Loxosceles reclusa

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Procedencia de la imagen: Wikipedia

En una novela reciente de Fred Vargas, Cuando sale la reclusa, Danglard, un policía a las órdenes del comisario Adamsberg, propone una etimología de la palabra Loxosceles. Es el nombre a un género de arañas, una de cuyas especies es Loxosceles reclusa cuya mordedura puede llegar en algún caso a ser mortal en el hombre, aunque lo más habitual es que cause una pequeña lesión necrótica que la mayor parte de las veces cura espontáneamente, eso sí, dejando una cicatriz. Esta especie es de distribución americana mientras que en Europa existe otra muy similar, la Loxosceles rufescens que es más inocua que su homóloga americana. No es muy habitual su mordedura porque, como indica su segundo nombre, el epíteto de la especie americana, tienen tendencia a estar recluidas y a ser poco agresivas. El que esa araña se llame reclusa, término que aparece también en el título de la novela, le da mucho juego a Fred Vargas ya que el caso gira en torno a unas muertes producidas por el veneno de estas arañas.

Como se aprecia en la imagen, en la cabeza de este tipo de arañas se puede ver perfectamente el dibujo de algo que se parece mucho a un violín, por lo que no es de extrañar que se denominen también arañas violinistas o arañas violín, además de otras denominaciones como arañas reclusas, arañas pardas, etc.

Todas estas características hacen que en la novela se dedique cierto espacio a su etimología y Danglard, el policía superculto y erudito, capaz de identificar de memoria el autor de casi cualquier cita, diga lo siguiente:

Loxosceles, de loxo (‘oblicuo’ y, por extensión, ‘que no anda recto’, ‘vicioso’). Y probablemente de celer (‘que se esconde’) ¿La viciosa que se esconde?” Pero a Danglard no le satisfacía la mezcla de las raíces griega y latina.

Lo de la mezcla de raíces griegas y latinas no sería mayor inconveniente toda vez que los híbridos en compuestos grecolatinos pueden encontrarse, aunque como cosa rara, ya en latín de época tardía; sin embargo, fue a partir del s. XVI cuando en la creación de neologismos científicos se mezclaron con bastante frecuencia ambas lenguas al no establecer sus creadores una distinción clara entre los vocabularios latino y griego; así en Dicciomed suponen más de un 7 % de los términos recogidos en ese diccionario, como puede comprobarse en este enlace donde se ofrece un largo listado de híbridos grecolatinos en vocabulario médico o biológico, en neologismos que se fechan a partir del s. XVI pero sobre todo en los ss. XVIII y XIX.

Tampoco parece muy acertada la traducción de celer en latín por ‘que se esconde’ en lugar de ‘rápido’ o ‘veloz’. Tambièn es bastante forzado traducir λοξός como ‘vicioso’ en un sentido moral. En cualquier caso es errónea la interpretación del segundo elemento del compuesto. No hace falta ser un gran sabio para darse cuenta de que procede de σκέλος ‘pierna’ que ya usa Aristóteles en compuestos biológicos para hablar de patas de animales, así tenemos en su Historia de los animales el compuesto μακροσκελής ‘de patas largas’ o en su De partibus animalium μικροσκελής ‘de patas cortas’. Con lo que llegamos a un compuesto que significa ‘de patas inclinadas’, que es una característica, en efecto, típica de las arañas que tiene largas patas articuladas; es verdad que no es muy específico porque se podría aplicar a otros géneros de arañas.

En fin, no es de extrañar que Danglard tenga dudas sobre la etimología que propone. Dada la cultura que exhibe habitualmente Danglard en las novelas de Fred Vargas, y también la de esta autora, parece que se está jugando con el lector al proponerle adrede una falsa etimología con varios errores, quizá para que los más avispados y cultos piensen que a fin de cuentas Danglard no es tan sabio como parece.   

Ya que estamos en erudiciones: el aracnólogo que describió la Loxosceles rufescens, Léon Dufour, lo hizo en 1820 pero sin darle el nombre científico que luego adoptaría, porque él la llamó Scytodes rufescens (Annales de la Société Entomologique de France, 5: 198-209). Hoy día el género Loxosceles está integrado en la familia Sicariidae que a su vez forma parte de la superfamilia Scytodoidea (Wikispecies). El nombre Loxosceles aparece en 1832 en un artículo de Carl Heineken que publicó póstumamente Richard Th. Lowe en The Zoological Journal 5: 320–323 y parece que fue creación de Heineken.

Francisco Cortés Gabaudan

 

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