Odiseo, productor de cine

Es popularmente conocido que el de Ítaca fue una figura polifacética: hombre de muchas tretas, rey guerrero, experto en poliorcética equina, marinero, aventurero, escuchador de sirenas, cegador de cíclopes, amante esposo (con largos deslices isleños), médium y un largo etcétera. Pero, lo que seguro que muchos desconocíamos era que Odiseo, cual Jerry Bruckheimer de la Antigua Grecia, también se ha dedicado a la producción cinematográfica (o, al menos, le ha prestado su imagen).

Los que acudieron al Curso Extraordinario de Innovación Docente titulado Las mil palabras de una imagen. Los textos clásicos del Peplum, celebrado entre febrero y marzo y organizado por la profesora Isabel Moreno y por nuestro compañero y doctorando Federico Pedreira, pudieron comprobar que, en ocasiones, las lecturas de las fuentes clásicas en las que se basan algunas películas y series son más minuciosas de lo que pensaríamos a primera vista.

LOGO CLR BLACK AND WHITEPues bien, si alguien ha ido al cine desde el año 2013 hasta la fecha es probable que se haya encontrado con una productora llamada TSG Entertainment, que cuenta en su haber con filmes como La Jungla: un buen día para morir, Lobezno inmortal, Logan, X-Men: días del futuro pasado, X-Men: Apocalipsis, Independence Day: Contraataque, La Ladrona de Libros, Percy Jackson y el mar de los monstruos, etc. En su anuncio publicitario (pincha aquí para verlo) es donde nos encontramos con que un broncíneo Odiseo se ha convertido en el logo de la productora. En este pequeño spot, el Laertíada aparece como el protagonista de uno de los episodios más célebres de la Odisea: en el canto XXI, el héroe, que ya ha conseguido regresar a Ítaca y  que se oculta bajo la apariencia de un mendigo, participa en un certamen organizado por su esposa, Penélope. La reina ha hecho una propuesta a los pretendientes que asedian su casa y consumen su hacienda: se irá con el que consiga tensar el arco de su desaparecido marido (XXI, 68-79). Su hijo Telémaco añadió otro reto, en palabras de Homero (Traducciones del prof. Carlos García Gual para Alianza Editorial): “En primer lugar dispuso enhiestas las hachas, excavando para todas un surco único, y lo fijó recto según un cordel. Y apelmazó la tierra a ambos lados. […] Marchó hasta el umbral y allí se detuvo, y manipulaba el arco. Tres veces lo blandió ansioso de tensarlo, y por tres veces desistió del empeño, aunque aún tenía confianza en su ánimo de que tendería la cuerda y dispararía la flecha a través de los hierros. Y tal vez lo habría tensado con aplomo al cuarto intento, de no ser porque Odiseo le hizo una no seña y contuvo su apasionado impulso” (XXI, 120-129).  Tras él, lo intentan, sin éxito, los pretendientes. Finalmente, Odiseo es el único capaz de tensarlo: “[Odiseo] Asió una flecha rauda que estaba sobre la mesa, desnuda. Las demás yacían todas a cubierto dentro de la aljaba hueca. Pronto iban a probarlas los aqueos. La encajó en el ángulo y tiró de la cuerda y las barbas desde su sitio, sentado en la silla, y disparó la flecha, apuntando al frente, y no erró ninguna de las hachas desde el primer agujero. El dardo de broncínea punta las traspasó y salió al final” (XXI, 416-423). En los cantos siguientes, Odiseo mata a los pretendientes y recupera su posición y a su familia.

Esta escena es la que vemos representada en el vídeo de TSG Entertainment. Personalmente, desconozco si pretendieron darle algún simbolismo especial, pero al menos es indicativo de que la cultura clásica y su influencia no están tan muertas como a algunos les gustaría pensar.

Rodrigo Río Pérez

 

 

De sucibus: vinos y aceites para acompañar el queso

Estando yo en mi carnicería de confianza (adquiriendo viandas para la barbacoa de rigor en fechas de calorcito y ociosidad), me encontré con tres sorpresas filológico-culinarias que trajeron a mi mente la entrada que mi compañero (y, pese a ello, amigo) Ibor tuvo a bien dejar por estos lares allá por finales de marzo (pincha aquí para leerla).

La primera de dichas sorpresas vino en forma de dorado zumo de aceituna. Y nunca mejor dicho, porque ante mis ojos estaba, escrito en flamante verde oliva, Sucus Sucus. En palabras de los padres de la criatura, ‘puesto que es un auténtico zumo de aceituna […], hemos recurrido a la raíz de nuestro idioma, el latín, que denomina sucus al zumo de la fruta’. Y uno, que es filólogo hasta en el comer, no puede por menos que quitarse el cráneo.sucus

No acabaron aquí mis asombros oleicos, pues la empresa encargada de este aceite (sita, por cierto, en la sierra de Francia) se llama Soleae; servidor, que no entendía qué pintaban las chanclas en este entuerto aceitunero, se puso a investigar y acabó dando con la fuente de inspiración: Columela, en De re rustica XII, 52, 6, enumera tres métodos de obtención del aceite, siendo el último de ellos un sistema llamado canalis et solea, similar a la pisa de la uva pero en versión olivera (para más datos, consultar el artículo de Pedro Sáez Fernández, disponible en Dialnet). Lo dicho, cráneo fuera, señores míos.soleae

Y como de zumos iba la cosa, la tercera y última sorpresa llegó en forma de tinto crianza con denominación de origen Navarra y nombre de pensadora: Hypatia. ¿Por qué ese nombre? Porque filosofar con vino siempre es mejor; y si no, vayan al bar del pueblo más cercano y desmiéntanmelo (ciudad no vale, que se filosofa de fútbol y no es lo mismo).

Visto lo visto, va a ser cuestión de que la SEEC, Ganimedes y quien sea menester se reúnan en secreta conjura para organizar un viaje a un hayedo más próximo y degustar como los dioses mandan semejantes manjares clásicos. Buenos días, y buen provecho.

Alberto López Redondo

American Caesar

Hace algunos meses la profesora Susana González publicaba en este blog [pincha aquí] algunas notas sobre la poca afortunada comparación entre César y el que ya es cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos de América. Ahora que ya se ha apaciguado el exacerbado cesarianismo que cada marzo repunta quizá sea un buen momento para explorar una página menos manida —y más rock— de la recurrente identificación de Roma y los EE.UU.

Caesar lives.

Classics Ireland es una revista que con dificultad encuentre un lugar entre los primeros puestos de los rankings de impacto. Editada por la Classical Association of Ireland durante veinte años, su último número vio la luz en 2013. Sin embargo, Classics Ireland puede arrogarse una singularidad dentro de las publicaciones especializadas en este campo: es la única revista especializada en la Antigüedad Clásica que ha incluido un texto firmado por Iggy Pop. En su segundo número, en 1995, publicó “Caesar lives”, cuyo texto reproducimos.

Caesar lives

In 1982, horrified by the meanness, tedium and depravity of my existence as I toured the American South playing rock and roll music and going crazy in public, I purchased an abridged copy of The Decline and Fall of the Roman Empire (Dero Saunders, Penguin). The grandeur of the subject appealed to me, as did the cameo illustration of Edward Gibbon, the author, on the front cover. He looked like a heavy dude. Being in a political business, I had long made a habit of reading biographies of wilful characters —Hitler, Churchill, MacArthur, Brando— with large profiles, and I also enjoyed books on war and political intrigue, as I could relate the action to my own situation in the music business, which is not about music at all, but is a kind of religion-rental.

I would read with pleasure around 4 am, with my drugs and whisky in cheap motels, savouring the clash of beliefs, personalities and values, played out on antiquity’s stage by crowds of the vulgar, led by huge archetypal characters. And that was the end of that. Or so I thought.

Eleven years later I stood in a dilapidated but elegant room in a rotting mansion in New Orleans, and listened as a piece of music strange to my ears pulled me back to ancient Rome and called forth those ghosts to merge in hilarious, bilious pretence with the Schwartzkopfs, Schwartzeneggers and Sheratons of modern American money and muscle-myth. Out of me poured information I had no idea I ever knew, let alone retained, in an extemporaneous soliloquy I called ‘Caesar’. When I listened back, it made me laugh my ass off because it was so true. America is Rome. Of course, why shouldn’t it be? All of Western life and institutions today are traceable to the Romans and their world. We are all Roman children for better or worse.

The best part of this experience came after the fact ­—my wife gave me a beautiful edition in three volumes of the magnificent original unabridged Decline and Fall, and since then the pleasure and profit have been all mine as I enjoy the wonderful language, organization and scope of this masterwork. Here are just some of the ways I benefit:

  1. I feel a great comfort and relief knowing that there were others who lived and died and thought and fought so long ago; I feel less tyrannized by the present day.
  2. I learn much about the way our society really works, because the system-origins —military, religious, political, colonial, agricultural, financial— are all there to be scrutinized in their infancy. I have gained perspective.
  3. The language in which the book is written is rich and complete, as the language of today is not.
  4. I find out how little I know.
  5. I am inspired by the will and erudition which enabled Gibbon to complete a work of twenty-odd years. The guy stuck with things.

I urge anyone who wants life on earth to really come alive for them to enjoy the beautiful ancestral ancient world.

New York City.

The author’s album, American Caesar (Virgin Records 1993), is available from all record shops.

An extemporaneous soliloquy.

El “cesarianismo” de la Iguana de Detroit, más allá de su famosa portada para, irónicamente, la revista Little Caesar en su octavo número, alcanza su punto álgido en ese soliloquio, ‘Caesar’ (pincha aquí para escucharlo y aquí, si quieres leer la letra), al que alude en su texto para Classics Ireland. Cortes como ‘Wild American’, con la conradiana frase «Extermine the brutes» casi a modo de estribillo, ‘Mixin’ the colors’ o ‘Hate’ han ido preparando ya el tono.

A punto de cerrar su American Caesar el monólogo resulta extemporáneo no solo por ser una improvisación en una mansión de Nueva Orleans sino por su situación más allá del tiempo, asentando al emperador Iggy en una cómoda acronía: anuncia al pueblo de América la llegada de un gran ejército para preservar la paz, alude a dos de los productos que marcaron el comercio global, primero la seda durante la Edad Antigua y después el té durante la Moderna, se pregunta por esos exóticos cristianos —en los que Gibbon hacía descansar parte de la culpa de la caída del Imperio Romano— y tiene la resolución de arrojarlos a los leones; ya nadie cree en los dioses antiguos, su culto es fatigoso y, en suma, el Imperio está cansado. Y sí, claro, un anciano adivino advierte de los peligros de las idus de marzo.

Bonus track: Roman children for better or worse.

La pista anterior al ‘Caesar’ es una versión del ‘Louie, Louie’ de Richard Berry que en su momento popularizaron The Kingsmen y que desde entonces ha conocido más de 1500 versiones de diferentes grupos como The Beach Boys [aquí], Motörhead [aquí], Joan Jett and the Blackhearts [aquí] o The Clash [aquí]. Incluso Iggy and the Stooges a mediados de los setenta grabaron su propia versión [aquí], alterando algo la letra original e improvisando para enfurecer más a los Scorpions, una banda de moteros de Detroit, como quedó registrado en el Metallic K.O., disco que tiene la fama de ser, de acuerdo con el crítico de Creem y Rolling Stone Lester Bangs, «the only rock album I know where you can actually hear hurled beer bottles breaking against guitar strings». Sin embargo, el ‘Louie, Louie’ del American Caesar reescribe casi por completo la canción adaptándola a la caída del muro de Berlín, a esa «life after Bush & Gorbachev» [pincha aquí para escucharlo y aquí si quieres leer la letra].

Es el tema que Michel Moore eligió para los créditos iniciales de su Capitalism: a love story (2009) [pincha aquí].

moore

Quizá no sea la única influencia de Iggy Pop en el documental. Inmediatamente después de que ‘Louie, Louie’ termine, Moore nos presenta fragmentos de uno de los documentales producidos por Encyclopaedia Britannica Films sobre Roma, alternándolos con imágenes de Estados Unidos sin que la voz en off deje de ir anotando los síntomas de la decadencia y caída del Imperio Romano.

A todo esto, ese hombre dibujado de espaldas en la portada del documental, con ese pelo… Juraría haberlo visto en algún otro sitio.

Diego Corral Varela

Nuevos descubrimientos arqueológicos en Francia

Elena Villarroel nos envía la noticia (pincha aquí para leerla) de que en Uzés han encontrado la ciudad romana de Ucetia, de la que sólo se conocía el nombre pero no había huella arqueológica.

En la revista Quo podemos leer algo sobre el carácter de los descubrimientos (lee la noticia completa aquí):

«Además de una red entera de edificios, lo más valioso que ha encontrado el equipo arqueológico han sido varios mosaicos situados en el suelo de una sala que pertenece a un edificio con unos 250 m2. Se pueden observar, muy bien conservados, un pato, un águila, un búho y un cervatillo. En esa misma sala, hay también una gran columna, lo que podía hacer sospechar que se trataba de un edificio público o el hogar de algún habitante de alto nivel social»

En la página de National Geographic puedes ver fotos de los principales mosaicos que  son descritos así:

«Los dos grandes mosaicos están decorados con motivos geométricos, desde ondas marinas hasta esvásticas, que enmarcan unos medallones centrales provistos de rayos. Cuatro animales polícromos rodean uno de los medallones: un búho, un pato, un águila y un cervatillo. Este edificio, probablemente público, permaneció en uso hasta finales del siglo I d.C. También se han excavado otros edificios, entre ellos un gran edificio de más de 500 m2, probablemente una domus, que era una vivienda unifamiliar urbana. La presencia de varias dolia o tinajas indica una antigua producción de vino. Sus ricas estancias incluyen una habitación con pavimentos de mosaico, con delfines en las cuatro esquinas, y un hipocausto, que era un sistema de calefacción del suelo.»

Nico el Cuentamitos nos cuenta la Guerra de Troya en el Juan del Enzina

El teatro Juan del Enzina acoge este jueves a las 21:00 horas una nueva representación de la Muestra Universitaria de Artes Escénicas. En esta ocasión, Nico el Cuentamitos con ‘Hoy, la Guerra de Troya’, con entradas a tres euros.

“Partiendo de textos clásicos, voy a contar todo lo ocurrido en la famosa Guerra de Troya, desde que la diosa Discordia la lio parda con su manzanita de oro hasta el final del conflicto, pasando por cómo se reclutó a los soldados y algún pasaje un poco más escamoso, ¿era Aquiles realmente valiente? ¿Merecía la pena ir a la guerra por Helena? ¿Era Menelao un digno rey para Esparta?”, explica el autor.
Un monólogo aderezado con un toque de humor para pasar un rato divertido. “Porque los clásicos molan”, añade.

 

Exposición ‘Arqueomúsica. ¡Así sonaba la Europa antigua!’

Natividad Hernández nos aconseja esta interesante exposición  ‘Arqueomúsica. ¡Así sonaba la Europa antigua!’, que llega a España en exclusiva al Museo de la Ciencia de Valladolid.
Se trata de una muestra enmarcada en el Proyecto Europeo de Arqueología Musical EMAP del Programa Cultura de la UE,  con la Universidad de Valladolid como único socio español, a través de la sección departamental de Historia y Ciencias de la Música.

Valladolid se convierte así en la única ciudad del país en recibir esta muestra que permanecerá en la Sala de Exposiciones del Museo del 7 de febrero al 21 de mayo de 2017, con el objetivo de descubrir las antiguas raíces musicales de la cultura europea.
Esta exposición ha sido creada por investigadores de toda Europa que, coordinados por el comisario Arnd Adje Both del Instituto Arqueológico Alemán  de Berlín, han diseñado un  recorrido interactivo que acerca sus investigaciones al público general  y pone de manifiesto el conocimiento actual en esta materia.
De esta forma, ‘Arqueomúsica. ¡Así sonaba la Europa Antigua!’ explora la música desde los orígenes de la Humanidad hasta la época romana y más allá, a través de réplicas y reconstrucciones reales y virtuales de alta calidad, de instrumentos musicales hallados en yacimientos arqueológicos europeos. Éstas han sido fabricadas con la colaboración de arqueólogos, científicos, artesanos y músicos de toda Europa y, siempre que ha sido posible, con los mismos materiales y técnicas de producción que los originales.
Ejemplo de ello son las trompetas de cerámica numantinas que han sido fabricadas a partir de materiales obtenidos de forma tradicional, replicadas en función de las tipologías arqueológicas  y cocidas en la reconstrucción de un horno cerámico de la segunda Edad del Hierro. En otras ocasiones, se ha partido de réplicas exactas realizadas con escáner e impresión 3D.
A través de tres espacios diferenciados,  esta muestra interactiva ofrecerá al público la posibilidad de ver, escuchar y tocar algunos de los instrumentos antiguos más destacados, desde flautas e instrumentos de percusión del Paleolítico, pasando por  trompas y trompetas de la Edad del Bronce y del Hierro, hasta antiguas liras griegas o los instrumentos hallados en Pompeya.
La muestra se acompaña también del libro infantil ‘Aki y la bramadera mágica’, que ha sido realizado desde la Universidad de Valladolid con dibujos de la ilustradora vallisoletana Raquel Aparicio.
Tras su estancia en Valladolid, esta muestra, que ya ha estado en Ystad (Suecia), viajará a Liubliana (Eslovenia), Roma (Italia) y Brandemburgo (Alemania).
Precio: 5 € adultos, 3 € niños y entradas reducidas.
Para más información pincha aquí.

Centenarios en el siglo I d. C.

Estos días –las vacaciones son especialmente oportunas para que los periódicos se llenen de estas noticias- hemos sabido que la semana pasada murió la persona más anciana del mundo, una italiana de 117 años (puedes leerlo aquí), y que una cordobesa de 114 años ha pasado a ser la persona más longeva de la historia de España y la segunda mujer más vieja de Europa (puedes leerlo aquí).

Este tipo de noticias, que tienen su público, no son ninguna novedad. Ya en el siglo I d. C. Plinio el Viejo en el libro VII de su Historia Natural, quizá el más interesante, dedicaba unos capítulos al tema de la longevidad, procurando atraer, como sucede ahora, con asombrosos records.

En su texto encontramos muchos de los tópicos posteriores. Primero están los directamente increíbles, como los 500 u 800 años que algunas fuentes atribuyen a reyes. La exageración de estas cifras es explicada por Plinio con una observación sobre las diferencias en la medida del tiempo de las distintas culturas: no se sabía bien cuál era exactamente la duración de un año; por ejemplo, algunos pueblos consideraban que cada estación era un año.

No falta tampoco la recopilación de personajes famosos: así sabemos que Terencia, la que fue esposa de Cicerón, llegó a vivir 103 años.

A veces añade datos que aparentemente no están relacionados pero que dan qué pensar y que seguro que a los del Opus Dei les resultan interesantes: Clodia, la mujer de Ófilo, vivió 115 años y dio a luz 15 veces.

Lo cierto es que el político longevo y aferrado a la silla también existía pues el autor nos dice que M. Valerio Corvino vivió 100 años y que entre su primer y último consulado (el sexto) pasaron 46, habiéndose sentado en la silla curul veintiún veces, record no superado. Todos hemos conocido personajes de este tipo.

Y por lo que nos toca más de cerca, no olvidemos al gaditano Argantonio, rey de los tartesios (esto nos llevaría a otra noticia sobre los tartesios publicada esta semana pero que dejamos para mejor ocasión), al que Anacreonte atribuyó 150 años; lo cierto es que Plinio dice que su reinado duró 80 años y que había ascendido al trono a los 40.

También dedica un apartado a actores y actrices famosos no solo por su longevidad sino por su resistencia en las tablas, tópico este también querido a nuestros periodistas. Y así sabemos de una actriz de mimos, Luceya, que a los 100 años actuó en escena.

Pero no se limita Plinio a estos famosos longevos sino que en un estilo más propio de estadístico moderno nos transmite los datos proporcionados por el censo de los Vespasianos en la zona entre el Apenino y el Po. Sin salir de Parma tres personas han llegado a los 120, y dos a los 125. Según él, en la octava región (Aemilia) de la península itálica había 54 personas de 100 años, 14 de 110, 2 de 125, 4 de 130, otros 4 de 135, y 3 de 140.

Os invitamos a que leais el texto completo, que ofrece más anécdotas y también información sobre los posibles factores que influyen en la longevidad.

Susana González Marín

 

¿Sabes cómo han llegado a nosotros las obras de Virgilio?

Leimos el otro día en El País un reportaje sobre el proceso, iniciado ya hace dos o tres años, de la digitalización de los fondos de la Biblioteca Vaticana.

Además de que el caso ofrece un excelente ejemplo de lo que puede aportar el avance tecnológico a las humanidades, es una buena manera de que se difunda lo que es la Biblioteca Vaticana y el aspecto que tienen esos libros a los que debemos el conocimiento de las obras de Virgilio, pro ejemplo. Por eso, además de reproducir el texto de El País, aconsejamos el breve video que puede verse en Youtube sobre el proceso de digitalización de estos libros, que son verdaderos tesoros (pincha aquí). Y si quieres conocer más maravillas, accede a la página de la Biblioteca Vaticana pinchando aquí.

Susana González Marín

Tecnología espacial para digitalizar la biblioteca del Vaticano

Por Noelia Núñez

Un precioso libro de pergamino purpúreo y de corte imperial espera a ser reparado en el taller de restauración de la biblioteca del Papa, uno de los únicos del mundo dentro de una sala de estudio. La letra está escrita con tinta de oro y plata, y su fragilidad es tal que la responsable de restauración, la española Ángela Núñez, no se atreve a enseñarlo más de 10 segundos. “Es tan delicado que la mera exposición al sol podría dañarlo. Lo mejor es que lo cerremos”. Y, aunque tan solo unas decenas de estudiosos religiosos tendrán el privilegio de tocarlo in situ al año, hoy cualquiera puede consultarlo desde casa desde el móvil, la tableta o el ordenador. El ejemplar está a la cola de ser digitalizado y, como él, 82.000 manuscritos pasarán a formar parte de la web de la Biblioteca Apostólica Vaticana (https://www.vatlib.it/). La institución, que comenzó el mayor proceso de digitalización de su historia en 2014, pretende escanear más de 41 millones de páginas a lo largo de unos 20 años.

La biblioteca ha confiado la preservación digital a la empresa japonesa NTT DATA. El formato elegido para la conservación es FITS, que fue creado por la NASA en 1981 para archivar imágenes y datos del espacio. La elección de este formato es fruto de una decisión madura: si la preservación de los documentos debía ser duradera en el tiempo, preferían no confiar en formatos como .jpg o .pdf porque tienen licencia de autor y no son tan estables por sus numerosas actualizaciones. En el laboratorio de digitalización y fotografía, contiguo al de restauración, cerca de una veintena de expertos fotografían y escanean incunables y libros de todas las lenguas y materias. Antes, los documentos han pasado por el ojo clínico del taller de restauración, de donde proceden las instrucciones para la digitalización: pasar la página por el ángulo superior, tener cuidado con las fisuras o no abrir los volúmenes más de treinta grados en algunos ejemplares.

Hoy, la biblioteca que fundó el papa Nicolás V es mucho más amplia que la iniciada de su colección personal de 350 códices en 1448. Para acceder a ella hay que adentrarse en los muros del Vaticano y cruzar el patio del Beldevere, no accesible a los turistas. Allí, entre las paredes del Palacio Apostólico, se encuentran más de 1.600.000 libros, entre los que hay 8.300 incunables, 150.000 manuscritos, 100.000 documentos impresos y unas 300.000 monedas y medallas. La inmensa colección, que se fue almacenando en diversos salones del Vaticano, se hospeda ahora en este edificio para su tratado, consulta y digitalización. “Los manuscritos que conservamos aquí no son nuestros, son producto de la humanidad y hay que ponerlos a disposición de esa misma humanidad”, dice el viceprefecto de la Biblioteca, Ambrogio M. Piazzoni.

Dos plantas más arriba de los talleres, un impresionante salón repleto de frescos, y que durante años ha servido como sala de exposiciones, custodia volúmenes bajo la mirada de los creadores de los alfabetos, representados en sus columnas. El lugar espera recuperar en los próximos meses su antigua función como sala de estudio para los casi cien especialistas que cada año consultan los documentos bajo previa acreditación. Allí, M. Piazzoni explica algunos de los libros más preciosos de la colección, como el Códex Vaticano, uno de los manuscritos en pergamino más antiguos que se conservan de la Biblia y que data del siglo V. “Aquí tenemos un manuscrito de las obras de Virgilio, el Tratado de astrología de Alfonso X el Sabio y el libro de pintura de Leonardo Da Vinci, que fue copiado en la primera parte del siglo XVI. Todos ellos han sido digitalizados y se pueden consultar desde cualquier parte del mundo”.

El proyecto, que necesitará todavía unos 16 años para completarse, cuenta con la colaboración de la fundación Digita Vaticana, una organización nacida en 2012 para recaudar fondos. Para su directora, la española Maite Bulgari, el objetivo no es más que el de salvaguardar el patrimonio, pero sobre todo avanzar en la investigación de los textos. “Con la digitalización habrá más descubrimientos. Para los estudiosos será más fácil comparar diferentes manuscritos al disponer de herramientas de búsqueda avanzada por palabras clave, algo los antiguos manuales no permiten”.

Aunque tan solo una parte de la colección está pasando por los escáneres de sus laboratorios, el prefecto de la Biblioteca, Cesare Pasini, asegura que solo los documentos más valiosos y deteriorados se pondrán en valor, pero sin perder la esencia de la consulta. “Sé que no perderemos a los estudiosos porque, si sus estudios son serios, sentirán la necesidad de venir aquí, ver el manuscrito y estudiarlo de cerca”.

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