The Dead Romans Society. La oscura golondrina dibuja

En Notae Tironianae somos aficionados al cómic (o al menos algunos lo somos), como lo viene demostrando Paco Sarró desde hace unos días con sus viñetas sobre la Historia de Grecia. Sin ir más lejos, aquí un servidor hablaba hace poco de Astérix con motivo de la última de sus aventuras. Hoy tengo el gusto de traer al blog otro producto de lápices y tinta o de píxeles y cursor; como se prefiera. Resulta que en la red social TUMBLR hay un cómic llamado The Dead Romans Society. Como lo leen, damas y caballeros, igualito que la película protagonizada por Robin Williams.

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La autora es Lucrezia, una chica italiana procedente de Turín y a la sazón estudiante de literatura antigua (latina y griega). Sube regularmente sus nuevos dibujos a una cuenta específica para este fin, la cual dejo en el enlace: CHELIDON. Es bonito que haya elegido un pseudonimo en griego para sus publicaciones de internet. Sólo nos queda saber por qué ha decidido llamarse “golondrina”. Pero volviendo a su obra, la historia tiene ese título porque la protagonizan romanos muertos. Literalmente, ¡oiga! Y tan muertos están, que están en el limbo o en el inframundo ‒eso a gusto del consumidor, porque tampoco hay tanta diferencia‒ andando tranquilamente por la pradera de asfódelos. El argumento es interesante y está bien llevado: algo le pasa a Virgilio. Y para averiguar qué es a sus amigos (Cicerón, Horacio, Catulo…) se les ocurre hacer volver a Dante, evocando la Divina Comedia, para que hable con él y así enterarse. Allí el vate de la Toscana conocerá a todo el club de romanos muertos.

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Es entrañable y, cuando menos, simpático comprobar, según vamos leyendo, que los autores que estudiamos y leemos hasta la saciedad tienen en el otro mundo enfrentamientos y amistades que tuvieron en vida o que superan la barrera del tiempo. Catulo y Ovidio se hacen íntimos camaradas de francachela después de la muerte, por ejemplo; o Cicerón en el más allá tiene la cabeza y las manos cosidas. Lucrecio aparece con la soga al cuello, en clara referencia al suicidio. En resumen, hay mucha literatura latina en las viñetas que dibuja Chelidon. Por eso queremos señalar desde aquí el valor didáctico y pedagógico que tienen este tipo de manifestaciones culturales. Es decir; si el elemento visual es algo que, gracias a la fuerza de su impacto, ayuda a retener conocimientos -más si éstos tienen una dosis de humor-, la viñeta, por su asertividad y plasticidad, es el canal perfecto para dar a alguien a conocer un tema. Entre la basura, la morralla y el estiércol de internet hay muchas pepitas de oro ‒por usar una metáfora virgiliana‒ que merecen ser rescatadas y tener en cuenta. No podemos dejar que estos hechos pasen desapercibidos para el mundo académico.

Catullus & Ovidius. The Elegy Brothers

Misión imposible 3

La autora no sólo se centra en la trama principal Dante-Virgilio, sino que también hace interesantes digresiones e historias paralelas sazonadas de humor y una pizca de literatura. Catulo se comporta como un fan histérico cuando conoce a Safo o Clodia flirtea con la poetisa de Mitilene. Catón el Viejo aparece dando un discurso a su biznieto sobre cómo los romanos han perdido todas las buenas costumbres con los poetas en el fondo de la escena, mientras Escipión intenta presentarle a Sócrates, Hipócrates, etc. Si decimos que los poetas, y escritores en general, viven eternamente en su obra, la metáfora aquí se traslada a la otra vida. Aquí Horacio habla con Séneca y Petronio con Ovidio.

Catulo conoce a Safo-1
Catulo conoce a Safo

 

Safo y Clodia
Safo y Clodia
Catón 1
Catón

No sé si los personajes lívidos y mortuorios de la golondrina italiana habrán tenido mucho éxito, pero tiene una página de Factbook con algunos millares de pulgares arriba, cuyo enlace dejo aquí; incluso hay una línea de merchandising con camisetas, sudaderas, cojines, tazas, fundas de teléfono… estampados con los dibujos de nuestros autores. ¿Quién (en su sano juicio) no quiere tener una taza con César apuñalado en recuerdo de los idus de marzo? ¡Por favor!

César taza

Tenemos la suerte de que Lucrezia haya terminado el cómic del que versa esta nota; parece que a día de hoy hay otro proyecto abierto que barrunta algo, pero no se sabe muy bien qué: The Dead Greeks Society. Por el momento dejo aquí, para terminar, la viñeta dedicada a los griegos.

 

The Dead Greeks Society 1
The Dead Greeks Society

Ibor Blázquez Robledo

 

 

Les Luthiers y Edipo

«[Mastropiero]… supo entonces que el complejo de Edipo se origina en la atracción del hijo varón hacia su madre mujer, o a la inversa, de la hija mujer hacia su madre varón, o, más a la inversa todavía, del hijo varón hacia un primo lejano». Les Luthiers, Epopeya de Edipo de Tebas.

Argentinos -por tanto algo psicólogos- los Les Luthiers crearon en 1968 a su personaje más célebre: Johann Sebastian Mastropiero. Especie de sátira de los músicos clásicos, el relato de la vida del maestro incluye una particular perspectiva sobre la epopeya de Edipo de Tebas.

El video que ofrecemos a continuación pertenece a la actuación «Viejos fracasos» de 1977. Si quieres saber más, visita la página Les Luthiers en la web, donde encontrarás todos los datos sobre la canción y sus intérpretes y podrás comparar distintas versiones.

¡Ay, madre, otro gazapo!

En El País del 8 de febrero de 2015 Claudi Pérez, en un análisis titulado «Europa deja que Tsipras se cueza a fuego lento», utiliza una expresión en latín «Caueat creditor» y la traduce por “Cuídate de tus acreedores”. La traducción correcta sería la contraria: “Que se cuide el acreedor”. El error puede proceder de la contaminación de dos frases distintas: por un lado se ha partido de una expresión legal como  Caueat emptor («Que tenga cuidado el comprador»), utilizada para indicar que la responsabilidad de la calidad y condiciones del objeto comprado recae en el comprador, quien no tendrá derecho a reclamaciones posteriores al vendedor; por otro, se ha querido imitar la famosa frase latina Caue canem («Cuidado con el perro»), situada en la entrada de algunas casas romanas.

Gregorio Hinojo Andrés

 

¿En brazos de Morfeo?

Morfeo no era un dios griego ni era el dios del sueño, sino de los sueños. Fue un dios inventado por el poeta romano Ovidio en sus Metamorfosis. No existe tradición mitológica anterior acerca de este dios (Bömer) ni existen formas griegas de esta palabra, porque la cultura griega no la conocía. Lo que sí conocían los griegos era un dios alado del sueño que aparece en numerosas representaciones artísticas y que debe corresponder al propio Hypnos y no a este hijo espurio suyo, que carecía de forma propia. Tampoco es el dios que envía sueños verdaderos o falsos a través de las puertas de cuerno o de marfil, como se afirma en Wikipedia, versión inglesa; este conocido pasaje de Eneida 6.893 sólo habla de que las puertas del sueño son dos: sunt geminae Somni portae, una de cuerno y otra de marfil, sin mención alguna de Morfeo, que aún no había sido inventado.

El proceso de invención por parte de Ovidio parece claro. A él le interesa resaltar la capacidad transformista de este hijo del sueño (Somnus), que era capaz de imitar cualquier forma humana (incluida la voz y los gestos) para luego aparecerse en sueños a los mortales revestido de ella. Μορφή es el sustantivo femenino griego para «forma» y, tratándose de un dios hábil en transformarse en cualquier ser humano, a Ovidio debió de parecerle adecuado un sustantivo masculino como Μορφεύς, “formista” o “formero” o “formador”. La forma en nominativo está atestiguada en Ovidio en una ocasión (11.671) y el acusativo Morphea aparece dos veces (11.635 y 647). El diccionario francés-griego de Bailly pone la forma griega con asterisco, como palabra griega restituida a partir de las tres formas latinas.

Averiguar por qué este hijo espurio de Hypnos llegó a sustituir a su padre a partir de la Edad Media y el Renacimiento sería un interesante capítulo de historia cultural. La documentación consultada para los usos de la palabra en español muestra una presencia constante de Morfeo desde finales del siglo XVI como equivalente, sin más, al dios del sueño, siendo la expresión más conocida a este respecto “en (los) brazos de Morfeo”. Sólo a finales del siglo XX y en obras técnicas sobre los trastornos del sueño se relaciona a Morfeo con la actividad de soñar y no con la de dormir, siguiendo el texto inventado por Ovidio en Metamorfosis XI.

José Carlos Fernández Corte

Morfeo
En la imagen, procedente de un vaso ateniense de figuras rojas, vemos a Hypnos sobre la cabeza de Ariadna dormida, mientras Teseo la abandona en presencia dela diosa Atenea.

 

Antígona en Salamanca

El viernes 20 representaron en el teatro Juan del Enzina (Salamanca) una adaptación de una tragedia de Sófocles, Antígona. Cuenta la lucha de Antígona por lograr un digno entierro para su hermano Polinices, enfrentado con su otro hermano, Eteocles, por el control de Tebas. Tras la muerte de ambos, Creonte se hace con el control de la ciudad y resuelve no dar sepultura al hermano que la había atacado, tratando de encontrar justicia después del horror de la guerra. Antígona, nacida del matrimonio incestuoso entre Edipo y Yocasta, estaba marcada desde su nacimiento por el destino funesto de su familia. El desenlace va a ser fatal para ambas partes enfrentadas.

La adaptación de Miguel de Arco respeta bastante la configuración de la tragedia griega pero vemos ciertas diferencias. Optan por un vestuario modernizado y un decorado austero y atemporal. También se usan efectos de sonido para crear un aura de tensión. En esta adaptación los dos personajes protagonistas son mujeres. Antígona quedó a cargo de Manuela Paso y Creonte (personaje masculino en la versión de Sófocles) fue interpretada poderosamente por Carmen Machi. Entonces ya no es un conflicto entre tío y sobrina. Esto es una significativa modificación si entendemos el original como el enfrentamiento entre un mundo masculino y público con un mundo femenino, privado y más familiar. En todo caso, esta variación acentúa el dilema que se le presenta a Creonte como gobernante y madre. A pesar de estos cambios, no se ha perdido un clima de intensidad emocional, e incluso miedo, como producían las tragedias griegas al ser representadas. La puesta en escena conjuga lo
trágico y lo espantoso, con lo que se lograba la catarsis, ese sentimiento de purificación del espectador a través de los sentimientos que hay en escena.

¿Por qué se sigue representando Antígona? Sin duda seguimos conmoviéndonos con la historia de Antígona. Nos presenta el dilema ético que supone no saber si atender al deber familiar y religioso o al deber con el estado y las leyes. Es la lucha entre una persona que hace lo necesario por un ser querido en contra de lo que dicta el poder. Es un impulso muy elemental para el ser humano el deseo de honrar a sus muertos.

Pero no resulta posible condenar del todo la actitud de Creonte. Su deseo es gobernar con justicia, aunque para ello llegue a un comportamiento sumamente intransigente. El conflicto entre Creonte y Antígona nos recuerda que el odio perpetúa las guerras si no rompemos la espiral de violencia. ¿No parece acaso una lección que debemos tener en cuenta en nuestros días? Efectivamente, los clásicos son clásicos porque tratan problemas que siempre van a estar en la mente de las personas. La prueba más evidente de esto es acudir al teatro y recordar sucesos de nuestros días o de nuestra historia reciente. En esta adaptación se han tocado cuestiones como la corrupción política, la pérdida de valores morales o el enriquecimiento de unos pocos frente a la mayoría. Estos son temas que hoy en día cuentan especialmente entre nuestras preocupaciones. Además, la representación coincidió con el aniversario de la muerte de Franco; aún hoy familiares de republicanos reivindican su derecho de encontrar y dar un entierro digno a sus seres queridos, como hace Antígona.
antigona
Óperas, cuadros, obras de teatro, películas, coreografías, novelas… la producción artística en torno a Antígona es ingente. Anouilh estrenó su Antígona en París durante la ocupación alemana. Grandes filósofos como Hegel o Nietzsche estudiaron esta obra de Sófocles. Carl Off y Christoph Willibald Gluck compusieron dos de las muchas óperas que hay sobre el tema. La escritora argentina Griselda Gambaro tiene una obra de teatro titulada Antígona furiosa. El cuadro que acompaña esta entrada es de la pintora prerrafaelita Marie Euphrosyne Spartali. Son solo algunas muestras del impacto cultural que ha tenido a lo largo de muchos siglos. Resulta ilustrativa la capacidad de atracción que puede tener una tragedia del siglo V a.C. La fuerza de Antígona hace que podamos una y otra vez reutilizar este mito para expresar las inquietudes de cada época. Steiner, autor de un libro llamado Antígonas, dijo: «Creo que sólo a un texto literario le ha sido dado expresar todas las constantes principales de conflicto propias de la condición de hombre. Ese texto es Antígona«.

Marina Lozano Saiz

El tiempo fugitivo

Una nota anterior señalaba que James Bond, en su última película, en un momento de apuro, y seguramente pensando con melancolía que tal vez ésa sea su última aventura (los espías, al menos en el cine, no cumplen los sesenta), pronuncia la frase Tempus fugit…  el tiempo vuela, huye, se escapa entre las manos.

Esta idea está asociada, como es lógico, al instrumento que mide el paso del tiempo, al reloj; por eso, sentencias de este tipo, casi todas moralizantes,  han adornado desde la antigüedad relojes de todo tipo. En los de sol abundaban las referencias a su funcionamiento, como Lux mea lex, «La luz es mi ley», o Permanet a solis ortu usque ad occasum, «Permanece desde la salida del sol hasta el ocaso». Más populares eran las sentencias  que recordaban al usuario la fugacidad de la vida, unas suavemente,  como Fugaces labuntur anni,  «Los años corren fugaces»; Tempus edax rerum, «El tiempo que todo lo devora»;  otras con intención de meter el miedo en el cuerpo, como Vides horam, nescis tuam, «Ves la hora, no sabes la tuya»; Vulnerant omnes, ultima necat, «Todas hieren, la última mata». Se trata de recordar al usuario que su tiempo está contado, y, a menudo, de aconsejarle que lo aproveche: Breves sunt, sint utiles,  «Son breves, sean útiles»; Omni hora Deum lauda, «Alaba a Dios en cada momento»;  Dum tempus habemus operemur bonum «Hagamos el bien mientras estamos a tiempo». Una de las más utilizadas, que dio nombre a una marca de relojes suizos, es Festina lente, «Apresúrate lentamente», que recomienda actuar con diligencia, pero poniendo atención.

Estos y otros lemas en latín, de dudoso origen clásico, pero de larga tradición, se inscribían  a menudo en los relojes de pared, y probablemente se siguen inscribiendo; los relojes de Ikea tienden a tener como fondo un perfil de Manhattan, o un mantel de cuadros, pero todavía se encuentran relojes que llevan su sentencia recordando el paso del tiempo y lo inevitable del final, aunque nadie les haga caso, porque, en definitiva, está en latín…

Mª José Cantó Llorca

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Aristófanes en Hollywood

Las Clásicas están de moda. Eso es un hecho. Igual no tanto en el ámbito educativo (donde parecen querer condenarnos a un ostracismo incomprensible e irresponsable), pero sí en el del entretenimiento. Con tanto concurso televisivo como hay, más pronto que tarde acaba saliendo un tema grecolatino. Pero donde los temas clásicos han dado el pelotazo es en el mercado cinematográfico.

Hace una semana vio la luz el tráiler de ‘Chi-Raq’ (puedes ver la ficha completa de la película en IMDB aquí), la nueva película de Spike Lee, que lleva el argumento de la Lisístrata de Aristófanes al Southside de la actual Chicago. Y más allá de las ampollas que dicho trailer haya podido levantar (desde los que acusan al director de trivializar el tema, hasta quienes, cuidado con esto, tachan de MACHISTA el argumento), la verdad es que debemos alegrarnos de que lo griego y lo romano tengan tanta presencia en el cine últimamente… o bueno, igual no.

Nunca he sido muy fan de la máxima ‘que hablen de mí, aunque sea para mal’. Quiero decir, si nuestro objeto de estudio pasa a estar en boca de todos por el saber hacer de ‘Gladiator’ o esa maravilla envejecida que es ‘Jasón y los Argonautas’, bienvenido sea; si la chavalada habla del latín y el griego por Percy Jackson, pues mire, no es que sea muy allá, pero siendo un producto infantil, no nos vamos a poner exquisitos. Y qué diablos, que a mí quien me despertó un primer interés por el latín fue el señor Potter.

Pero si la fama para nosotros, los clásicos, depende de cosas como ‘Ira de Titanes’ o la reciente ‘Pompeya’, oiga, mire, ahórreselo. A menos que sea para decir que con un filólogo clásico de por medio, eso jamás habría ocurrido.

Puedo comprender cierta libertad a la hora de adaptar, pero un Perseo agnóstico, una batalla de Troya sin dioses mediantes o un Hércules gladiador en un teatro griego (sí, he dicho ‘gladiador’, y sí, he dicho ‘teatro griego’) me parecen cambios tan excesivos como innecesarios. Siguiendo con el héroe griego: frente al gladiador griego de ‘Hércules: El origen de la leyenda’ (ya el título invita a alejarse) de principios de 2014, a mediados de ese mismo año encontramos otra versión diferente, un Hércules mucho más cercano a lo que solemos tener por costumbre (fuerte, barbudo, con la piel del león), y a la vez diferente, ya que se nos muestra la gesta de los doce trabajos como fruto de una labor en equipo. Así, el semidiós pasa a ser más humano, más vulnerable. No hace falta arrancar a los dioses del argumento, y no hace falta convertir a un hijo de Zeus (y menos a uno consciente de serlo) en alguien que no cree en los dioses.

Eso sí, no pierdo la esperanza (será la práctica: universitario, español y licenciado en Filología Clásica. Esperanza ya me puede sobrar): tarde o temprano, algún director de corazón puro se aliará con guionistas de pluma ágil y precisa, y el péplum volverá a ser lo que era antes. Y si no, siempre queda trasladar la historia a una época más actual, como ha hecho Spike Lee con ‘Chi-Raq’ (con incierto resultado), o los Cohen con ‘O Brother’ (un peliculón a la altura del ítaco de mil ardides).

Por cierto, para principios de 2016 comenzará la producción de un nuevo film sobre la Odisea. Que los dioses nos cojan confesados…

Alberto López Redondo

¿Almas o ninfa y sátiro?

Mª Ángeles Martín nos envía el enlace a esta interesante noticia sobre las animae de Bernini. Lee la noticia completa.

Precisamente a comienzos de este año 2015 ambas obras se han podido contemplar en el Museo del Prado, en una exposición titulada «Las ánimas de Bernini. Arte en Roma para la corte español», de la cual puedes ver un video aquí

David García Cueto, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Granada, pone en duda que los dos bustos de Bernini (1598-1680) sean los retratos de dos almas, una feliz por la contemplación de la gloria del paraíso (anima beata, «alma dichosa»), y otra que expresa el horror ante el infierno (anima damnata, «alma condenada»). El investigador ha tenido acceso al inventario del primer propietario de las esculturas, según el cual éstas hubieran sido proyectadas como imágenes mitológicas, en concreto, una ninfa y un sátiro. Se plantea, por tanto, una interesante cuestión: ¿el escultor las concibió desde un principio como ninfa y sátiro?, o su propósito era crear deliberadamente una ambigüedad iconográfica -observemos que las imágenes carecen de atributos caracterizadores-.

El trabajo completo ha sido publicado en Sculpture Journal, 24.1, 2015, pp. 37-53.

Susana González Marín

 

 

La Odisea vista por William Ospina

“Yo supe a los nueve años que hay mujeres con cola de pez cuyo canto lleva a los marinos a la muerte. Que hay gigantes que tienen un solo ojo en mitad de la frente. Que hay alforjas de cuero en los barcos que no deben abrirse porque en ellas van guardados los vientos. Que hay hechiceras que convierten a los hombres en cerdos, diosas que avanzan velozmente por los caminos del aire, diosas cuyo látigo es el arcoíris, una reina que desteje en la noche todo lo que ha tejido el día, un arco tremendo que solo hay un hombre en el mundo que pueda tensar, un cantor ciego que conoce todos los relatos y un dios furioso que despierta en las olas las tempestades. Que hay un rey que lleva diez años tratando en vano de volver a su isla, una planta que servida en infusiones ofrece a la gente el olvido, naves que no obedecen al viento ni a los remos sino al pensamiento de sus tripulantes y amores que sobreviven a veinte años de ausencia. Que hay un caballo de madera lleno de guerreros silenciosos, un mar lleno de náufragos y tentaciones, un hijo que va de isla en isla buscando a su padre, un viajero extraviado por los mares al que sin embargo cuidan los dioses desde sus palacios, unos huéspedes abusivos que devoran la hacienda de sus anfitriones, un mendigo que en realidad es un rey, una mujer que ha esperado a su marido veinte años y que a su llegada no lo reconoce, un hombre que viene de la guerra y trae la guerra consigo, un hombre que ha tenido que visitar el reino de los muertos para poder volver a la vida.
Un solo libro me dio todas esas cosas y con cada una de ellas se abrió una puerta que ya no se cerraría nunca.”

William Ospina, “La lámpara maravillosa”, en La lámpara maravillosa, Barcelona: Navona, 2015.

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