Los antiguos y la nieve sandía

En El País (03/06/2021) encontramos un artículo de Montero Glez titulado “Nieve roja”, en el cual explica este curioso fenómeno que tiñe de color rojizo las montañas nevadas. El autor señala que la nieve roja o “nieve sandía”, como se denomina últimamente, se conoce “desde que el mundo es mundo”, aunque él se remonta solo hasta 1818, momento en que una expedición al Ártico dio noticia de esta extraña coloración en los acantilados de Groenlandia. Pero la constatación de que la nieve a veces se vuelve roja está ya en Plinio, quien a su vez está tomando la información de Aristóteles:

Plin. nat. 11,118: “A su vez las sustancias que se agrían producen otra clase de mosquitos, siendo así que incluso en la nieve más vieja se encuentran unos gusanillos de color rojo -pues la propia nieve se vuelve rojiza con el tiempo-, erizados de pelitos; en Media son blancos, más grandes y torpes”.

Aristóteles HA 552b 5 y ss: “Incluso en sustancias que parecen menos corruptibles nacen seres vivos, como, por ejemplo, en la nieve de tiempo. La nieve al cabo de un cierto tiempo se vuelve roja y por esto también las larvas son de este color y velludas. Pero las que nacen de la nieve en Media son grandes y blancas, y todas se mueven con dificultad”. (Trad. J. Pallí Bonet, Ed. Gredos).

La explicación que proponía Aristóteles y resume Plinio relacionaba la extraña coloración de la nieve con un proceso de corrupción, que daba lugar incluso a la aparición de larvas de insectos, también rojos. El autor deja claro que no son los insectos los que tiñen la nieve, sino que más bien deben su color a la misma. La causa última del fenómeno quedaba fuera de la capacidad de observación de los antiguos, pues se debe a microorganismos.

Hoy sabemos que el origen de la nieve roja es la presencia de unas algas microscópicas (Chlamydomonas nivalis) que contienen pigmentos de ese color. Dichas algas se reproducen con más facilidad al aumentar la temperatura, por eso la nieve roja suele darse en primavera. Pero si se multiplican en exceso, como sucede cada vez más debido al calentamiento global del planeta, impiden que la nieve blanca refleje el sol y se conserve. Es decir, en vez de repeler los rayos solares, la nieve rojiza los absorbe y esto acelera el proceso de derretimiento. En suma, lo que despertó la admiración y la curiosidad de Aristóteles y de Plinio actualmente es motivo de preocupación.

Son varias las páginas de internet que divulgan en español esta cuestión, pero solo en una de ellas hay una referencia a Aristóteles, que sí está en el artículo de Nature communications (22/06/2016) y en la página en inglés de la Wikipedia sobre el alga responsable del fenómeno. Con estas líneas solo queríamos recordar que, también en esta ocasión, Aristóteles y Plinio ya lo contaron.

Eusebia Tarriño Ruiz

El Génesis de Viena: análisis material y conservación.

El Mercurio salmantino

The Vienna Genesis: Material analysis and conservation of a Late Antique illuminated manuscript on purple parchment. Edited by Christa Hofmann. Viena: y Böhlau Verlag GmbH & Co, 2020. e-ISBN: 978-3-205-21058-0.

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El Codex theologicus graecus 31 de la Antigüedad tardía, más conocido como Génesis de Viena, es el manuscrito bíblico ilustrado más antiguo y mejor conservado. Fechado en la primera mitad del siglo VI, el manuscrito se produjo presumiblemente en un centro cultural del Oriente Próximo, como Antioquía o Constantinopla. Es uno de los primeros conjuntos conocidos de miniaturas de libros del Antiguo Testamento, un raro testimonio de la cultura del libro de la Antigüedad tardía.

El texto es un fragmento del libro del Génesis en la traducción griega de la Septuaginta, con frecuentes abreviaturas. Se conservan 24 folios, cada uno con una miniatura en el final, a ambos lados. Se considera que originalmente estaba compuesto por aproximadamente 96…

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Entre Fiol y Amenós

Para un alumno de primero de Clásicas Fiol y Amenós son como Escila y Caribdis. Cuando te alejas de uno, te acercas necesariamente al otro. Y es que el estudiante que navega entre apuntes, traducciones bilingües, textos originales y gramáticas lo único que espera es poder regresar a su Ítaca natal, aunque para ello haya tenido que superar numerosas aventuras, que ahora llaman asignaturas. Y sólo cuando estas estén superadas podrá regresar con los créditos a favor, como si de los vientos de Eolo se tratasen.

Pero metáforas aparte, lo cierto es que la sensación que tiene uno (y esto debería ir con dativo de relación) es que el primer año de la carrera se reduce a trabajar y memorizar por tu cuenta las gramáticas de Eduardo Valentí Fiol (Gramática y Sintaxis) y Jaime Berenguer Amenós (Gramática y Hélade). Aún recuerdo en el primer semestre cuando un profesor dedicó cinco minutos de su clase a explicar el imperfecto en griego. Su explicación: esto está en los párrafos tal y tal del Amenós. Es muy recomendable que os memoricéis la gramática, nos dijo.

Sin embargo, no se trata de dibujar un paisaje catastrofista para futuros alumnos de clásicas: al final son cuatro libritos. Y aunque posiblemente nunca se llegue durante el curso a entender las oraciones interrogativas dobles, ni los diferentes tipos de oraciones condicionales, ni se llegue a memorizar la interminable lista de verbos que se dan con un caso determinado u otro, o la lista de verbos polirrizos o, incluso, a entender la conjugación de los verbos en -μι; cuando estés en casa traduciendo y te sientas confuso con una determinada construcción sintáctica, etc. seguramente acudirás a ambas gramáticas como refugio en tu consulta, como un escudo ante la traducción.

Supongo que a estas gramáticas se les acaba cogiendo cariño, debido al inevitable roce que se tiene con ellas (un roce verdaderamente pugilístico). Y, acabado el curso, uno mira con incertidumbre y miedo al futuro, porque cuando crees que controlas la sintaxis semántica de los casos de Fiol, miras los dos tomos de Sintaxis de Bassols publicados por el CSIC y te asustas. De la misma forma cuando crees que controlas los participios en griego y posteriormente ves su explicación en los dos tomos de la Sintaxis Griega coordinada por Jiménez López, también publicada por el CSIC. Pero bueno, eso son peleas para el futuro. Quién sabe, a lo mejor en unos años escribo otro artículo titulado “Entre Bassols y Jiménez”.

Enrique Ferrer Piña

En la semana del Orgullo 2021

Los estudiosos del mundo clásico, al menos fuera de España, no se mantienen ajenos a acontecimientos sociales del momento, como la celebración de la semana del Orgullo, que en Madrid culminará con la manifestación del día 3 de julio. En EEUU Lambda Classical Caucus es una asociación de clasicistas que incluye (pero no solamente) lesbianas, bisexuales, gays, y personas transgénero, así como a sus amigos y simpatizantes. Esta asociación organiza encuentros anuales sobre temas relacionados. De hecho, ya está abierto el plazo para enviar colaboraciones para el del año que viene, cuyo tema es «Queer Representations and Receptions of Amazons”, Society for Classical Studies/Archaeological Institute of America Annual Meeting, January 5-8, 2022, San Francisco. Organiza: Walter D. Penrose, Jr., San Diego State University

Fallo del concurso de vídeos sobre el mundo antiguo “Clásicas a la carta”

Este año ha tenido lugar la primera edición del concurso “Clásicas a la carta” para vídeos divulgativos sobre el mundo antiguo, destinado a alumnos de grado y organizado por la Sección de Salamanca de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC), con la colaboración del blog “Notae Tironianae”. El fallo es el siguiente:

  • Primer Premio: Enrique Ferrer Piña, por el vídeo «El mundo clásico en la política».
  • Segundo Premio: Miguel Ángel Macías, por el vídeo «Comoedia Situs».
  • Tercer Premio: Luis Casado Vega, , por el vídeo «Antena Roma”.

El pasado 9 de junio en la Sala de Juntas de la Facultad de Filología, la Prof. Adelaida Andrés Sanz, Vicepresidenta de la Sección salmantina de la SEEC y Directora del Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo, hizo entrega de un diploma acreditativo del premio a los ganadores, como muestran las imágenes.

Los dos primeros vídeos pueden verse en el Canal de Youtube de la SEEC de Salamanca:

-Enrique Ferrer Piña: «El mundo clásico en la política«

-Miguel Ángel Macías: «Comoedia Situs«

¡Enhorabuena a los ganadores!

Luis Casado
Miguel Ángel Macías
Enrique Ferrer

Marco Antonio Santamaría

Daisy Dunn, Bajo la sombra del Vesubio. Vida de Plinio

La autora de este libro, Daisy Dunn, es licenciada en Clasicas, máster en Historia del Arte y doctora en Clásicas e Historia del Arte. Entre otros libros, ha publicado también una biografía de Catulo –Catullus’ Bedspread (HarperCollins/Harper Press, 2016)-; actualmente se dedica a la crítica de libros y escribe columnas regularmente en varios medios de comunicación británicos.

Siruela ha publicado recientemente la traducción de su libro, Bajo la sombra del Vesubio. Vida de Plinio, cuyo original en inglés data de 2019.

El título induce a confusión; yo misma lo compré sin mirar nada más, pensando que la alusión al Vesubio y el subtítulo –Vida de Plinio– se referían a Plinio el Viejo, que, por otra parte, es un personaje mucho más famoso para el gran público que su sobrino Plinio el Joven. Pero, si una lee la contraportada y luego la nota preliminar de la autora, descubre que se trata de una «biografía dual» de ambos Plinios.

La idea de hacer una biografía doble de estos personajes surge aparentemente de la relación de parentesco entre ellos y del hecho de que el sobrino sea una de las fuentes principales sobre el trabajo de su tío y sobre el episodio que tanta fama ha ganado para este, su muerte durante la erupción del Vesubio en el año 79, cuando Plinio el Viejo, como comandante de la flota romana en Miseno, acudió a la zona, primero movido por la curiosidad, después con el deseo de prestar ayuda (Plinio, Epist. 6.16.9).

Sin embargo, no hace falta avanzar mucho en la lectura para ver claramente que es el Joven el absoluto protagonista y que el propósito biográfico solo se realiza en el caso de este -es lógico, pues la vida del sobrino está mucho mejor documentada que la del tío-. Lo que la autora hace, como afirma con toda claridad en su nota preliminar, es alternar la información de la Historia Natural de Plinio el Viejo con la biografía de Plinio el Joven, intentando establecer alguna relación entre ambos. Pero el resultado de esta fusión es, con frecuencia, forzado: por ejemplo, las palabras que Plinio el Viejo dedica a los higos en su enciclopedia le sirven a Dunn para introducir una breve descripción de los frutos de los que su sobrino disponía en su finca y su gusto por la variedad de productos que esta le ofrecía, para a continuación destacar que «Los primeros frutos de la primavera abrían el apetito de la poesía de Plinio» (p. 126), frase con la que da paso a comentar la afición de este a la poesía y a su costumbre de asistir a las recitaciones en Roma, aspecto que, dicho sea de paso, merecería más atención.

Se trata de una obra destinada al gran público y de fácil lectura; naturalmente hay pasajes más pesados que otros y algunos pueden resultar repetitivos, como la atención a los cultivos de las fincas de Plinio el Joven, quizá excesiva y motivada por el deseo de conectar a este con los libros correspondientes de la Historia natural. De manera general podemos decir que el libro está bien documentado, la autora indica la fuente de la mayor parte de sus afirmaciones y aporta una bibliografía bastante completa (aunque se echan en falta algunos títulos de autores no ingleses), así como mapas, ilustraciones y una tabla cronológica. Quizá lo más logrado sea la integración del trasfondo histórico en el relato, uno de los objetivos expresos de la autora, así como el retrato del entorno sociocultural de Plinio el Joven.

El libro tiene el valor de atreverse con un personaje muy poco conocido, pero surge la duda de si realmente ha conseguido trasladar al público el interés por Plinio el Joven y los motivos esenciales por los que merece un lugar en la historia cultural. La impresión es que la autora ha preferido destacar la relación con su tío por encima de otros rasgos más significativos de su figura. Esto se percibe en la organización escogida: renuncia al orden cronológico, una decisión que probablemente aporta amenidad (a riesgo de crear confusión en el lector no especialista, a pesar de la tabla cronológica) y, deseando reforzar la conexión entre ambos Plinios, opta por distribuir el material en torno a las estaciones meteorológicas de un año romano. De esta manera escoge como fundamento estructural de la obra un principio de la naturaleza -por otra parte, tampoco excesivamente pertinente en la Historia Natural- que se convierte en el nexo común entre tío y sobrino. Pero, dejando aparte el hecho de que con frecuencia la justificación para colocar un tema u otro bajo el epígrafe de la primavera o el invierno es endeble o inexistente, ¿es realmente esta relación con la enciclopedia de su tío algo significativamente esencial para el conocimiento del joven Plinio?

Tenemos que realizar algunas observaciones sobre la edición española, que hubiera precisado un mayor cuidado editorial, cuando ahora el esmero en este terreno es uno de los valores que distinguen al libro en papel frente al soporte electrónico. La presencia de ilustraciones es un atractivo añadido en una obra de este tipo, pero en este caso, a diferencia de la edición inglesa, son en blanco y negro y, lo que es peor, la calidad de algunas de las reproducciones deja mucho que desear. Otros pequeños indicios de dejadez perjudican el resultado final: la referencia a Séneca el Viejo de la p. 116 es en realidad a su hijo Séneca el filósofo, como se comprueba en la nota; no se adopta la transcripción habitual de los nombres de algunos personajes, como el de Tirón, el secretario de Cicerón, que en la p. 130 aparece como Tiro; la foto de la p. 159 no corresponde a lo que se anuncia en el pie, por mencionar algunos. Por otra parte, hubiera sido útil para el lector, y más teniendo en cuenta que se trata de un libro de divulgación, que la bibliografía se hubiera adaptado a la versión española y se hubieran incluido las traducciones de las fuentes a nuestro idioma

Susana González Marín

Excavaciones en Baelo Claudia

El País ha publicado (16/6/2021) un reportaje de Jesús A. Cañas sobre las excavaciones que se están realizando en Baelo Claudia: Una factoría de salazón de hace dos milenios junto al chiringuito. Os dejamos el texto completo:

Hace casi dos milenios un enigmático empresario gaditano se hizo de oro vendiendo conservas de pescado y salsa garum a buena parte del Imperio Romano. El negocio debió funcionar porque le sobrevivió y estuvo activo 250 años, toda una proeza a ojos contemporáneos donde pocas compañías, como las bodegas de Jerez, pueden presumir de tanta solera. Las nueve piletas en las que ese emprendedor antiguo salaba sus pescados y el patio en el que los limpiaba y preparaba emergen ahora en la excavación arqueológica más importante de las dos últimas décadas en el yacimiento de Baelo Claudia, la ciudad romana de postal ubicada en la actual pedanía de Bolonia (Tarifa).

“La esquina más cercana a la playa florece de la arena. Visualmente es atractivo”, resume José Juan Díaz Rodríguez, arqueólogo y subdirector de los trabajos, mientras decenas de turistas siguen de cerca la excavación desde la terraza de un chiringuito anexo. Ajenos a tanta expectación, 25 estudiantes y expertos de la Universidad de Cádiz se afanan con picos en desenterrar 500 metros cuadrados del barrio sur de Baelo, la ciudad en la que se asentaron los romanos en el siglo II a. C. y que estuvo activa hasta el 700 de nuestra era. Hasta la llegada de los investigadores, el área de excavación no era más que unos muros cubiertos con sedimentos y grava junto a los restos de una amplia villa. Tras dos campañas realizadas entre el verano pasado y esta primavera, han emergido los restos inéditos de una factoría de salazones de 100 metros cuadrados, una taberna y un edificio de uso aún por descubrir.

“La idea es estudiar con ojos modernos la industria pesquera conservera de la ciudad. Los monumentos más importantes que se construyeron aquí se pagaron con las plusvalías de esta industria”, explica el catedrático de Arqueología y director de la excavación, Darío Bernal. De ese pingüe negocio da pistas la factoría que el experto y los suyos han hallado en el barrio sur: un edificio con una zona destinada a nueve piletas de hasta dos metros de profundidad, cada una con capacidad de cuatro metros cúbicos, destinadas a la conserva de pescado y la elaboración de garum, esa suerte de ketchup selecto del Imperio Romano. “En cada pileta podían caber unos 2.000 lomos de mojama. Eso suponía un beneficio económico importante. Además, a diferencia del aceite, las salazones no estaban fiscalizadas, por lo que eran una inversión rentable”, detalla Bernal.

Esa rentabilidad hizo que Baelo Claudia se consolidase como una importante ciudad productora de salazones más allá de la Hispania romana. “Baelo es un puerto donde generalmente se embarca hasta Tingis, en Mauritania. También es un emporio que tiene fábricas de salazones”, escribió el historiador griego Estrabón en el año 18 en Geografía, justo al inicio de los años de mayor esplendor de la localidad. La nueva factoría se suma a las otras ocho ya excavadas en el actual yacimiento visitable, pero los investigadores de la Universidad de Cádiz creen que, al menos, debió de tener hasta 37 fábricas de este tipo destinadas a exportar sus productos. La mayoría se distribuía a lo largo de su casco urbano, especialmente en la zona más cercana al mar, entreverada con otro tipo de edificaciones como viviendas.

La factoría ahora descubierta estuvo activa desde mediados del siglo I d. C. hasta aproximadamente el 300 d. C., según apunta el catedrático. El periodo de 250 años no estuvo exento de vicisitudes y sobresaltos, como los dos maremotos que afectaron a la ciudad en ese lapso de tiempo. “Esta excavación muestra una diacronía, ya que estamos trabajando con lapsos de cinco o seis siglos”, explica Jose Ángel Expósito, arqueólogo y también subdirector de los trabajos. Rodríguez va más allá: “En esta cuña, la ciudad está viva y tiene partes muertas, mantenidas y abandonadas”.

Entre esas idas y venidas, Baelo alcanzó su gloria durante las dinastías Julio Claudia y Antonina, en los siglos I y II d. C. En esos años, la localidad llegó a alcanzar los 2.500 habitantes. “Debió de ser como Conil de la Frontera es hoy a Cádiz [antigua Gades], en proporción”, estima Bernal. De ese pasado hoy queda un fotogénico y visitado yacimiento —en 2019 fue el monumento más visitado de la provincia con 166.785 usuarios— en el que sobresale su foro y basílica, sus cuatro templos y un teatro con capacidad para 2.000 personas. Aunque la extensión de Baelo se estima en unas 13 hectáreas —protegidas desde 1991—, hoy apenas hay excavado un 20%, al que, en el futuro, se sumarán estos 500 metros cuadrados.

Materiales biológicos

Los trabajos se enmarcan en una fase de transición entre un proyecto general de investigación desarrollado por Bernal durante los últimos seis años en otro punto del monumento y el nuevo que está tramitando la Universidad de Cádiz ante la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Cuando supere el trámite, su equipo de investigación tendrá otros seis años para desgranar al detalle todo lo que localice en esa manzana del barrio sur hoy apostada a los pies de la terraza de un chiringuito. En las pesquisas serán clave los materiales biológicos que ahora recogen parcialmente del interior de las piletas colmatadas y que les permitirán reconstruir los ingredientes con los que se preparaba el garum en esa factoría.

Por ahora, ya tienen documentadas hasta cinco variedades con productos del mar macerados con sal y especias, tales como boquerones, sardinas, ostras, erizos o besugos, en unos estudios que suman años de análisis, pruebas y recreaciones. Quizás, en la fábrica ahora descubierta, sus dueños se atreviesen con otros ingredientes que hicieron las delicias de aquellos romanos que vivían más allá de Baelo. De lo que no hay duda es de que el garum gaditano fue tan reputado que “no hay yacimiento romano en el que no haya restos de ánforas procedentes del Estrecho”, remacha Bernal.

La química al servicio de la historia antigua

Manuela y Mª Ángeles Martín Sánchez nos remiten la siguiente noticia. En la antigua ciudad griega de Himera, en el norte de Sicilia, se desarrollaron varias batallas entre las fuerzas griegas y Cartago. Los historiadores antiguos escribieron que la primera batalla en 480 a. C. fue ganada por Himera como resultado del apoyo de provincias griegas circundantes, mientras que el enfrentamiento posterior en 409 a. C. involucró solo a combatientes de la propia Himera, lo que llevó a la ciudad a caer. Para evaluar la exactitud de esos informes, un equipo de EE. UU. e Italia examinó los esqueletos vinculados a las dos batallas: 51 soldados muertos en la batalla del 480 a. C., 11 de la batalla del 409 a.C., y 25 individuos no combatientes del área circundante. Se centró en los isotopos de estroncio y oxígeno, que son absorbidos de los alimentos y aparecen en los huesos y el esmalte dental. Gracias a este análisis el equipo estableció las ubicaciones probables en las que los soldados vivían cuando estaban entre uno y ocho años, momento en el que se formó el esmalte. Sus resultados revelaron que si bien la batalla del 409 a. C. sí involucró a los lugareños de Himera como informaron los historiadores, la batalla anterior fue librada por soldados de fuera del mundo griego, probablemente mercenarios. Puedes leer el rtículo completo aquí: Katherine L. Reinberger, Laurie J. Reitsema,Britney Kyle,Stefano Vassallo,George Kamenov, John Krigbaum: «Isotopic evidence for geographic heterogeneity in Ancient Greek military forces», PLoS ONE, 2021, 16, e0248803 (DOI: 10.1371/journal.pone.0248803)

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