Teatro infantil: El Olimpista

Este viernes 1 de octubre se representa una sesión de teatro familiar en el auditorio de los Padres Paúles (Sta. Marta de Tormes, Salamanca). A través de la música, la actuación, y la manipulación de objetos, LA IMAGINACIÓN TEATRO nos habla de cómo eran los Juegos Olímpicos en la antigüedad y nos enseña a superar los obstáculos con mucho sentido del humor. Dentro de la programación de Circuitos Escénicos, ‘EL OLIMPISTA’ llega a Santa Marta para entretener y enseñar a un público a partir de 5 años.

Hannibal, Romae horror / Hannibal, terreur de Rome. Un ejemplo de Les «Petits Latins»

            Hace unos meses en este mismo blog la profesora Codoñer apuntaba la aparición de una nueva colección de libros ( “Les Petits Latins”) publicada por la famosa editorial Les Belles Lettres, libros destinados al aprendizaje del latín para alumnos de  instituto. Allí remitía la profesora Codoñer a la página web de la editorial para mayor información. Pues bien, ahora que llega el comienzo del curso parece útil describir con mayor profundidad las características de esta nueva colección cuyos libros pueden ser de gran ayuda para la práctica de la lectura extensiva con nuestros alumnos.

            Para hacerlo de forma ordenada, hablaré, en primer lugar, de la colección en general; en segundo lugar, de uno de sus libros cuyo título figura como encabezamiento de esta entrada y, por último, expondré por qué me parece un libro de gran utilidad para los alumnos de segundo curso de Bachillerato que cursen la asignatura de Latín.

La colección “Les Petits Latins”

            Como hemos dicho, se trata de una colección muy reciente, sus primeros tres tomos aparecieron en mayo de este mismo año. En principio está destinada para alumnos de habla francesa para que, en palabras del editor, “puedan mejora su francés y su latín”. Los libros ofrecen un avance progresivo tanto en la gramática, el léxico, la mitología, la civilización y la etimología gracias a su cuidada gradación en la dificultad. De hecho, los libros, según su dificultad, aparecen divididos en tres niveles: los hay para nivel “débutant”, “confirmé” y “avancé”. Todos ellos, sin embargo, tienen más o menos la misma estructura. Están divididos en tres apartados: en el primero se presenta el texto latino que los alumnos deben traducir en un página y en la de al lado su traducción francesa con notas de gramática y civilización; en un segundo apartado se puede consultar otra vez el mismo texto latino pero esta vez sin traducción al lado y sólo con la ayuda de vocabulario y, en su caso, con ejercicios de etimología; por último, aparece al final de todos los títulos publicados hasta ahora una lista de todo el vocabulario que el alumno necesitará consultar para la traducción. Este es, con pequeñas variantes, el esquema general de los volúmenes hasta ahora publicados. Todos ellos se encuentran en versión de bolsillo al módico precio de 9 euros en versión papel y de 6,99 en versión electrónica (formato EPUB) , que uno puede descargar inmediatamente en su ordenador una vez efectuado el pago. A pesar de ser una edición de bolsillo, los editores se han encargado de utilizar una tipografía lo suficientemente cómoda para que el alumno (aunque habría que decir, mejor, el profesor) no sufra en la lectura y pueda incluso, si quiere, tomar notas en el libro ya que se deja amplio espacio en las páginas a tal efecto (el que quiera comprobarlo puede consultar la web de la editorial donde encontrará un breve vídeo donde se presenta muy rápidamente la colección).

Hannibal, Romae horror

            Paso ahora a hablar del libro que más me interesa. Está catalogado como de nivel avanzado, aunque, a mi parecer, sería ideal para utilizarlo a partir de la segunda evaluación de segundo de Bachillerato, como explicaré más tarde. En el libro se resume de forma brevísima la historia de Aníbal, siguiendo en todo a Tito Livio (libros XXI-XXX). El autor, Christophe Raphel, ha seleccionado los pasajes más famosos de la vida de Aníbal que aparecen en Livio (juramento de odio a los romanos siendo niño, descripción de las virtudes de Aníbal como soldado y general, guerras en Hispania-asedio de Sagunto-, paso de los Alpes con el famoso episodio del vinagre y el fuego utilizado por Aníbal para dejar expedito el camino… así hasta su muerte bebiendo el veneno mortal) adaptándolos a un latín muy parecido al que tienen que enfrentarse nuestros alumnos al final de segundo de Bachillerato. Que el autor ha seguido a Tito Livio es evidente: son frecuentes los pasajes cuya adaptación podemos identificar fácilmente: Sólo un ejemplo de los muchos con que me he encontrado. En Tito Livio 21.4.8.3 nos encontramos: Princeps in proelium ibat, ultimus conserto proelio excedebat. has tantas viri virtutes ingentia vitia aequabant: inhumana crudelitas, perfidia plus quam Punica”. Hasta aquí Tito Livio. Veamos ahora la adaptación del texto en la versión francesa: Primus in proelium ibat, ultimus excedebat. has magnas virtutes ingentia vitia aequabant: crudelitas inhumana, perfidia Punica. Esto mismo no sólo ocurre con pasajes concretos, sino también con el vocabulario. Evidentemente, esto no quiere decir que el alumno que se haya ejercitado con este libro sea capaz de pasar inmediatamente a leer a Tito Livio, pero sí es indicativo del cuidado y pulcritud con que se ha trabajado el texto.

            Además, aparecen al final del volumen unas páginas con mapas y datos cronológicos muy útiles para entender toda la historia que vamos leyendo.

            Por último, las dificultades gramaticales (y son sólo gramaticales ya que todas las cuestiones de contexto son aclaradas cuando es necesario), dado que se han simplificado hasta el extremo, son las que corresponden a la gramática que un alumno de segundo de Bachillerato debe estudiar con la ventaja de que en veinte páginas de una edición de bolsillo, con un tamaño de letra de 12 y un espaciado generoso, el alumno se encuentra con: 22 construcciones de ablativos absolutos, 21 usos de ut, 34 ejemplos de los diversos usos de la oración de relativo, 68 construcciones de infinitivo, 37 de participio concertado, 17 de gerundio y gerundivo, todo ello en un marco gramatical muy simplificado e insertado en una historia simple, lineal sobre uno de los acontecimientos cruciales de la historia de Roma.

Aplicación pedagógica

            Bajo mi punto de vista, el libro estaría muy indicado para hacer una lectura extensiva de textos latinos a partir del segundo trimestre de segundo de Bachillerato. Las razones son las siguientes:

            1. Las dificultades gramaticales son las que un alumno de esta edad está acostumbrado a leer en los autores que entran en la EBAU. Además, todas ellas están insertadas dentro de un contexto abarcable de principio a fin, dicho de otra forma, el alumno puede practicar todo lo que ha aprendido en una lectura más intensiva de los textos de César o Cicerón de una forma más reconcentrada, acabando por dominar lo que, en muchos casos, sólo ha podido practicar en unos pocos textos de clase y, además, leerá de principio a fin y en latín un acontecimiento crucial de la historia de Roma. Se dará cuenta, en definitiva, de que el latín no es el estudio de frases o textos que no guardan siempre mucha relación entre ellos.

            2. El hecho de que en el libro se ofrezca todo el vocabulario que el alumno va a necesitar despeja y agiliza el martirio que en muchos casos supone para el alumno el uso del diccionario. Por otro lado, el vocabulario militar con el que se va a encontrar el alumno coincide en muchos casos con el que ya está acostumbrado a traducir en César. No podemos decir lo mismo para Cicerón, aunque sí es cierto que aparecen breves pasajes de estilo directo con las arengas de Haníbal y Escipión a sus tropas.

            3. Si tenemos alumnos que cursen como segundo idioma el francés (es el caso de muchos de ellos), el libro les ofrecerá una magnífica oportunidad para practicar los dos idiomas (recordemos que éste es uno de los propósitos que se apunta en la edición francesa). Para el resto de alumnos, no resulta difícil pasarles el listado de vocabulario en español.

            4. En definitiva, el texto puede utilizarse a partir del segundo trimestre como un modo de intensificar la inmersión de nuestros alumnos en la lengua; una vez que se les ha explicado lo fundamental de la gramática durante la primera mitad del curso, el alumno, casi sin ayuda del profesor, podría enfrentarse a estos textos.

            Éste es sólo uno de los tres libros que se han publicado. Los otros dos, de los que hablaré en otro momento, son del nivel “débutant” y pueden ser muy útiles para primero de bachillerato. La editorial tiene pensado publicar otros tres, uno de ellos a finales de agosto. A medida que vayan publicándose haré una pequeña reseña en el blog. Como siempre, otra oportunidad que se nos ofrece para ayudar a nuestros alumnos en sus primeros pasos en la lengua latina.

Ignacio-Tadeo Baciero Ruiz

EL CICERÓN DE STEFAN ZWEIG

Momentos estelares de la humanidad[1] es seguramente el libro más famoso de Stefan Zweig. En este ensayo el escritor austríaco narró diferentes momentos que consideraba claves y decisivos para el transcurso de la historia. Momentos, como dice él mismo en su prólogo, “irrevocables para cientos de generaciones, determinando la vida de un solo individuo, la de un pueblo entero e incluso el destino de toda la humanidad”. Pues bien, el primer momento estelar es la vida de Cicerón. Así pues, en este artículo me voy a dedicar a comentar diferentes aspectos sobre la biografía que Zweig hace de Cicerón: ¿fue realmente Cicerón un filósofo y artista frustrado por la política?, ¿fue siempre un defensor a ultranza de la paz?, ¿fue Cicerón verdaderamente un político centrado y con sentido de Estado?

En primer lugar, tengo que decir que la primera sensación que me dio al leerla es que la figura de Cicerón está tremendamente idealizada. En ella se presentan diferentes tópicos: Cicerón es un intelectual que busca mejorar su patria con la palabra, pero en su vejez se da cuenta de que “las cohortes se muestran más poderosas que las palabras” y de que la política ha degenerado en luchas por intereses personales y no por su verdadero fin, que es el interés general de la República y, por consiguiente, de la libertad. Así se presenta a Cicerón como intelectual, pacifista y hombre de Estado. En las siguientes líneas voy a intentar introducir unos cuantos matices a fin de desmitificar esta leyenda rosa sobre Cicerón.

PRIMER MITO: CICERÓN COMO FILÓSOFO.

Artista de nacimiento, que sólo por error abandonó el mundo de los libros para entrar en el quebradizo mundo de la política.” (…) “De modo que parece que a sus sesenta años Marco Tulio Cicerón se ha reintegrado al fin de su verdadero ser: ya sólo filósofo y no demagogo, escritor y no maestro de retórica, dueño de su tiempo libre y no solícito servidor del aplauso público”. (…) “Apenas presta atención a las noticias y cartas que diariamente llegan de Roma, indiferente a un juego que ya no requiere de su participación. Ciudadano sólo de la república invisible de sus ideas y no de aquella otra”.

Con estas y otras tantas frases Zweig nos muestra un Cicerón destinado desde pequeño a ser un intelectual y no un político; de tal manera que, al llegar César al poder, se retira de la vida pública para dedicarse a su verdadera vocación: escribir. Pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que Cicerón dedicó toda su vida a ser un gran político y si precisamente se acercó a los libros fue con ese fin. Desempeñó todas sus magistraturas hasta el consulado suo anno, esto es, durante el primer año en el que se podía presentar; de esto podemos deducir que Cicerón se pasó gran parte de su vida haciendo campaña electoral. Y cuando salió forzado de la política, stricto sensu, fue también para ensalzar su figura como político de cara a la posteridad. A este respecto dice P. Grimal en Los placeres de la literatura latina que “hasta cierto punto su actividad intelectual, tan rica y diversa, sólo es para él un medio para conseguir un fin (ser el personaje más grande del Estado)”.

Gustavo Bueno, padre del materialismo filosófico, pensaba que la filosofía era un conocimiento de segundo grado, es decir, que la filosofía estaba subordinada a los conocimientos de primer grado; en este sentido siempre se hace filosofía sobre los conocimientos primarios (filosofía de la mente, filosofía de la historia, etc.). Desde mi punto de vista Cicerón tenía también una visión parecida a la de Bueno: para él toda filosofía está subordinada a la República (tal vez, filosofía de la política), incluso la personal. En definitiva, Cicerón es filósofo sólo en tanto que es político. Incluso en su faceta como autor retórico, Cicerón diseñó la figura del orador ideal como una persona con conocimientos de filosofía, pero conocimientos, al fin y al cabo, al servicio de la oratoria.

De hecho, en una carta a Marco Terencio Varrón durante el período de dictadura que retrata Zweig Cicerón diría lo siguiente: “¿Quién no me concederá el que, cuando la patria no puede o no quiere servirse de mí, vuelva yo a aquella vida que muchos hombres doctos, no rectamente quizás, pero ciertamente muy numerosos, pensaron que debía anteponerse a la vida política?” (Cartas a los familiares IX 6). En el pasaje Cicerón justifica su dedicación a la filosofía porque la República no quiere servirse de él como político, a diferencia de aquellos hombres doctos que se dedicaron a la filosofía, aunque no rectamente al no entrar en la vida política.

SEGUNDO MITO: CICERÓN “EL PACIFISTA”.

Tal vez sea un poco anacrónico plantear si Cicerón fue pacifista, pues en su época no tenían el concepto de pacifismo que tenemos nosotros. No obstante, el calificativo de pacifista no es mío, sino de Zweig, por lo que en todo caso habría sido el autor quien cayó en ese anacronismo. Pero, sabiendo esto, nos podemos plantear si Cicerón entraría dentro de la etiqueta de pacifista en nuestra época o la de Zweig.

Tras la muerte de César Cicerón “duda si se ha de responder a la violencia con violencia”. Pero ¿realmente fue así? Lo cierto es que Cicerón recriminó desde el primer momento a los tiranicidas haber matado tan solo al tirano, pero haber dejado con vida a la tiranía, puesto que no habían matado al sucesor: Marco Antonio. “En efecto esta acción (el asesinato de César) se ha realizado con alma varonil, pero con planificación infantil. ¿Quién, en efecto, no vio esto: que se dejaba un heredero de la tiranía” (Cartas a Ático XIV 21).

Pero más allá de este momento concreto ¿fue Cicerón a lo largo de su vida un hombre pacifista? Desde mi punto de vista, no. Si bien Cicerón se encargó de igualar la fuerza de la palabra a la de las armas (cedant arma togae), no minusvaloraba de modo alguno estas últimas como garantes del orden. Cicerón era un fiel defensor de lo que siglos más tarde Max Weber llamaría monopolio legal de la violencia. El Estado tiene la legitimidad legal para utilizar la violencia para defenderse, para salvaguardar el orden establecido. La violencia estatal está justificada. Salus populi suprema lex esto. En este sentido Cicerón promovió la violencia contra Catilina, Clodio, César y Marco Antonio; todo por la defensa de la República.

Además, no hay que olvidar que el propio Cicerón realizó operaciones militares durante al menos dos ocasiones en su vida: en primer lugar en la Guerra de los Aliados y en segundo lugar durante su proconsulado en Cilicia. De ambas operaciones militares se mostró muy orgulloso e incluso llegó a reclamar el triunfo con la última.

TERCER MITO: CICERÓN EN EL CENTRO CENTRADO.

Zweig define la posición política de Cicerón así: “panegirista del centro, como todos los humanistas, Cicerón reclama la conciliación de las divergencias. Roma no necesita un Sila, ni un César, como tampoco a los Graco. La dictadura resulta peligrosa. E igualmente lo es la revolución.” ¿fue Cicerón un moderado, acaso un tibio socialdemócrata? En mi opinión, tampoco.

Cicerón fue un conservador en todos los sentidos, tanto culturales como políticos. El único avance medianamente “progresista” que ofreció Cicerón fue la teoría política de la concordia ordinum, es decir del consenso de intereses entre la clase ecuestre, que deseaba más participación política, y la tradicional casta aristocrática romana. Es una reclamación similar a lo que haría siglos más tarde la burguesía liberal en el siglo XIX, exigir sus derechos políticos. Para Cicerón el problema no era tanto los privilegios de la aristocracia cuanto que esos privilegios eran estamentales y cerrados a nuevos integrantes. Pero Cicerón demostró que un homo novus, un advenedizo, podía conseguir llegar al consulado e integrarse en la nobilitas. Entonces animó a sus compañeros equites a no pelearse con los nobiles.

En otros aspectos Cicerón se demostró demasiado inmovilista. Los Graco no eran revolucionarios porque querían llevar a cabo sus reformas a través del sistema legal romano. Cicerón no supo afrontar el problema de la reforma agraria, tan necesaria para los tiempos, por lo que consiguió que la mayoría de la plebe y los militares deseosos de tierras se pusieran de parte de aquellos que en el futuro serían los dictadores que él tanto odió.

CONCLUSIÓN.

Aunque la biografía que de Cicerón hace Zweig sea matizable en algunos aspectos, sobre todo la idealización del personaje (que tampoco digo que haga falta pasarse de crítico como Mommsen), lo cierto es que es un relato divulgativo ameno, interesante y rápido de leer. Sin duda alguna, la visión que Zweig tenía de Cicerón lo convirtió, junto a tantos otros personajes históricos (como, por ejemplo, el presidente Wilson, también antibelicista y garante de la paz como Cicerón), en uno de sus referentes morales. Así, de la misma manera que Cicerón se entrega a los matones de Antonio para no tener que soportar el dolor que supondría vivir en una dictadura eterna, Zweig se suicidó con su mujer en 1942 para no tener que soportar la dictadura del nazismo y el fascismo.

Enrique Ferrer Piña


[1] Zweig, Stefan: Momentos Estelares de la humanidad.  Traducción de Acantilado. 2012.

Emilio Lledó y Nuccio Ordine se reúnen

El País cubre esta reunión a la que dedicó una página entera el 20 de septiembre. Reproducimos el texto que nos envían Manuela y Mª Ángeles Martín Sánchez:

Emilio Lledó y Nuccio Ordine, encuentro de dos filósofos: “Las universidades educan para crear empleo y no para formar ciudadanos cultos”

A dos pasos de donde se sentaba Jorge Luis Borges para ver la única luz que le llegaba a sus ojos, la luz amarilla, se encontraron este último lunes en el Hotel Palace de Madrid dos filósofos, el español Emilio Lledó, 93 años, y el italiano Nuccio Ordine, que tiene treinta años menos. Éste conoció al maestro español cuando el autor de La utilidad de lo inútil (Acantilado) tenía 26 años. Fue en Nápoles, en una de las conferencias que organizaba en el Palacio de la Revolución el avvocato Marotta, un millonario que se arruinó tratando de cambiar el curso de la historia de la docencia en su país y en el mundo.

Desde entonces Ordine no ha cesado de buscar al profesor Lledó y al fin se encontraron ambos bajo la advocación de aquel jurista enloquecido por la pasión de saber y por búsquedas comunes, entre otras las que los juntan con Giordano Bruno, la especialidad de Ordine, o Miguel de Cervantes y Antonio Machado, cuyos versos o historia son leyes para ambos.

Se intercambiaron libros como dos amigos que se debían lecturas, así que se estuvieron dedicando mutuamente algunas de sus obras (Lledó le llevó a Ordine su El silencio de la escritura; Ordine le entregó Clásicos para la vida y le llevó a Lledó, para la firma, Sobre la educación, una suma de los pensamientos del académico español en torno al estado de la educación, publicado por Taurus). Lledó le pidió a su colega italiano que le firmara, además, en el italiano original, aquel Clásicos para la vida que su nuera Beatrice quería autografiado por el autor de Calabria.

El italiano ha vivido cerca de Lledó a través de sus numerosos amigos españoles que han sido discípulos del maestro común, entre ellos Jordi Bayod, el traductor de Ordine, cuyos trabajos los dos consideraron excelsos. Fue un abrazo de palabras (“un regalo que me hace la vida”, dijo Nuccio), y al final un reencuentro que sirvió para rendir homenaje al primero que los unió, aquel extraordinario avvocato Marotta.

Lledó conoció a Marotta, y Ordine vivió fascinado por aquella figura que, hace más de treinta años, quiso cambiar el curso de la educación en el mundo, abriendo aulas excéntricas para que en ellas esparcieran ciencia personajes irrepetibles del siglo XX, como Karl Popper, Paul Ricoeur o Gadamer, este último también maestro y amigo del académico español. Marotta fue como un padre para el autor de Clásicos para la vida. Nadie en su familia había sido educado en la cultura, las becas lo llevaron a la universidad y a la docencia y, enterado de que ya sabía mucho de Giordano Bruno, Marotta lo buscó en Calabria, le pidió que lo llamara a las cuatro de la madrugada (“la única hora en que decía estar tranquilo”), y lo conminó a estar una semana con él para saber de sus sueños de cambiar el mundo.

Lledó, que fue discípulo de aquel Gadamer que hizo historia también en la escuela de Marotta, conoció en Venecia a este personaje singular, “vestido con sombrero en un hotel elegante, algo que me llamó la atención hasta que supe que el hotel era suyo”.

Aquel hombre “no tenía un euro al final de su vida, todo lo gastó en su instituto”, le recuerda Nuccio a don Emilio, “y fue decisivo para mí, porque yo no tenía posibilidad de hablar con los maestros, y entre ellos estuvo usted hace tantos años”. La ambición de Marotta era la de suplir las deficiencias de la Universidad, como las escuelas, obligadas por las leyes de los hombres a alejarse de la función que para ella buscaron los grandes de la filosofía: enseñar a los jóvenes a soñar. La casa de aquel hombre era “un depósito de libros”, dice Nuccio, “hasta la cama era una biblioteca, mientras él dormía en cualquier sillón de la casa”, y así, “trabajando en la cama”, recibía a personalidades como el presidente Mitterrand.

El maestro reencontrado, el más veterano y más respetado filósofo de este país, y el discípulo que ya es uno de los más conocidos escritores italianos en España, compartieron añoranzas de etapas mejores de la cultura europea, en la que han decaído lenguas y tradiciones (como la francesa) a favor del dominio de un inglés que reclama atención por la tecnología del comercio. La omnipresencia de supuestos colegios bilingües, sobre todo en la enseñanza concertada española, llevaron a Lledó a la más melancólica reflexión de la tarde. “Las universidades”, dijeron, “no están en mejor situación, pues se empeñan en contradecir a Aristóteles (la educación es para el saber, no para el dinero) y se dedican a educar para crear empleo en las empresas y no para formar ciudadanos cultos”.

En ese penoso trayecto que marca la vida universitaria se abrió paso el sentimiento común de que La utilidad de lo inútil, el libro más potente de Nuccio Ordine es, como dijo el propio autor, “un grito de alarma de un profesor que no se siente cómodo en una universidad que ahora es una escuela de managers que dedican sus programas a cumplir con la burocracia”. Burocracia, estuvieron de acuerdo, es lo que ahora demanda Europa.

Los griegos son sus maestros comunes, y los clásicos son su esperanza. “Dialogar con Tucídides, con Aristóteles, con Virgilio, con Lucrecio… En contraste con las lecturas cansadas de autores contemporáneos que no te duran más allá de la cuarta página, es un placer de dioses”, dijo don Emilio. Nuccio atrajo a la conversación “estilos impares”, como los de Montaigne, Nietzsche, Descartes o Kant. Lledó inició luego el recitado de otros nombres propios, Cervantes, Antonio Machado (“Caminante, no hay camino…’, esa es la regla de mi vida”, señaló Ordine) hasta que ambos estuvieron de acuerdo en que este tiempo, y todos los tiempos, están señalados por aquellos versos del sevillano y por los que dedicó Cavafis a Ítaca como el lugar al que van todos los viajes. “La experiencia del viaje es más que el viaje mismo”, se le oyó decir al italiano. Y eso sirve para la Universidad, cuyo viaje necesario detiene desde hace tiempo la burocracia.

Se despidieron ante unos jóvenes abogados que ocupaban aquel sitio en el que Borges veía la luz amarilla. Los chicos les hicieron fotos, y ellos se fueron hablando sobre la reacción química que producen los libros, que también, dijo Lledó, nos señalan el camino de la búsqueda de la verdad, “que no es lo mismo que la posesión de la verdad”.

Cada uno se fue por su lado, pero tras una hora hablando parecía que había reanudado una de aquellas conversaciones con las que el abogado Marotta quería cambiar el mundo hace tantos años como los que estos dos filósofos llevaban sin verse.

El asedio romano del castro del Cerro de Castarreño investigado por arqueólgos de la USAL y el CSIC

La noticia se ha publicado en el portal de la USAL: arqueólogos de la Universidad de Salamanca y del CSIC confirman que los romanos asediaron el Castro del Cerro de Castarreño en Burgos mediante un procedimiento similar al cerco al que Julio César sometió a la ciudad de Alesia durante la guerra de las Galias. Mediante el uso de distintas técnicas de teledetección han documentado una doble línea de fosos que rodeaba el castro por completo con el objetivo de rendir a sus ocupantes. El equipo ha sido dirigido por José Manuel Costa-García (Universidad de Salamanca) y Jesús García Sánchez (Instituto de Arqueología, Mérida-CSIC).

La noticia se publicó también el día 19 de septiembre en La Gaceta de Salamanca, según nos informa Mª Ángeles Martín.

¡Ay, el latín jurídico!

Las expresiones latinas utilizadas en el campo del Derecho se suelen utilizar como ejemplos de la supervivencia de la lengua en la actualidad. A veces incluso estas expresiones salen del campo legal para emplearse en situaciones corrientes. Es el caso de la expresión in dubio pro reo, que formula el principio de que en caso de duda debe favorecerse al acusado.

Pues bien, a la luz de este envío de Margarita Martínez quizá habría que tomar conciencia de cuál es la situación del latín en la actualidad; es cierto que probablemente el corrector del Word tiene alguna responsabilidad en el resultado pero ….

Nuevos hallazgos en Ategua

Manuela y Mª Ángeles Martín nos envían la noticia publicada en El País del 2 de septiembre sobre los últimos hallazgos de las excavaciones realizadas en la ciudad romana de Ategua (pedanía de Santa Cruz, Córdoba), y dados a conocer por Mª del Camino Fuertes y Cornelius Meyer. Entre ellos destaca una enorme construcción de 2000 metros cuadrados, que puede ser un teatro, y un templo de 18 metros de lado.

Para saber más sobre este enclave puede consultarse libremente el artículo Aproximación arqueológica al yacimiento de Ategua (Córdoba) de María del Carmen Fuerets Santos, Inmaculada Carrasco Gómez, Alejandro Jiménez Hernández y Carmen Romero Paredes. También es de interés el vídeo de Culturacuenta que representa el enclave en tres dimensiones (Arqueocad, S.L. – Diego Gaspar (Modelo 3D), Brainbox – Miguel Moreno (Animación 3D), Junta de Andalucía – Mª del Camino Fuertes Santos, Universidad de Córdoba – Carlos Márquez)

También se puede consultar en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes las noticias proporcionadas por A. Blanco Freijeiro sobre esta ciudad, uno de los escenarios de la Guerra civil entre César y Pompeyo. En esta zona César se enfrentó a los hijos de Pompeyo: en febrero del año 45 a. C. sitió Ategua, defendida por los pompeyanos, pues estaba especialmente interesado en las reservas de grano de la ciudad. Poco después, en marzo, en la batalla de Munda, la victoria de César sería definitiva. El episodio del asedio está detallado en catorce capítulos del Bellum Hispaniense y el relato puede completarse con la lectura de Dión Casio 43, 33.

Susana González Marín

Hathor en Salamanca

Una de las noticias de este verano que más nos pillan de cerca han sido las excavaciones en el cerro de San Vicente de Salamanca. La campaña de este año ha revelado rastros de contacto con el Mediterráneo oriental, entre los que figuran piezas de fayenza (cerámica vidriada), sobre todo abalorios, y un amuleto de la diosa egipcia Hathor.

Los trabajos han sido dirigidos por los arqueólogos Antonio Blanco, de la Universidad de Salamanca, y por Cristina Alario y Carlos Macarro, del Parque Arqueológico del Ayuntamiento de Salamanca. Puedes leer aquí el reportaje que National Geographic le dedica y que nos envía Henar Velasco.

Os recordamos que el Cerro cuenta con un Centro de interpretación y está abierto al público.

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