Docere et delectare

Entre las perplejidades de la forzada fábula moral que publicó ayer Notae Tironianae, me llamó particularmente la atención esa conexión etimológica entre indulto y dulce, lo suficiente como para obligarme a acudir a la fuente original. La referencia es precisa, y en el mismo segmento en el que Emilio del Río comenta alegremente que Málaga «estuvo bajo dominio cartaginés hasta que llegamos los romanos y ahí ya le dimos un gran empujón», el conocido performer asegura que «el indulgente, al perdonar a otro, le está endulzando la vida».

Para cualquiera con cierta competencia lingüística, la relación entre indulgeo y dulcis no pasaría de una evidente etimología popular. Y se equivocaría, porque, paradójicamente, de popular tiene poco y parece, más bien, el resultado de una infundada especulación erudita.

La desganada búsqueda que he hecho me ha presentado como el postulante más antiguo de esa etimología a Perizonius, el nombre con el que firmaba el holandés Jakob Voorbroek (1651-1715). Perizonius anotó una edición de la Minerva del Brocense que incluía ya añadidos de Caspar Schoppe (1576-1649) y que ayudó a terminar de dar a conocer el pensamiento lingüístico de Sánchez de las Brozas en los cenáculos eruditos de la Europa del siglo XVIII; un ejemplar incompleto de una de esas ediciones se encuentra entre los fondos de la Biblioteca General de la Universidad de Salamanca. En la nota 72 al tercer capítulo del tercer libro de la Minerva, Perizonius sostiene: «Si buscásemos el origen del verbo, deduciría esto, que ni de algeo ni de urgeo [como había apuntado Vossius], sino de dulcis, con las letras C y G intercambiadas entre sí, como suele ocurrir frecuentemente. Así realmente significaría “ser dulce para alguien”». Esta etimología va salpicando algunas obras de los siglos XVIII y XIX hasta que encuentra cabida en el diccionario de Ch. T. Lewis y Ch. Short, cuyo escrúpulo se percibe en el cauto aviso de que se trata de una etimología dudosa.

Es probable que un rastreo más preciso añada algunos nombres notables tanto antes de Perizonius como después de Lewis y Short hasta llegar a Del Río, pero esa lista no dejaría de ser igual de baladí que esta. Un vistazo al diccionario etimológico de Michiel de Vaan basta para deshacer el espejismo. Aunque sin demasiadas seguridades, De Vaan se acaba inclinando por la raíz *delgh– ‘estar duro’. En cuanto a dulcis, cuya relación como cognado con las formas griegas γλυκύς y de-re-u-ko cuestiona, termina por proponer que se trate de un préstamo de otra lengua, si bien apunta la posibilidad de una conexión con la raíz *glgt- presente en lac y γάλα.

Conviene entonces relegar indulto y dulce a los no infrecuentes casos de etimología creativa con los que Emilio del Río, como Luis Piedrahita, deleita a su público. Porque siempre se trató de deleitar, ¿no?

Diego Corral Varela

El subidón del verano: Apolo en polo

Ejemplos en cine, narrativa, arte o publicidad del tirón sexual de griegos y romanos hay muchos. Y sigue demostrándolo uno de los anuncios más oídos esta temporada, El subidón del verano, el anuncio del cupón del verano de la Once, responsabilidad de Sra. Rushmore.

La letra de la canción del anuncio principal dice así (puedes verlo aquí): “Estoy tremendo, estoy crocanti, soy el oro del Perú, llámame tiramisú. Apolo en polo, un maniquí, con el Extra de Verano soy un géiser, soy Trajano”, pero atended a las cuñas de radio, cuyo títulos son Tiziano, Trajano, Romano, Cicerón y Leopardo

Pasad un buen verano aunque no tengáis la tableta de un romano.

Susana González Marín

Indulgens Caesar

Recientemente está en boca de toda la prensa nacional la noticia de que el gobierno ha indultado la pena de prisión a los líderes del procés catalán. Con este paso político, el ejecutivo ha querido situarse en una posición favorable estratégicamente, puesto que ante la intransigencia e inmovilismo de los gobiernos anteriores éste se presenta como un gobierno clemente, magnánimo, dispuesto a la concordia y el diálogo. Pues bien, esta estratagema política ya fue usada por Cayo Julio César hace unos dos mil años.

El profesor Emilio del Río aprovechó la noticia para recordar la etimología de la palabra indulto en una de sus últimas intervenciones en el programa radiofónico de Pepa Fernández en RTVE. Indulto proviene del participio pasivo latino indultum del verbo indulgere, “ser complaciente”. Es precisamente de este verbo de donde derivan las palabras españolas «indulgencia» e «indulgente».  El profesor escarba un poco más en la historia de indulgere, para señalar que proviene de otro verbo latino, dulcere, que significa hacer dulce, endulzar.  Así pues, el indulto -al menos etimológicamente- endulza la vida de aquellos que han tenido la suerte de recibirlo.

Como adelantaba antes, César no tuvo problemas a lo largo de su cursus honorum de endulzar la vida de sus amigos y enemigos políticos, indultándolos de sus penas. Este carácter lleno de misericordia, lenitas y liberalitas; esta clementia Caesaris, cristaliza en la obra literaria del propio César. Los comentarios a la Guerra de las Galias y a la Guerra Civil se convierten en un panfleto propagandístico de la figura del general. César se autorepresenta como un general misericordioso que únicamente actúa por el bien de la República romana. Como dice von Albrecht en su Historia de la literatura romana, la misericordia no es considerada como un valor ético, sino como una táctica política; una mercadería que se lleva a niveles preocupantes.

Uno de los primeros intentos de indultar por parte de César fue en el año 63 a.C., durante el consulado de Cicerón. César quiso perdonar la pena de muerte a los golpistas catilinarios, cambiándola por la pena perpetua, por lo que se tuvo que enfrentar en debate público a Catón en el senado. Finalmente, se impuso la opinión de Catón y los rebeldes fueron asesinados. A partir de entonces, Catón y César estarían enemistados. Catón se encargó de retratar en el senado la verdadera “clemencia” de César, acusándolo de hacer una guerra injusta en las Galias y pidiendo su castigo (Plut. Caes. 22).

Con los años, tras la Batalla de Farsalia (48 a. C.), César indultaría a aquellos que desertaron de la causa de Pompeyo en la Guerra Civil (49 a.C- 45 a.C.). Así perdonó a personajes como Marco Junio Bruto, Cayo Casio Longino o Marco Tulio Cicerón. César tenía en gran consideración a Cicerón, más por su talento como orador que como político. César y Cicerón habían tenido el mismo maestro de retórica: Apolonio Molón de Rodas. Y César admiraba a Cicerón porque tenía más mérito extender las fronteras del espíritu romano que las del Imperio (Cic., Brutus 254). En definitiva, ambos eran muy conscientes de lo que supone escribir el relato histórico y oficial.

Sin embargo, como es sabido por todos, estos indultos acabarían costándole la vida. A causa de su clemencia César acabó perdiendo su vida, tras recibir 23 puñaladas en los idus de Marzo del 44 a.C. Solo espero que la historia no se repita en la actualidad.

Enrique Ferrer Piña

La Odisea de Blackie Books entre los libros mejor editados del 2020

El Ministerio de Cultura y Deporte concedido ayer los Premios a los Libros Mejor Editados en 2020. El Segundo premio dentro de la categoría de Obras Generales y de Divulgación ha sido concedido a ‘La Odisea, de Homero‘; historietista y animador Eduardo Pelegrín Martínez de Pisón. Editado por Blackie Books. «Originalidad en un libro complejo para todos los públicos. Gran trabajo de composición con ilustraciones muy expresivas».

Agradecemos a Diego Corral Varela el envío de la noticia.

Enhorabuena a Blackie Books, esperamos con ganas el próximo volumen de la colección.

El hilo de oro, de David Hernández de la Fuente

Guillermo Altares en El País (5/7/2021) se hace eco de la publicación de El hilo de oro, un nuevo libro de David Hernández de la Fuente, profesor de Filología griega en la Univ. Complutense de Madrid, con el que se ha entrevistado.

Reproducimos el texto:

El historiador griego Polibio (200 a. C.–118 a. C.) describió la decadencia de la democracia en Atenas utilizando como metáfora un barco en el que cada uno se ocupa de lo suyo, y los marinos son incapaces de ponerse de acuerdo en un mínimo común: “Unos pretenden continuar la travesía, mientras que otros presionan al capitán para echar el ancla, estos sueltan velas y aquellos se lo impiden. No solo se produce un espectáculo vergonzoso, sino que esta situación se convierte en un peligro para el resto de los pasajeros. A menudo, tras escapar de las tormentas más fieras naufragan en puerto”. Resultan inquietantes los ecos de esta cita en el presente, porque parece describir la división irreconciliable en varias democracias occidentales. Está incluida en El hilo de oro (Ariel), el erudito y sorprendente libro del helenista David Hernández de la Fuente que en sus nueve capítulos presenta muchas de las lecciones que los autores clásicos pueden ofrecer para ayudar a leer el presente.

La obra de este escritor y catedrático de Filología Clásica de la Universidad Complutense es una de las muchas que han llegado a las mesas de novedades de las librerías tras el éxito de El infinito en un junco (Siruela), de Irene Vallejo. El ensayo sobre la historia de los libros, que acumula ediciones, traducciones y premios, es a la vez la causa y la consecuencia de este auge. Su éxito ha provocado un efecto de arrastre, sin duda, pero es a la vez un síntoma del interés por el mundo antiguo que, como subraya Hernández de la Fuente, de 46 años, también queda reflejado en la cantidad de revistas sobre temas de historia o incluso en las películas de superhéroes. Paradójicamente, el latín y el griego tienen cada vez menos presencia en la enseñanza. El libro incide en una paradoja: los clásicos son muy actuales. Hay una vieja cita que dice que Homero es joven cada mañana y que no hay nada tan viejo como el periódico del día

“El mundo clásico no es patrimonio de nadie”, señala en una terraza del parque madrileño del Retiro, adonde Hernández de la Fuente acude con la misma bicicleta con la que va a la universidad. “La asociación entre un pensamiento conservador y el latín y el griego nos ha perjudicado mucho. También ha sido asociado a una idea imperialista, de superioridad occidental y europea. Y no es así. Hay muchos ensayistas que han roto ese esquema y se están estudiando los clásicos desde muchos puntos de vista. El libro incide en la paradoja de que los clásicos son muy actuales. Hay una vieja cita que dice que Homero es joven cada mañana y que no hay nada tan viejo como el periódico del día anterior”.

“No creo que la historia sea circular, pero sí podemos ver patrones de comportamiento, paralelismos que se repiten en las dos grandes sociedades participativas del mundo antiguo, no quiero decir democráticas porque son muy diferentes: Atenas y Roma”, prosigue el autor de ensayos como Oráculos, Vidas de Pitágoras y Mitología clásica, y colaborador del suplemento Babelia. Estas son algunas de las lecciones de los clásicos que aparecen en El hilo de oro. La más importante de todas es que no hay que idealizarlos.

Aprender de sus errores

“Los clásicos son nuestro modelo: idealizados, falseados a veces, o pervertidos, pero como hemos construido nuestros Estados y sociedades sobre ellos conviene ver en qué no estuvieron tan afortunados. Cuando lees a Tucídides, que es el gran maestro de los politólogos contemporáneos, a Salustio o a Cicerón, ves, por ejemplo, las equivocaciones de la República romana a la hora de no incluir a grupos descontentos o de la democracia ateniense a la hora de confiar el poder a ciertas facciones, con corruptelas y demagogos. Son asuntos muy actuales. No hay que olvidar esos errores históricos que propician el cambio de régimen. Debemos ser conscientes de que Roma cayó, Grecia cayó, Troya en el mito también y Constantinopla. No tenemos garantizado no caer, no solo por una pandemia, que es un tema que me interesa también de la actualidad de los clásicos, sino porque se acabe la democracia, como ocurrió en Roma, cuando un liderazgo populista y absolutista acabó por destruirla”.

Entender al otro

“Los clásicos representan una escuela de valores y de humanidad. Homero nos enseña la humanidad, el respeto al otro. Esa es la gran lección de los clásicos griegos: Heródoto admira a los persas, a los escitas, aunque hablen otras lenguas, y Homero admira a los troyanos. No hay choque de civilizaciones. Las fronteras nacionales vienen después de la caída del mundo clásico. La verdadera patria de los clásicos es la lengua y la cultura. El ciudadano, el ser humano, debe formarse siempre. Es un ideal, nunca dejas de aprender, los ancianos también tienen que formarse. La idea es que, para mejorar como comunidad, tenemos que mejorar como individuos y eso significa seguir aprendiendo. Otra idea que marca la herencia clásica es la necesidad de trascender las fronteras étnicas, religiosas, nacionales. En el mundo heleno, después de Alejandro, los mejores escritores no son griegos, son sirios, son fenicios, son egipcios. La lengua, la cultura y la educación son la verdadera patria, otro valor indiscutible que nos aportan los griegos”.

Un tiempo de héroes

“Hay autores que sostienen que no tenemos una mitología viva en la sociedad y que parte de nuestros problemas vienen de ahí. Yo no lo creo, creo que tenemos una mitología: los superhéroes, La guerra de las galaxias, que se estrena el mismo año en que David Bowie canta su canción Héroes. Representa la vuelta del héroe, muy influido por las teorías de Joseph Campbell. ¿Por qué vemos películas de superhéroes? Porque representan el ciclo de la vida: la llamada, la reticencia, el cruce del umbral. Todos tenemos que descubrir nuestra misión, triunfar sobre nosotros mismos. De todo eso eran muy conscientes los griegos y los antiguos y por eso eran más libres a la hora de comprender muchas pulsiones y muchos modos de comportamiento que nosotros solo hemos entendido desde Nietzsche y Freud gracias a la psicología. Pero ellos no necesitaban ninguna aclaración. Utilizaban esos arquetipos del héroe, que en el fondo somos nosotros. Hay muchos héroes que son muy complejos, a veces son traidores y bastante negativos. Ulises, por ejemplo, es un mentiroso”.

Volver a los sofistas

“Me entristece mucho ver nuestro Parlamento, la decadencia de la buena retórica parlamentaria y también de la capacidad para ponerse de acuerdo. Los sofistas y la retórica tienen mala fama. Cuando se acusa a alguien de ser retórico es normalmente negativo. Y no digamos los sofistas. Pero su objetivo era muy importante: alcanzar un punto medio entre posiciones irreconciliables. Para eso es fundamental la retórica y la defensa de la moderación”.

Las Tragedias de Séneca durante el Humanismo.

El Mercurio salmantino

La ricezione di Seneca tragico tra Quattrocento e Cinquecento : Edizioni e volgarizzamenti. Arianna Capirossi. Firenze University Press, 2020.

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El volumen investiga la recepción de las Tragedias de Séneca durante el Humanismo, centrándose en las ediciones impresas y en las traducciones en lengua vernácula florentina.

El primer capítulo [La diffusione delle Tragoediae di Seneca nei manoscritti e la loro fortuna rappresentativa in età medievale e umanistica] resume la transmisión manuscrita de las tragedias hasta la primera época de la imprenta, con una mirada a sus posibles representaciones teatrales.

El segundo capítulo [Le edizioni del corpus tragico senecano (1478-1514)], contiene la descripción de las ediciones impresas desde los princeps (antes de 1478) hasta la edición de tres comentarios de Josse Bade (1514): se analizan los principales paratextos, centrándose en los comentarios de Gellio Bernardino Marmitta, Daniele Caetani y Josse Bade, y la autora reconstruye las identidades de…

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El Torreón del Castro de Ulaca

Manuela y Mª Ángeles Martín Sánchez nos remiten una publicación sobre las últimas novedades sobre el Torreón del Castro de Ulaca (Solosancho, Ávila) (madri+d).

El castro de Ulaca fue uno de los asentamientos vetones fortificados más grandes de la Península Ibérica y estuvo habitado durante la última etapa de la Edad del Hierro (ca. 300-50 a.C.), destaca sobre los otros asentamientos por su enorme superficie (más de 70 hectáreas), sus murallas, de más de 3.000 metros de longitud, y por albergar una serie de estructuras muy bien conservadas: un santuario rupestre, una sauna iniciática o un gran edificio conocido como el “Torreón”.

Ahora un equipo multidisciplinar (investigadores del grupo Geovisualización, Espacios Singulares y Patrimonio (GESyP) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), de la Universidad de Salamanca, de la Universidad Complutense de Madrid, de la Universidad Rey Juan Carlos, de la Universidad de Vigo así como del Politecnico di Torino y de la Università degli Studi di Salerno) mediante el empleo de técnicas e instrumentación del campo de la geo-información y la geomática ha conseguido un mayor conocimiento del lugar y ha averiguado que el “Torreón” fue erigido en el único lugar donde en verano los manantiales siguen proporcionando agua y los pastos se mantienen verdes.

Más detalles en Maté-González, M. Á., Sáez Blázquez, C., Carrasco García, P. et al (2021). Towards a Combined Use of Geophysics and Remote Sensing Techniques for the Characterization of a Singular Building: “El Torreón” (the Tower) at Ulaca Oppidum (Solosancho, Ávila, Spain). Sensors, 21(9), 2934.

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