuales.
Y no solo la aparición recurrente de columnas (siempre a la moderna) o esculturas humanas y distintos bustos petrificados nos transportan a la cultura griega y a las víctimas de la Gorgona, sino que también en la letra de este tema la cantante sutilmente vuelve a enmascarar en sí misma la historia de Medusa: “a cuchillo, pero con amor/nadie mira como lo hago yo/… mueres por dejarte llevar/miro de lejos y vuelta a empezar… /te miro y no parpadeas…”

Y solo unas pocas semanas después de deleitarnos con este single, Alba Reche se subió a la barca de Caronte y, tomando prestado el nombre al tenebroso guardián, sacó su segundo single, que se ha convertido, si no en el favorito, en uno de ellos entre el público.

Caronte (del griego Χάρων, la forma poética de χαροπός, adjetivo que significa “de ojos brillantes” y más tarde “de ojos azulados o grisáceos”, y, por tanto, podría significar “brillo feroz”, siempre refiriéndose al fervor que emitía su mirada, brillante, feroz y relampagueante por motivo de su irascibilidad y enfado. Aunque esta etimología es aun incierta, podría ser un eufemismo de la muerte) era, según la mitología griega, el anciano y gruñón barquero de Hades encargado de guiar y atravesar a los difuntos de un lado a otro del río Aqueronte sobre su barca siempre que pudieran pagarle el viaje con un óbolo (pequeña moneda argéntea empleada en la Hélade y sexta parte de la dracma), por ello en la antigua Grecia los cadáveres se enterraban con al menos una moneda de ese valor bajo la lengua o sobre los ojos (también después en Roma). Los que no pudieran pagar vagarían durante un siglo por las riberas del Aqueronte y su afluente el Cocito hasta que Caronte accediese a llevarlos sin cobrar. Hijo de Érebo y Nix, suele representarse como un anciano con los rasgos muy toscos, portando un quitón (la longitud del mismo varía según la representación que se consulte) y en algunas ocasiones con un pilos sobre la cabeza. Puede que, como dice Diodoro Sículo, este personaje mitológico tuviera origen egipcio (otra posible procedencia de su etimología), pues ni Hesíodo ni Homero mencionan su existencia, y posiblemente tuviera una figura análoga entre los etruscos.
Sabiendo todo esto, sólo necesitamos invertir unos segundos en el videoclip para darnos cuenta de las sutiles pero claras referencias al mito de las que está plagada la realización del mismo: nada más empezar, un primer plano de la cantante sacándose una moneda de la boca, por supuesto, para pagar a Caronte.


Después descubrimos que la artista viaja sobre una barca blanca, con un traje del mismo color y, a diferencia del mito, sola. También vemos como el agua sobre la que navega tiñe de negro todo aquello sobre lo que se derrama (o sea, agua de la muerte) y cómo antes del primer estribillo todo se ilumina por unos extraños focos mientras suena la letra del tema: “…Acechaban en penumbra/con focos con luz del mal…”; esto posiblemente sea una metáfora de Caronte teniendo en cuenta el posible significado de su nombre (los focos serían los ojos y la luz su esplendorosa e airada mirada)
El resto de esta preciosa balada sigue el curso del Aqueronte mientras el desamor, la tristeza y sobre todo la angustia envuelven a la cantante y sobrecogen al espectador. Ya cuando se está acabando el clip comienza a caer una lluvia negra que, tiñe el traje, el pelo y la barca de oscuras y frías gotas, acabando poco a poco con la vida del alma que cruza hacia el Hades.

Como colofón, la letra de la canción, dura y desgarradora, remata esta historia en la que la cantante se habría visto abocada a morir y vagar por el inframundo por culpa aquella persona que nunca supo cuidarla y quererla como ella lo hizo: “Vendí mi alma, no hubo opción”.
Por desgracia, aún no podemos disfrutar de ningún videoclip más, si bien el resto de canciones, tanto por los títulos como por sus letras, son dignas de mención: por ejemplo, en la canción “Hestia” dice: “cuídame por siempre, le digo/cuídate por siempre, me repito” claro guiño al arduo pero honorable trabajo de las vestales: cuidar siempre y mantener intacto el fuego de la diosa.
Este disco, lejos de una interpretación literaria o artística, es más bien una reinterpretación, un pequeño préstamo que Alba Reche ha tomado de la mitología para poder contar su historia de un modo mucho más bonito, mucho más suyo y mucho más profesional. Y ojalá siempre podamos todos, como ha hecho Alba, servirnos de ese ingente patrimonio que nos han legado nuestros ancestros porque nadie lo entierre y lo de por muerto estando más vivo que nunca.
Julián Bautista
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Debe estar conectado para enviar un comentario.