Sísifo, héroe absurdo

Vendo roca de Sísifo,
Sísifo añeja, bien lustrada,
llevadera, limada por los siglos,
pura roca de infierno.
Para tediosos y desesperados,
amantes del absurdo
o para culturistas metafísicos.
Almohadilla de pluma para el hombro
sin coste adicional.

Fragmento de «Anuncios» de Aurora Luque.

En 1942, Albert Camus publicó El mito de Sísifo. Encabezado por unos versos del épodo de la Pítica III de Píndaro («No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero apura el ámbito de lo posible»), este ensayo pretendía bucear, a través de sus cuatro partes y un apéndice, en «una sensibilidad absurda que podemos encontrar dispersa en este siglo [XX]».

El acercamiento existencialista a esta concepción de la vida como absurdo llevó a Camus a erigir al mítico Sísifo como «héroe absurdo» en su condición de «proletario de los dioses», quienes le condenaron a empujar eternamente una roca hasta lo alto de una montaña. No obstante, el conocimiento de su miserable situación (en la que, dice Camus, piensa cada vez que lleva a cabo su descenso para recuperar la roca y volverla a subir) le libera: al aceptar su inexorable destino, hace que el absurdo deje de serlo (como ocurre también con Edipo o Prometeo). Por ello: «Hay que imaginar a Sísifo feliz».

Cuando ese siglo XX en el que y sobre el que escribió Camus estaba despidiéndose (1997), su compatriota Frédéric Beigbeder, a través de su alter ego Marc Marronnier, comprendió —y actualizó— así la famosa cita en El amor dura tres años (traducida al español en Anagrama, 2003):

«Por fin comprendo la frase de Camus: Hay que imaginar a Sísifo feliz. Quiso decir que uno repite toda su vida las mismas estupideces pero que puede que la felicidad consista precisamente en eso. Tengo que agarrarme a esta idea. Amar tu infelicidad, ya que es rica en golpes de efecto».

Marta Martín Díaz

Una respuesta a “Sísifo, héroe absurdo

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