Pedro Olalla es escritor, helenista, profesor, traductor y cineasta. El director de Grecia en el aire y autor de Atlas Mitológico de Grecia, Historia menor de Grecia, Arcadia Feliz y De senectute política cerró el festival Maremagnvm Balears con la proyección del documental Grecia en el aire y el posterior coloquio sobre el mismo.
En primer lugar, el documental nos sitúa en un contexto histórico, la victoria de los griegos sobre los persas en las guerras Médicas. Las riquezas que eso suponía propiciaron un camino más llano hacia el nacimiento de la democracia. Por ende, el derecho fue un logro común, pues nunca la opinión de tanta gente tuvo tanto peso. Así, la ciudadanía puso al alcance de todos el derecho a la palabra, el derecho a decidir. Παρρησία, parrēsía, es el valor para abrir la brecha del silencio, además de la obligación de hablar con la verdad para el bien común. El difícil camino hacia la democracia lo recorrieron todos los atenienses. La libertad y la justicia eran valores que se instauraron en esta época, como otros tantos que no se sabe de dónde manan.
No obstante, al contrario de lo que parece -afirma Olalla- los Estados democráticos realmente eran una ficción, o, en otras palabras, una oligarquía tapada. Aun así, para poder replantearnos el concepto de δημοκρατία debemos volver al origen. Este sistema político se construyó a base de cuatro clases sociales, atendiendo al patrimonio y no ya al linaje. En el pórtico de Zeus libertador se conservaban las leyes de Solón, los cimientos de dicha democracia. En consecuencia, se rompe el monopolio del poder de aquellas familias nobles y se otorgan a cada clase derechos y deberes con el fin de participar en la asamblea. A todos se dio la opción de participar en los tribunales y el derecho a denunciar cualquier injusticia, con el fin de evitar la prosperidad de los inmorales. «Solón no otorgó a Atenas unas simples leyes escritas, sino una auténtica Constitución. No eran las mejores leyes, desde luego, pero sí las mejores de las que entonces podían recibir los atenienses.»
Aquella participación directa en las leyes jamás volvería a suceder. Θόλος, tholos, era el edificio del pritaneo en Atenas donde se reunían los magistrados para decidir nuevas leyes. Pues el mismísimo Péricles, al reunirse allí con otros tantos magistrados, aseguró que no cobraba ni un solo dracma. Por otro lado, el conocidísimo mito de Prometeo se llevó a cabo en el templo de Hefesto y Atenea, así ninguna especie se vería subyugada a otra. Además, Zeus ordenó a Hermes que repartiera la vergüenza y la justicia.
Dice Sófocles en Edipo Col. 1267:
“Pero sentada con Zeus en su trono está la Compasión (Αιδώς) para todas las acciones.” (Tr. de Assella Alamillo)
Apolo, dios olímpico, dio comienzo al linaje griego a través de Ión. Apolo y la Pitia eligieron a los mejores diez hombres para las nuevas tribus. Se deben romper prerrogativas de sangre – decía Clístenes- si realmente se quiere acabar con los intereses de grupos. Como consecuencia, se pretendía mezclar las diferentes tribus para hacer prevalecer el bien común, que todos se vieran forzados a defender el bien de todo un conjunto.
Para finalizar, el filósofo Sócrates fue fiel a la ley (νόμος) y a la justicia (armonía, δίκη), aunque no sean la misma cosa. Cuestiona que un Estado virtuoso ha de saber ser bien gobernado. Esta conducta moral debía atribuirse a los demás, ya a que el hombre sabio debía conducir al Estado hacia «mejores» leyes.
La presentación que Olalla ofrece respecto a Grecia es sublime. No se puede acabar de comprender la actual situación que sufre dicho país sin conocer toda su magnífica trayectoria. Así pues, ya desde la Antigua Grecia se comenzó a forjar el camino hacia la democracia, lo que suponía la participación de todos los ciudadanos. Desgraciadamente, hoy predomina una visión desfavorable del país que un día fue la cuna de la democracia.
Anabel Rubio Aguilera
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