La Sociedad Española de Estudios Clásicos premia todos los años a una persona o institución cuyo trabajo haya tenido repercusión en la investigación del mundo clásico o en la divulgación de la cultura grecorromana, o que haya impulsado y defendido los estudios clásicos como parte fundamental de la educación de los jóvenes. Este próximo viernes, 3 de junio, recibirá el premio el filósofo Emilio Lledó (Sevilla 1927), cuya labor no sólo cumple estos requisitos sino, además, el de analizar nuestra época y los problemas más actuales del pensamiento y el comportamiento humanos reviviendo a los autores grecolatinos y dando a sus palabras formas y sentidos que los convierten en mensajeros directos entre el pasado y el presente y expertos guías para el mundo contemporáneo.
La obra de Emilio Lledó, filósofo y también filólogo clásico de formación, es un claro ejemplo del papel que el pensamiento grecorromano ha desempeñado en el desarrollo de toda la tradición filosófica occidental hasta nuestros días. Lledó ha dedicado obras específicas a la filosofía griega, como El concepto «poíesis» en la filosofía griega : Heráclito-sofistas-Platón (1961, reed. 2010); La Memoria del Logos. estudios sobre el diálogo platónico (1984, reed. 2015), El surco del tiempo: meditaciones sobre el mito platónico de la escritura y la memoria (1992), uno de sus libros que más trascendencia ha tenido, o su libro sobre Epicuro (1984) varias veces reeditado (última reedición en 2015); ha traducido, introducido o comentado varios de los Diálogos de Platón y la Ética Nicomaquea publicados en la Biblioteca Clásica Gredos, pero además, a lo largo de obras como Ser quien eres, Ensayos para una educación democrática (2019) o La filosofía, hoy. Filosofía, lenguaje e historia (2012), por citar sólo algunas, este autor enlaza el pensamiento de Platón, Aristóteles y la filosofía helenística con las obras culminantes de la filosofía moderna y con ello, aunando la filosofía puramente teórica con su aspecto más pragmático en contacto directo con el presente histórico social y político, con la reflexión sobre el mundo contemporáneo. Las reflexiones de Platón y Aristóteles sobre el hombre, la convivencia y la democracia son hilo conductor en sus ensayos filosóficos, pero también en sus artículos periodísticos y en sus dicursos públicos, en los que con valentía y firmeza no deja de reclamar la necesidad de la cultura y el valor de la historia y el lenguaje en las democracias actuales.
El lenguaje es de hecho una de sus preocupaciones centrales como herramienta del pensamiento y la razón. Se incorpora con esta preocupación a las nuevas corrientes filosóficas de su tiempo, pero lo hace con una visión particular y enriquecida. El filólogo clásico aflora en su insistencia en la importancia de la lengua y la intepretación del patrimonio literario de los pueblos para evitar la pobreza cultural y enriquecer los valores sociales y políticos. La riqueza cultural que encierra el lenguaje, cuyo valor descubrieron los sofistas griegos y afianzaron Platón y la filosofía griega y romana posterior, es el tema central de obras como Filosofía y Lenguaje (1970), Palabra y Humanidad (2015), o de los ensayos reunidos en Los libros y la libertad (2013), en los que se aúna la obra de un filósofo, un filólogo clásico, un hombre comprometido y preocupado por la historia y el presente y, además, un literato que domina la lengua «en la que se forja la democracia y que alienta ese concepto que construyó la cultura helenística: filantropía» (p. 50). No sorprende que en 1992 le fuera concedido el Premio Nacional de Literatura (Ensayo), y que en 1994 entrara a ocupar un sillón de la Real Academia Española; y tampoco que Alemania, país donde recibió parte de su formación filosófica y clásica, y donde ejerció como profesor de universidad, le haya concedido el premio Alexander von Humboldt en 1990 y la Cruz Oficial de la Orden del Mérito en 2005. Finalmente, el año pasado fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Especialmente los filólogos clásicos debemos saber valorar el uso que Lledó hace de los autores griegos y latinos para inculcar el pensamiento crítico y el uso razonado y riguroso del lenguaje, indispensables ambos para la libertad individual y colectiva que debe ser elemento inherente a una democracia. Siguiendo también una tradición clásica, la SEEC honra a Emilio Lledó del modo en que la polis ateniense honraba en la democracia a sus ciudadanos ejemplares: puesto que ha sido un hombre preocupado por la comunidad, un luchador por salvar el patrimonio cultural y por hacer libre a la sociedad mediante el pesamiento crítico y el dominio del lenguaje, y porque ha dado a conocer el papel que la tradición clásica juega en la educación propia de una democracia, para que se vea que al menos una parte de la sociedad no es desagradecida y sabe premiar a sus benefactores, y para que sirva de ejemplo y estímulo a otros que quieran emular su buen hacer.
Mª Paz de Hoz García-Bellido
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