Un trabajo de Cultura clásica: Rutas comerciales entre Gades y Roma

Amelia Montiel, la profesora de Griego que imparte Cultura Clásica de 2º de la ESO en el IES Francisco Salinas, encargó a sus alumnos un trabajo sobre misiones comerciales en época imperial. Luis Mayo Gejo, uno de sus alumnos, propuso la ruta entre Gades y Roma. No reproducimos el trabajo completo por su extensión (25 páginas) pero sí hemos seleccionado algunos pasajes y gráficos por su detalle y originalidad.

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Objetivos de la misión en la ida

Ruta terrestre

Negocios con mercaderes romanos para comercializar el producto gaditano en Roma, para el ejército y otros clientes menores.

Suministros procedentes de Gades para varios clientes posibles tratados en las poblaciones de las regiones de paso en la ruta.

Mercader Romano:     Petronius Marius

Medios de transporte:     18 carros, 36 bueyes y 12 caballos, manejados por 30 personas.

Época de viaje y tiempo meteorológico:     Meses de primavera, con tiempo bueno en clima mediterráneo.

Producto (a exportar) Espadas “Gladius

Espada utilizada como arma por las legiones de Roma (entre S.III a.C. y S.II aprox.).

(Término latino). De esta palabra deriva «gladiador».

Hoja recta y ancha de doble filo. Longitud aproximada de 0.5 m.

Se puede hacer también a medida del usuario.

 

Variedades del Gladius

  • Hispaniensis

Tipo más antiguo y anterior al uso romano. Fue usado originalmente por celtíberos y otras tribus iberas durante las guerras púnicas.

Su eficacia es la causa de que los romanos decidieran adoptarlo más tarde. .

  • Maguncia

El modelo «maguncia» (por la ciudad de Maguncia) es similar al «hispaniensis», tanto que muchos lo consideran del mismo tipo.

Sin embargo, su adaptación a las necesidades, y al estilo de lucha de los romanos, lo hacen un modelo distinto.

  • Pompeii

El modelo “pompeya” (por la ciudad de Pompeya) es el más conocido. Es una versión que evoluciona según la forma de hacer la guerra de Roma. Destaca por tener una hoja más corta y más acinturada, y variaciones en la empuñadura.

 

Técnica del Gladius

El Gladius es una espada ligera, excelente para las formaciones romanas en la época en uso.

El cruce de la hoja le da una forma perfecta para ser alineada con el codo, formando un ángulo de 90º.

Se usa junto al popular scutum.

  • Los legionarios romanos dan veloces y cortas estocadas con ella, y causan serias y probablemente mortales heridas en abdomen, estómago, pecho y pubis.
  • Los legionarios están adiestrados acerca de los puntos débiles del cuerpo y conocen la gravedad de las heridas causadas al enemigo en muslos o ingles, que causan su desangrado.
  • El enemigo puede tardar en morir pero rápidamente pierde los reflejos y la fortaleza por la severa hemorragia, pudiendo sobrevenirle mareos por el esfuerzo, tras lo cual queda, obviamente, fuera de combate.
  • Tampoco los legionarios desdeñan dar estocadas en las rodillas, las corvas o el talón (corte de tendones), lo que inutiliza al adversario.
  • Si el enemigo presenta una guardia baja, el legionario puede atacar de arriba abajo, hiriendo en el rostro o el cuello.
  • La posibilidad de recibir una estocada directa en el rostro es muy temida por los soldados enemigos, provocando que desprotejan así con más frecuencia sus partes bajas.

Las Campañas de la Guerra de las Galias atestiguan la eficacia del Gladius.

  • Los soldados romanos de Julio César pueden atacar de forma escalonada  y sincronizar las filas para reemplazar a los cansados y heridos por soldados frescos de la retaguardia.

El Gladius también es eficaz si el enemigo trata de romper el ala de la cohorte.

 

Características

El gladius se considera la mejor espada que jamás ha existido desde el punto de vista práctico y estratégico y la que más muertes provoca (en la antigüedad).

Las espadas originales hispanas están medidas para cada persona y hechas de hierro de alta calidad, que se trata de una manera especial, dando como resultado muy buenas armas.

Están diseñadas para ataques rápidos de estocada. Esto es muy práctico, ya que el legionario romano que lleva la espada se resguarda tras un scutum. Una vez que el enemigo descarga inútilmente su golpe sobre el escudo o armadura del romano, o se dispone a hacerlo, el romano lanza una rápida estocada con su ágil gladius, y así apuñala y mata al contrincante.

Estas armas son del tipo de las espadas «de antenas», «biglobulares», o «de lengua de carpa» utilizadas tanto por celtas como por celtíberos, muy prácticas para los ataques de iniciativa. Al ser cortas y ligeras permiten lanzar un ataque con gran rapidez, en especial estocadas, para lo que tienen una larga punta. También pueden usarse dando tajos, para lo que tienen doble filo, lo que es menos útil si el enemigo lleva cota de malla.

Las versiones muy antiguas del gladius sugieren el origen hispano de esta arma relacionado con una variante ibérica de la espada tipo «La Tène». En la Galia esta espada se alarga y se hace más de tajo, incluso se fabrica sin punta, mientras que en Hispania se conserva tamaño menor y más adecuado para la doble función del tajo y estocada.

La versión hispana se inspira el gladius romano original, que, con el tiempo, se hace cada vez más corto, más de apuñalamiento. Originalmente, los romanos usan un tipo de características muy similares al original ibérico, con doble filo y una larga punta, capaz de penetrar cotas de malla con una estocada vigorosa.

El gladius evoluciona a formas más simples, hasta llegar al modelo «pompeya», de hoja totalmente recta, y punta más corta. Esto es así porque, al no usar armadura casi nunca los enemigos bárbaros de Roma, basta con una punta más corta y que corre menos riesgo de «atascarse» en las costillas de la víctima al empalarla. Otro motivo es que resultan más simple, barata y más rápida de fabricar.

(El gladius se sustituirá posteriormente por la spatha, copiada de los bárbaros  germánicos).

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Visitas arqueológicas para el verano

Manuela y Mª Ángeles Martín Sánchez nos envían dos sugerencias para el verano.

La primera está al alcance de todos y es hacer una ruta por los puentes romanos de la provincia de Salamanca. La Gaceta de Salamanca sugiere aquí algunas visitas.

Los que estén a punto de visitar Roma podrán aprovechar que se han abierto al público por primera vez nuevos tramos de los subterráneos de las termas de Caracalla y es posible contemplar uno de los cincuenta gigantescos hormos que calentaban el agua. Lee aquí la noticia de ABC.

De cuando Ventris anunció en la BBC que había descifrado el Lineal B

Circula por internet un audio, de apenas tres minutos, de parte de una grabación de la BBC en la que Michael Ventris -quien identificó que lo que subyacía a la escritura Lineal B era griego- anuncia por primera vez de forma pública su desciframiento. Sucedió el 1 de julio de 1952. Me resulta un documento magnífico y emocionante para un clasicista. Se puede escuchar en este enlace.

“For a long time I, too, thought that Etruscan might afford the clue we were looking for. But during the last few weeks, I’ve suddenly come to the conclusion that the Knossos and Pylos tablets must, after all, be written in Greek – a difficult and archaic Greek, seeing that it’s 500 years older than Homer, and written in a rather abbreviated form, but Greek nevertheless. 

Once I made this assumption, most of the peculiarities of the language and spelling which had puzzled me seemed to find a logical explanation, and although many of the tablets remain as incomprehensible as before, many others are suddenly beginning to make sense. As we expected, they seem to contain nothing of any literary value, but merely record the prosaic and often trivial details of the palace administration. We have lists of men and women, for instance, where each name has the person’s trade next to it, and we rediscover familiar Greek words like ποιμήν, ‘shepherd’, κεραμεύς, ‘potter’ χαλκεύς, ‘brownsmith’, *χρυσοϝοργός, ‘goldsmith’. Some of the persons have longer descriptions, like ‘So-and-so, a goatherd watching over the quadrupeds belonging to So-and-so’, or ‘three waitresses whose mother was a slave and whose father was a smith’, or ‘stonemasons for building operations’. Other tablets are lists of commodities, such as wheels: so many of elm, so many of metal, so many with metal bindings and so many of willow. Most of the phrases are quite short. The longest sentence I can find has 11 words and occurs on a tablet from Pylos, which seems to be an assessment for tithes, somewhat as follows: ‘The priestess holds the following acres of productive land on a lease from the property-owners and undertakes to maintain them in the future’. 

The Pylos tablets look like being Greek throughout, which is only what one would expect from their date and location. But even if it turns out that any of the main phrasing of the Knossos tablets is in Greek, and that this is interspersed with names and words of some indigenous language, we shall still be forced to revise our conception of the history of this period. The last palace of Knossos has all the appearance of being part of a native island culture. But, if my suggestion is right, the Greeks must in fact have arrived in Crete at its building, and not merely been its destroyers, and it must have been they who devised the new Linear script B for their own purposes. If this is so, there’s a case for calling the tablets which Myres and Bennett have published Mycenaean, and not Minoan in a strict sense at all. I’ve suggested that there’s now a better chance of reading these earliest European inscriptions than ever before, but there’s evidently a great deal more work to do before we are all agreed on the solution to the problem”. 

Traducción: “Durante mucho tiempo yo también pensé que el etrusco podía proporcionar la clave que estábamos buscando, pero en las últimas semanas he llegado a la conclusión, de forma repentina, de que las tablillas de Cnosos y Pilos deben de estar escritas en griego; un griego difícil y arcaico, ya que es 500 años anterior a Homero, y un griego en forma algo abreviada, pero griego, no obstante. 

Una vez hice esta suposición, la mayoría de las peculiaridades de esta lengua y de su escritura que me habían estado desconcertando parecieron encontrar una explicación lógica. Aunque algunas tablillas son aún tan incomprensibles como antes, muchas otras están empezando a cobrar sentido. Como esperábamos, no parecen contener nada valioso desde el punto de vista literario, sino que simplemente testimonian detalles prosaicos y a menudo triviales de la administración palacial. Tenemos, por ejemplo, listas de hombres y mujeres, donde cada nombre tiene [escrito] el oficio de dicha persona al lado, y encontramos palabras familiares en griego, como ποιμήν, ‘pastor’, κεραμεύς, ‘alfarero’, χαλκεύς, ‘cobrero’, *χρυσοϝοργός, ‘orfebre’. Algunas personas tienen descripciones más largas, como “Fulanito, un cabrero que cuida de los cuadrúpedos pertenecientes a Fulanito”, o “tres sirvientas cuya madre era esclava y cuyo padre era herrero”, o “albañiles para operaciones de construcción”. Otras tablillas son inventarios de productos, como p. ej. ruedas: “tantas de madera de olmo, tantas de metal, tantas con sujecciones de metal, tantas de madera de sauce”. La mayoría de las frases son muy cortas. La más larga que he podido encontrar tiene 11 palabras y está en una tablilla de Pilos, que parece haber sido una tasación para el diezmo; [dice] algo así: «La sacerdotisa posee la siguiente cantidad de acres de tierra productiva en arrendamiento de sus propietarios y se compromete a mantenerlas en el futuro». 

Las tablillas de Pilos parecen estar todas en griego, que es lo esperable teniendo en cuenta su datación y lugar de origen. Pero si resulta que el grueso de las tablillas de Cnosos está en griego pero intercalado con nombres propios y palabras de alguna lengua indígena nos veremos obligados a replantearnos nuestra concepción de la historia de este período. El último palacio de Cnosos parece pertenecer a la cultura nativa de la isla, pero, si lo que sugiero es cierto, los griegos debieron de haber llegado a Creta a la par que se construía, y no haber sido simplemente sus destructores, y deben de haber sido ellos quienes concibieron la nueva escritura Lineal B para sus propios fines. Si esto así, habría que llamar las tablillas que han publicado Myres y Bennett «micénicas», y no «minoicas» en absoluto. Sugiero que existen ahora mejores posibilidades que nunca de leer estas inscripciones, las más antiguas de Europa, pero, evidentemente, hay muchísimo más trabajo que hacer antes de que todos nos pongamos de acuerdo en la solución al problema”. 

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Dos fragmentos de una carta de Michael Ventris a Emmett L. Bennett, en cuyos estudios sobre el Lineal B se apoyó Ventris para el desciframiento. Fechada el 18 de junio de 1952, pocos días antes del anuncio radiofónico. Ventris le comunica su hallazgo (“creo que tengo buenas noticias para ti: lo mejor es que juzgues tú mismo, pero creo que he descifrado el Lineal B, y que [las tablillas de] Cnosos y de Pilos están, ambas, en griego”). Más adelante, incluye algunas de sus lecturas. La carta puede consultarse completa aquí .
Apenas unos días después del anuncio, John Chadwick, que estaba, en el momento de la intervención de Ventris, escuchando la BBC, hizo por conseguir el contacto de Ventris y comenzó un intercambio de cartas entre ellos. Esta es la primera que Chadwick le envió, donde, además de colmarlo de felicitaciones, le ruega que trabajen juntos en el desciframiento:

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“Estimado Sr. Ventris: Permítame en primer lugar felicitarlo por haber solucionado el problema minoico; es un logro magnífico y está ud. tan solo al comienzo de su triunfo. […] Me gustaría mucho poder hablarlo con usted y espero que podamos concertar un encuentro. Supongo que no viene a Oxford muy a menudo. De todos modos, si hay algo que pueda hacer un mero filólogo, hágamelo saber” (Puede leerse completa aquí)
Fechada el mismo día -el 13 de julio de 1952-, se conserva (disponible en el mismo enlace) la respuesta de Ventris a Chadwick, aceptando el ofrecimiento y mostrándose desanimado por la falta de respaldo inicial -durante los primeros meses, Ventris encontró el rechazo de muchos especialistas, rechazo reforzado por los prejuicios, ciertamente, de que Ventris no fuese filólogo ni tuviese relación con el mundo universitario: era arquitecto-.

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“Estimado Sr. Chadwick: Muchas gracias por su carta. Es muy alentador tener noticias de alguien que ha trabajado en el problema minoico y que está de acuerdo con mi teoría del griego, ya que, francamente, me veo en estos momentos bastante necesitado de apoyo moral. Todo este asunto está llegando a un punto en el que mucha gente lo mira con gran escepticismo, y soy consciente de que, de momento, hay mucho que no puede explicarse de forma satisfactoria […] Me sería muy útil contar con su ayuda, no solo para intentar averiguar el sentido de los testimonios, sino también para obtener conclusiones correctas en cuanto a las formaciones [de palabras], en términos de dialecto y etapa de desarrollo [de la lengua]”
Poco después, en 1953, publicaron, conjuntamente, el artículo «Evidence for Greek Dialect in the Mycenaean Archives», la primera publicación que avalaba científicamente el descubrimiento anticipado y, juntos, compartirían para siempre el honor del desciframiento.

Ana Laguna

Salamanca. Clásicos. Vivos. 800 años. ¡Y más!

Podéis ver en YouTube el vídeo que, promovido por la Prof. Henar Velasco y protagonizado por ella y un grupo de becarios y alumnos de la Facultad de Filología (no solo de Filología Clásica sino de otros grados), se ha realizado en la Hospedería de Anaya.

Hay momentos en los que uno necesita afirmarse, proclamar a los cuatro vientos que los estudios a los que ha decidido entregarse en cuerpo y alma son importantes no sólo para sí sino para la sociedad entera. Ese convencimiento se transforma en un arma poderosísima para vencer las dificultades, las crisis, un acicate para afrontar nuevos retos con alegría y entusiasmo.

El trasfondo de este vídeo se nutre de la necesidad de transmitir esta idea a los alumnos del Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo.

Ellos, al leer a los autores griegos y latinos, son Homero, Virgilio, Safo, Catulo. Lo son por su capacidad para abordarles en sus lenguas originales, de prestar a atención a las palabras que con ellas se acuñaron y aún utilizamos hoy, de entender quiénes les inspiraron y de situar a estos genios de la literatura universal en sus contextos originales, en las respectivas madres patrias, en los lugares que real o figuradamente los acogieron hasta desembocar en esta Salamanca nuestra en el octavo centenario de su fundación primera.

Toda la labor que llevamos a cabo revierte en ese pozo de la Sabiduría que nos conecta con el Más Allá y nos interroga: “¿Quién vive? ¿Quién anda ahí?” Desde esa imaginaria cuadratura del círculo tengamos valor para responder:

         Nosotros. Clásicos. Vivos. Salamanca. 800 años ¡Y más!

                                                                                       Henar Velasco López

P.S. Gracias a todos y cada uno de los alumnos de los distintos grados, másteres y doctorado de la Facultad de Filología de la Usal que respondisteis con confianza y generosidad a esta “locura”. Muchísimas gracias a quienes me habéis respaldado y dado buenos consejos, a los que habéis grabado, organizado la producción y la difusión de este mensaje tan clásico, pero vertido en un formato tan actual. Gracias de todo corazón por ayudarme a materializar esta idea. Sin vosotros no habría sido posible. Vosotros sois el presente y el futuro. Vuestra la responsabilidad de mantener a los Clásicos vivos y de revindicar su papel en el mundo. VALETE. ΧΑΙΡΕΤΕ

Posca, ¿el tinto/calimocho de verano?

María Isabel Pérez Alonso nos envía el enlace a este podcast del programa de información agraria de Onda Cero, «Onda agraria». En él se compara una antigua bebida de griegos y romanos, posca, con el calimocho o el tinto de verano. Desde el minuto 6’32 hasta el 14’40 se habla del tema e incluso se da una pequeña receta adaptada a los gustos modernos por si alguien se anima a prepararla. La comparación con el tinto de verano parece un poco optimista, puesto que posca, al fin y al cabo, era agua con vinagre.  En efecto, se trata de una bebida refrescante para los que no podían pagarse nada mejor y con una esponja empapada en ella fue con lo que aliviaron a Cristo en la cruz.

El vinagre era un producto que en palabras de Plinio el Viejo «al menos, aun siendo malo, tiene la virtud de sus múltiples usos, sin los cuales la vida no podría transcurrir suavemente» (14,125) . En efecto, él lo menciona con frecuencia por sus propiedades terapéuticas. En el terreno gastronómico también habla de una bebida realizada con miel y vinagre: «Más aún, incluso se mezclaba el vinagre con la miel, hasta tal punto el hombre no ha dejado nada por intentar. A este preparado lo llamaron oximiel: diez libras de miel, cinco heminas de vinagre añejo, una libra de sal marina, cinco sextarios de agua
de lluvia; se hierve ligeramente diez veces, luego se trasvasa y se deja envejecer así.» (Agradecemos las traducciones de Plinio a Eusebia Tarriño)

Diego Corral nos envía como complemento el enlace a este blog especializado en comida antigua De re coquinaria.

Susana González Marín

 

 

 

Microrrelato finalista: Incógnito

Incógnito

Los parroquianos habituales del bar rompieron a aplaudir y jalear cuando el dardo se
clavó en el centro exacto de la diana por decimoséptima vez consecutiva. El joven
tirador se sonrió.
Alguien le palmeó efusivamente en la espalda y él esbozó un leve gesto de dolor.
Esconder el arco y las flechas fue sencillo, pero le había costado mucho plegar las alas
bajo la ropa.

Alicia Isabel León Lobera

Relato premiado con el accésit del Concurso de microrrelatos de tema clásico 2019

El latín de los otros profesores

Algunos empezamos a estudiar latín este curso. Otros ya sabíamos algo, lo que corresponde a la asignatura de 4º de ESO. Todos ahora, a estas alturas de 1º de Bachillerato, sabemos que las profesoras de latín no hablan en latín y que los latinajos suenan también en otras clases. Precisamente queríamos hablaros de eso, de “los latines” fuera de la clase de Latín. Así que nos hemos hecho investigadores por horas y hemos recopilado datos y recuerdos de ese latín de los otros profesores.

Por parejas, y cuestionario en mano, abordamos a distintos profesores de 1º de Bachillerato: de Inglés, de Lengua, de Literatura Universal, de Economía, de Religión, de Filosofía, de Educación Física, de Historia. A priori pensábamos que solo las asignaturas “de letras” nos proporcionarían datos para nuestra investigación, pero ahora ya no tenemos ese prejuicio, y vosotros también os vais a deshacer de él, si seguís leyendo esto para informaros sobre los resultados.

En efecto, hemos comprobado que, en las clases de Literatura Universal, de Filosofía y de Religión, pero también de Economía, de Inglés o de Educación Física se utilizan muchas expresiones en latín. En Literatura Universal el latín pervive en los tópicos literarios, esas formulaciones universales sobre la nostalgia del paso del tiempo, sobre la felicidad y el bienestar que proporcionan ciertos lugares, pero entre las que también hay alguna máxima que deja al descubierto la ferocidad de la especie humana. Del paso del tiempo hablan el Vbi sunt (“¿Dónde están aquellos que nos precedieron?”), que nos recuerda a los que vivieron antes que nosotros, el Collige, virgo, rosas (“Recoge, muchacha, las flores”) y el Carpe diem (“Disfruta el momento”), que nos invitan a aprovechar el tiempo y vivir con plenitud cada instante. El Beatus ille (“Dichoso aquel que…”) evoca la vida idealizada de un campesino. A un locus amoenus (“lugar agradable”) iríamos para sentirnos bien allí y alejarnos del mundanal ruido. Pero el Homo homini lupus (“El hombre es un lobo para el hombre”) nos devuelve, desde el paraíso del locus amoenus, a la realidad de la lucha fiera y salvaje entre los miembros de la misma especie, y nos invita a aceptar lo mejor y lo peor de nuestra naturaleza humana.

En Filosofía nos hemos encontrado el latín al estudiar cuestiones de distintos momentos de la historia de esta disciplina. Ya por el siglo XIII Tomás de Aquino utilizaba las expresiones a priori y a posteriori para clasificar las pruebas racionales de la existencia de Dios. También se nombran en latín las falacias materiales -argumentos formalmente convincentes pero intencionadamente incorrectos-, por ejemplo: ad populum (apelación a los prejuicios de la mayoría, “del pueblo”), ad verecundiam (argumento de autoridad, o de “respeto”), ad nauseam (argumento por reiteración, o “hasta la saciedad”). En la Ilustración es de todos conocida la invitación al conocimiento formulada por I. Kant: Sapere aude (“Atrévete a saber”). Y en el siglo XVII, con Descartes, hemos aprendido qué es la res infinita (Dios), la res extensa (todo lo físico) y la res cogitans (pensamiento sin base biológica). Y, más cerca de nuestra época, qué decir de las conexiones entre la res extensa y la física mecanicista, o entre la res cogitans y la inteligencia artificial.

En Lengua Española no nos sorprendió escuchar aquello de pluralia tantum (“solo plurales”) para designar las palabras que solo tienen plural, como “tijeras” o “gafas”.

Hasta en Inglés hay huellas del latín, porque eso de a.m. y p. m., no es otra cosa que  ante meridiem (“antes del mediodía”) y post meridiem (“después del mediodía”).

Podéis decirnos que, claro, como somos del Bachillerato de Humanidades, buscamos solo latín en las asignaturas “de letras”.  Pues no. La profesora de Economía utiliza en sus explicaciones muchas expresiones latinas, así que nos ha proporcionado muchos datos para este trabajo (y en cierto modo ha sido la promotora de él, por algo que preguntó sobre una expresión en latín). Por ejemplo, dice la profesora ceteris paribus (“permaneciendo el resto constante”) cuando algunos factores no se modifican, o id est (“esto es”), o ex post (“después del hecho”), tecnicismos que demuestran que sí, que en las ciencias jóvenes de nuestra época, igual que ocurría en la Antigüedad, los saberes no están separados; y, además, las expresiones en latín añaden a una ciencia relativamente nueva “pedigrí”. Y reservamos para el final una expresión muy citada en las clases de Economía.

Incluso en las clases de Educación Física “suena el latín”: citius, altius, fortius, esto es lo que grita la profesora para animarnos, repitiendo el lema del Comité Olímpico Internacional, es decir, “más rápido, más alto, con más fuerza”. Y también sabemos que la expresión Anima sana in corpore sano (“Una mente sana en un cuerpo sano”), procede de una sátira de Juvenal y es un ideal de vida, para los antiguos y para nosotros, no solo el acrónimo de una marca japonesa de zapatillas y ropa deportiva (ASICS).

Ahora seguimos sumando expresiones, pero que, más que con los contenidos de las asignaturas, tienen que ver con la memoria sentimental de los profesores. En la clase de Historia la expresión latina más utilizada por nuestro profesor le hace recordar a su Alma mater, es decir, a la universidad donde estudió, la USAL. Es un proverbio: Quod natura non dat, Salmantica non prestat (“Lo que la naturaleza no da, no lo regala Salamanca”), que traducido en “versión libre” significa que para saber no basta con ir a estudiar a Salamanca. Con él insistía ya la sabiduría popular en la importancia de las cualidades naturales para el estudio, es decir, que hay que “tener madera”.

Las profesoras de Inglés y de Educación Física nos piden resignación, una vez repartido el examen: Alea iacta est (“la suerte está echada”). La de Educación Física repite las famosas palabras de Julio César Veni, vidi, vici (“Llegué, vi, vencí”), o nos dice en latín que nuestras excusas solo sirven para inculparnos: Excusatio non petita, accusatio manifesta (“Excusa no pedida, inculpación palmaria”). Y la de Inglés también traduce del latín al inglés, convirtiendo el famoso principio de Descartes Cogito, ergo sum (“pienso, luego existo”) en “I think, therefore I am”, porque no está muy segura de que lo vayamos a entender en el original latino.

El profesor de Religión disfruta utilizando en clase las expresiones latinas que él escuchó y aprendió durante sus años de formación. No es que estén relacionadas directamente con la materia que imparte, sino con la sabiduría vital que a todos concierne. Cuando dice In medio uirtus (“La virtud está en el término medio”), sabemos que “nos estamos pasando”. Si oímos Verba uolant, scripta manent (“Las palabras vuelan, lo escrito permanece”), significa que tenemos que tomar apuntes. Y cuando nos ve repasando como locos el minuto antes de empezar el examen, nos riñe cariñosamente con esta expresión: Non tempus studere, sed studisse (“No es momento de estudiar, sino de haber estudiado”).

Eran otros tiempos aquellos, casi legendarios, en que nuestros profesores eran estudiantes y también estudiaban latín, porque era obligatorio en la Edad Media y en el BUP, que es como antes se llamaba al Bachillerato. Por cierto, ninguno quedó traumatizado por ello. Todos guardan un agradable recuerdo de aquellos tiempos en que escucharon por primera vez el rosa, rosae (ni se te ocurra leer ro-sá-e, que te ganas un suspenso “preventivo”). Incluso una profesora siente que “se ha perdido algo”, porque en su época ya no era obligatorio. Cuentan que les gustaba aprender esa lengua porque era parecido a hacer puzzles, por el placer de la exactitud. A alguno le costaba estudiar el vocabulario, a otros les encantaba escuchar las historias de la Antigua Roma, aprender una gramática con reglas fijas, tener un diccionario donde podías guardar “las chuletas”. Todos sacaban muy buenas notas, según dicen ellos. Para alguno citar las expresiones latinas es un homenaje a sus antiguos profesores. Otra ha comprobado que se ha cumplido la profecía de su profesora de Latín: “El latín es una herramienta que vais a utilizar siempre”.

En fin, quod erat demostrandum, es decir, lo que queríamos demostrar: la huella omnipresente del latín.

A todos los profesores que han colaborado maximas gratias agimus.

Alumnos de Latín de 1º de Bachillerato del IES “Cardenal Pardo de Tavera”, de Toro (Zamora), coordinados por Isabel Gómez Santamaría

 

El terror en la literatura (en la clásica, también)

El próximo mes de julio la Universidad de Zaragoza organiza un curso extraordinario en Jaca sobre la literatura de terror, centrado en algunos de sus personajes arquetípicos: brujas, vampiros y hombres lobo. Por supuesto, habrá una introducción al subgénero literario: sus rasgos, sus aporías —¿por qué leer algo que nos da miedo? ¿por qué nos da miedo, si no creemos en ello?— su vinculación con el cine, y por supuesto, su historia.

El relato de terror no comienza, en realidad,  con la novela gótica, a fines del s. XVIII, del mismo modo que en la Edad Media tardía representaciones como la Danse Macabre  o los esqueletos de santos adornados con joyas en sus relicarios, que a nosotros hoy solo nos horripilan, no tenían como función principal asustar, sino intención ante todo edificante. Como bien sabemos en Notae tironianae, todo empieza con los clásicos. La literatura clásica, dejando aparte monstruos mitológicos, omina y portenta, nos ofrece estupendos relatos que configuran situaciones y personajes que hoy son típicos del género: el relato del hombre lobo en Petronio (Satyricon 62), los diversos episodios entre fantásticos y terroríficos que se encuentran en El asno de Oro de Apuleyo, y las descripciones de los tristes espíritus de ultratumba, tanto las de Homero (Patroclo, Il. 23, 65-92; Aquiles, Od. 11, 465-497) como las de Virgilio (Héctor, Aen. II, 271-279; Anquises, Aen. VI, 700-702), que son el modelo de nuestro modo de describir al “aparecido”. Así, el espíritu de Héctor se muestra sucio y con las heridas que causaron su muerte:

ei mihi, qualis erat, quantum mutatus ab illo
Hectore qui redit exivias indutus Achilli (…)
squalentem barbam et concretos sanguine crinis
volneraque illa gerens, quae circum plurima murus
accepit patrios…

(Aen. II, 274-5, 278-9)

«Ay de mí, cuál estaba! ¡cuán distinto/ del Héctor vencedor que orna sus hombros/con las armas de Aquiles (…); barba y cabello en sangre enmugrecidos,/cuerpo con mil recientes cicatrices, /de tanta herida ante los patrios muros… (Tr.: Aurelio Espinosa Pólit)

En el Averno, el padre de Eneas por tres veces se escapa de los brazos de su hijo, sin más sustancia que el viento, o un sueño:

ter conatus ibi colo dare bracchia circum;       
ter frustra comprensa manus effugit imago,
par leuibus uentis uolucrique simillima somno.

(Aen. VI, 700-702)

«…Cercarle quiso /con los brazos el cuello por tres veces, /y otras tantas en vano aprisionada, /aura ligera, se esfumó su imagen /cual sueño volador» (Tr.: Aurelio Espinosa Pólit)

Pero mi espectro clásico favorito es el que aterroriza en Atenas a los habitantes de una casa encantada, y que consigue apaciguar el filósofo Atenodoro, al hallar su tumba en el jardín, según nos narra Plinio el Joven (Epistulae VII, 27, 5-11). No solo es un relato de “casa encantada” canónico, digno de Iker Jiménez; muestra al primer fantasma con cadenas de la literatura, o al menos, se adelanta en dieciocho siglos al espíritu dickensiano del avariento Jacob Marley, encadenado a sus cajas de caudales en A Christmas Carrol:

Senex macie et squalore confectus, promisa barba, horrenti capillo, cruribus compedes, manibus catenas gerebat quatiebatque … (Plinio el Joven, Ep. VII, 27, 5)

«… despues aparecia un espectro, un anciano extenuado por la delgadez y la suciedad, con una larga barba y cabellos hirsutos, que llevaba grilletes en las piernas y cadenas en las manos, que movia al caminar» (Tr.: Julián González Fernández)

Y si queréis viajar a la India, en sus textos clásicos os podéis encontrar con funestos compañeros como bhūtas (fantasmas de difuntos) y vetālas (espíritu que suele poseer los cadáveres), o situaciones como la que se produce en el Caṇḍakauśikam (“la ira de Kauśika”), un drama de Kṣemīśvara (s. X d.C.) donde el protagonista, un rey arrastrado a lo más bajo por un cúmulo de desdichas, se ve obligado a pasar la noche en un crematorio de cadáveres —el equivalente hindú de nuestros cementerios— y allí presencia un horripilante espectáculo de fantasmas, buitres, vetālas y devoradores de cadáveres; el célebre Thriller de Michael Jackson no ofrece más, desde luego.

De todo ello hablaremos del 22 al 24 de julio en Jaca, hermosa ciudad del Pirineo oscense, con una espléndida catedral románica y rodeada de unos parajes sensacionales. La matrícula está abierta hasta el 25 de junio; información y matrícula aquí.

La asistencia se puede convalidar por créditos ECTS (ver información) y como actividad de Formación Permanente de Profesorado.

Francisco J. Rubio Orecilla.

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Cerberus lanza una OPA sobre Optimum

La frase «Cerberus lanza una OPA sobre Optimum» quizá podría tomarse como parte de la trama de una película de superhéroes, si por un momento nos despistamos y supusiéramos que una OPA es una poderosísima arma, similar al escudo de «vibranium» del Capitán América o al lazo de la verdad de Wonder Woman. Pero no, es el resumen de una noticia que en su versión desarrollada ha sido publicada por El Diario (13/6/2019): El fondo buitre Cerberus lanza una OPA sobre la socimi Optimum (enlace enviado por Diego Corral Varela). Tras leerla y confirmar que no estamos en una película ni en un cómic sino en la vida real y que tanto Cerberus como Optimum (a pesar de las indudables resonancias positivas de este nombre) son las denominaciones escogidas por entidades tan poco recomendables, resulta inquietante la afición de éstas al latín. Eso sí, en el caso de Cerberus a los promotores de la idea no se les puede reprochar hipocresía: ¿quién si no un fondo buitre podría escoger como nombre el del temible guardián de las puertas del infierno?

Pero, cuidado con Hércules.

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P.P. Rubens, Hércules y el Cancerbero. Museo del Prado

Susana González

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