Hasta san Antón, paganas son

A lo largo y ancho de Europa hay tradiciones muy arraigadas. Su presencia en la mayor parte de las ocasiones es de origen medieval, pero en algunas otras se puede rastrear un origen más remoto y alejado de nosotros: son costumbres paganas trocadas en cristianas. Parece que el actual Halloween junto con la festividad de Todos los Santos y las ánimas es una herencia de los celtas y sus ritos escatológicos, que han ido cambiando y configurándose de la manera que han querido las circunstancias sociales y religiosas. De la misma forma, como bien nos lo han recordado por internet estas últimas semanas, nuestras fiestas de Navidad se hicieron coincidir con las Saturnalia romanas y el dies natalis Solis inuicti (cumpleaños del sol invicto) en época tardoantigua para que el culto cristiano calara mejor en la sociedad romana. ¡Incluso el roscón de Reyes parece que viene de ellos! El diario ABC el pasado 4 de enero dedicaba una columna en la que se hablaba de los orígenes del dulce (puedes leerlo aquí).

Pues ahí no acaba la herencia romana, podemos rastrear también el origen de los ritos que se realizan el día de san Antón. Hoy, martes 17 de enero, muchas personas acudirán con sus animales a las iglesias de sus pueblos y barrios para que el sacerdote bendiga a sus mascotas y ganados. De hecho, en Madrid se puede contemplar un desfile de animales bastante multitudinario. La tradición cristiana propone ese día por ser san Antonio Abad (Egipto, s. III-IV d.C.) el patrón de los animales, título que se le arroga por un hecho milagroso, como no podía ser de otra manera. Cuenta una leyenda, sin duda bastante tardía, que, estando el monje eremita en el desierto, una jabalina se acercó a él con sus crías para que curara la vista a los rayones, que eran ciegos. Antonio les devolvió la visión y desde entonces, la madre, en señal de agradecimiento, se quedó con él y lo defendía de las alimañas. Puede que por esta razón los católicos representen al santo con un cerdo al lado, pues en la antigüedad la diferencia morfológica entre el cerdo doméstico y el jabalí no estaba tan definida como en la actualidad. Sin embargo, el sentido de este cerdo es discutido: algunas veces considerado símbolo de la impureza, su presencia a los pies del santo puede indicar que este lo ha sometido, como Antonio hizo en tantas ocasiones con las múltiples formas bajo las que aparecía el demonio. Sin duda, la cuestión es más compleja si tenemos en cuenta la importancia del animal en la alimentación de los campesinos.

En cualquier caso, en el Levante se conoce al santo con el simpático nombre de sant Antoni del Porquet. Son unas fiestas de mucha raigambre en la zona de Valencia; incluso en Menorca es el patrón de la isla. En otros sitios, como San Bartolomé de Pinares (Ávila), se le llama con otro nombre menos simpático que en su versión catalana: san Antón Marranero. Es costumbre encender la víspera hogueras en los pueblos para purificar. De hecho, en la localidad citada existe la tradición de hacer saltar a las caballerías (caballos, mulos o asnos) sobre las hogueras en la creencia que esto les libraba de males y enfermedades, atrayendo a su vez bienes y fertilidad. Este rito se denomina “luminaria” (de lumen, luminis, “luz”). Pensemos que el fuego mata insectos y parásitos que puedan alojarse en el pelo de los animales.

La cuestión es que toda esta mezcolanza de animales, fuego y purificación nos lleva necesariamente a un contexto pagano, ya sea romano o celta, pero desde luego ajeno al cristianismo, sumergido en él, “bautizado”, nunca mejor dicho, haciéndole coincidir con la onomástica de un santo con mascota, con todo respeto a san Antón Abad y sus fieles.

Resulta que entre enero y febrero se celebraban dos fiestas lustrales, las Feriae Sementiuae y las Paganalia, no fijas sino señaladas cada año por los magistrados o sacerdotes (Macrobio, Sat. I 16. 6).

Las Paganalia se celebraban en el campo (pagus: “aldea”) y las Sementiuae en Roma. Eran dos las diosas que presidían estos días: Ceres como diosa de la agricultura y Tellus, la madre Tierra que alberga las semillas y las hace germinar. El propósito de honrar a estas dos divinidades era asegurar que, acabada la sementera, los campos fertilizaran las semillas y éstas germinaran. Ovidio (Fast. I 663-664) nos cuenta que en estas fiestas los animales “descansaban” del trabajo y eran adornados:

state coronati plenum ad praesepe, iuvenci, /cum tepido vestrum vere redibit opus.

“Permaneced, novillos, coronados con guirnaldas junto al pesebre lleno, con la templada primavera volverá vuestro trabajo.

La costumbre antigua de adornar a los animales en las fiestas se puede asemejar de manera más o menos laxa a la bendición de animales y ganados en san Antón. Sin embargo, hemos de recalcar que el hecho de darles un trato más preferencial, dejarles descansar a ellos, también les hace copartícipes de la fiesta. Habla Ovidio del tipo de ofrendas que se hacían en aquella fiesta: los liba (Fast. I 669-670)

pagus agat festum: pagum lustrate, coloni, /et date paganis annua liba focis.

“¡Que la aldea festeje!: purificad la aldea, colonos, y entregad a los fuegos aldeanos los panecillos de este año.”

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Liba rústica

 

El libum es una especie de pan sacrificial elaborado con harina, aceite de oliva y queso fresco o leche. Catón recoge la receta de los liba rustica (Cat. RR. 75), por si tenéis curiosidad; pero si queréis prepararlos, en internet hay muchos blogs que recogen la receta con medidas y métodos actuales, como éste. De hecho, hace unos años, con ocasión del acto “Yo conozco mi herencia” (12/12/2012) un grupo de alumnos de nuestra Facultad colgó un vídeo en youtube en el que elaboraban estos panecillos: aquí. Hoy en día existe algo parecido: los panecillos del santo, un producto típicamente madrileño (y de otras regiones) que se elabora en estas fechas.La costumbre era ofrecerlo a san Antón para que protegiera a los animales de pestes y plagas. ¿Alguien dijo do ut des? Y esa es la cuestión que aquí nos trae. Aunque los panecillos de san Antón no estén relacionados directamente con los liba romanos, el hecho antropológico y religioso es el mismo. Muchas de las tradiciones que ha habido en Europa asociadas al culto católico son reminiscencias paganas que han sobrevivido y se han adaptado con el paso de los siglos.

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Panecillos de san Antón

 

Como corolario a esta reflexión quiero citar unas líneas de La Regenta en el capítulo XII, donde el Arcediano Moruelo, alias Glocester, arremete contra el paganismo y Clarín de forma veladamente irónica se ríe de la perorata:

«Voltaire y a veces el extraviado filósofo ginebrino pagaban el pato. Pero no; otro caballo de batalla tenía el Arcediano: el paganismo, la antigua idolatría. Aquel día, el viernes, estuvo oportunísimo burlándose de los egipcios. Al regente le costó trabajo contener la risa, que procuraba excitar Glocester. Aquellos grandísimos puercos que adoraban gatos, puerros y cebollas, le hacían mucha gracia al orador sagrado. “¡Con qué sandunga les tomaba el pelo a los egipcios!” según expresión de Joaquinito Orgaz, religioso por buen tono y que creía sinceramente que era un disparate la idolatría. —Sí, Señor Excelentísimo, sí, católico auditorio, aquellos habitantes de las orillas del Nilo, aquellos ciegos cuya sabiduría nos mandan admirar los autores impíos, adoraban el puerro, el ajo, la cebolla. ¡Risum teneatis! ¡Risum teneatis!— repetía encarándose con el perro de San Roque, que estaba con la boca abierta en el altar de enfrente. El perro no se reía».

Ahí lo tenemos, amigos de Notae tironianae. El sarcástico Glocester se reía del culto egipcio al gato mientras a su lado estaba el fiel can de san Roque. De la misma manera, vigilemos que el marrano de san Antón no sea la porca praecidanea que los pagani (aldeanos) ofrendaban a Ceres y a Tellus en sus rústicas fiestas.

Ibor Blázquez Robledo

 

2 respuestas a “Hasta san Antón, paganas son

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