Juvenal en Eurovisión

Julián Bautista Bernal nos envía otra noticia sobre Eurovisión: Serbia ha escogido la canción que le representará en el Festival. El título de la canción interpretada por la cantante Konstrakta es In corpore sano y parte de la letra contiene unos pasajes en latín, que evocan la famosa cita de Juvenal (Sat. 10, 35): orandum est ut sit mens sana in corpore sano.

In corpore sano, in corpore sano
In corpore sano, in corpore sano
In corpore sano, in corpore sano
[Corpus je sanum i šta ćemo sad?]
Mens infirma in corpore sano
Animus tristis in corpore sano
Mens desperata in corpore sano
Mens conterrita in corpore sano

El tema, que gira en torno a la salud de los artistas, tiene un tono reivindicativo, según aclara la página de RTVE dedicada al Festival, dado que en Serbia estos no cuentan con seguridad social y uno de los miembros del grupo falleció recientemente a causa de la leucemia.

Loki en Pompeya

Rescatamos el vídeo de la escena en la que Loki, interpretado por Tom Hiddleston, se dirige en latín a los habitantes de Pompeya el día de la erupción del Vesubio. Pertenece al segundo episodio de la serie Loki, emitida por la plataforma Disney+ en 2021. No olvidemos que el actor estudió Clásicas en la Universidad de Cambridge.

Documental sobre Bayas, la Atlantis de Roma

Hasta finales de año está disponible en RTVE el documental «Bayas, la Atlantis de Roma», cuya sinopsis reproducimos: El Vesubio sumergió Pompeya con fuego y Bayas con agua. A pocos kilómetros de Nápoles, Bayas, la ciudad de lujo y placer hedonista del Imperio Romano, es el sitio arqueológico sumergido más grande del planeta. Se encuentra dentro de la caldera de los Campos Flegreos, un supervolcán actualmente en alerta naranja. Un equipo de restauradores, único en el mundo, tiene la ardua tarea de restaurar y preservar esta maravilla, al tiempo que siguen encontrando nuevos hallazgos que nos muestran la maravilla que fue Bayas en su día y lo que queda por encontrar.

El himno de Benidorm Fest en latín

Julián Bautista nos envía el enlace a la página de RTVE, que incluye el himno oficial de Benidorm Fest, donde se realiza la preselección para elegir al representante de España para Eurovisión 2022. Resulta que este, compuesto por Pepe Herrero, está escrito en latín. Lo que no acaba de quedar claro es quién ha escrito la letra.

VITA EST

Omnes simul caelum aspicimus.
Iunctae laudes.

Musica vita est.
Ars nostra lux.

Cantus nos liberat.
Fatum unitum.

Spem tenemus corda nostra.
Vocibus nostris cantemus pro somnio.

Musica vita est.
Unio populorum.
Cantemus pro somnio.
Semper iuncti.

Musica vita est.
Ars nostra lux.

Cantus nos liberat.
Fatum unitum.
Eurovisión.

«El Corazón del Imperio»: las mujeres de la antigua Roma llegan a la televisión

Rosario Cortés nos envía la noticia publicada en ElDiario.es el 10/11/2021. La serie documental de Movistar, «El corazón del Imperio», sobre la historia de las mujeres de Roma, se estrena el 25 de noviembre. Creada por Israel del Santo, constará de 6 capítulos conducidos por el novelista Santiago Posteguillo, Premio Planeta 2018 por Yo, Julia, al que han asesorado y acompañado la doctora en Derecho Romano Amelia Castresana, la doctora en Historia Patricia González, la arqueóloga e historiadora María Engracia Muñoz, la historiadora especialista en Historia de Roma Lidia San José, la psicóloga Mireia Darder y la doctora en Filología clásica Cristina de la Rosa. Para acompañar el estreno, el 17 de noviembre se publicará El Corazón del Imperio, libro basado en la docuserie, escrito por Miguel Díaz de España y editado por Planeta.

Como la prof. Cortés añade: «Aún no sabemos si la serie nos gustará, pero sin duda es una muestra más del éxito social que tienen nuestros temas».

Documental sobre Nebrija filmado en Salamanca

Transcribimos el texto de la noticia publicada en LA Gaceta de Salamanca el 23 de octubre de 2021:

Salamanca acogió el pasado fin de semana el rodaje de “Elio”, el documental sobre Nebrija, el humanista autor de la gramática en lengua castellana publicada en 1492 en la ciudad del Tormes. En 2022 se celebrará el V Centenario de su muerte.

“Elio”, producido por Grupo ADM y Lateral Producciones, cuenta con localizaciones en el casco histórico en la Casa Lis, el Parque Elio Antonio de Nebrija y el edificio Histórico de la Universidad de Salamanca. El trabajo está presentado por el rapero Haze (Sergio López Sanz), que ha entrevistado a la latinista Carmen Codoñer y al catedrático José Gómez Asencio.

El guion narra la vida de Elio Antonio de Nebrija, historiador, pedagogo, gramático, traductor, exégeta, docente, catedrático, filólogo, lingüista, lexicógrafo, impresor, editor, escritor, poeta y cronista real. Fue testigo directo de una de las épocas más importantes de la historia, pero sin embargo la historia y la obra del lebrijano todavía es una gran desconocida. De la mano del famoso rapero Haze, “Elio” viaja por los diferentes lugares que marcaron la vida de Nebrija y le ayudaron a entender la importancia de publicar su gramática, un gran descubrimiento de 1492.

El documental está dirigido por Fernando Ruso y Pepe Barahona. Se emitirá en La 1 de TVE, en Canal Sur en 2022 y también llegará a las plataformas de entretenimiento. “Contar con Haze”, comenta Barahona, “ha sido todo un acierto. Tenemos esa dualidad del rapero filólogo que sabe traducir el lenguaje académico a pie de calle.

Pretendemos que no sea un documental de las elites para las elites, sino que llegue al público joven, que necesita conocer la historia de nuestra lengua para amarla, y con Haze ese objetivo se ha cumplido. Es muy voluntarioso, una persona empática que da mucho juego durante el rodaje y lo está haciendo todo muy fácil”.

“Elio” nace con el objetivo de poner en valor la aportación de Nebrija a la historia de la lengua castellana. Sobre todo, difundir su gesta entre los más jóvenes. A modo de “road movie”, la película viaja desde Lebrija, lugar de su nacimiento de Nebrija, a Alcalá de Henares, donde murió.

“Salamanca es cita obligada porque Nebrija vivió aquí muchos años y tuvo una relación de amor-odio con la ciudad. También Extremadura, donde estuvo itinerando con la corte del humanista Juan Zúñiga. Y Bolonia, donde pasó cinco años en los que Nebrija dejó de ser el bachiller que vino a Salamanca para convertirse en el gran humanista que recuerda la historia”, afirma Barahona.

“Nuestro propósito”, afirma el codirector de “Elio”, “es ir con los tiempos actuales en un documental frenético en el que no contemos la vida de Nebrija de pe a pa, sino que seamos capaces de enganchar al público para que después profundice por su cuenta con manuales como el de Pedro Martín Baños”.

La semana de César: Gianni Rodari

Envío de Isabel Gómez Santamaría:

El profesor Terríbilis o La muerte de Julio César

Hoy el profesor Terríbilis es más alto de lo normal. Le sucede siempre eso los días de interrogatorio. Los estudiantes miden con miradas de precisión su estatura: ha crecido por lo menos veinticinco centímetros. Ha crecido tanto que se le ven los calcetines violeta al final de los pantalones marrones, y por encima de los calcetines una franja de chicha blanca, que de ordinario se tiene púdicamente cubierta. —Ya está —suspiran las masas estudiantiles—, mejor sería irnos a jugar a los bolos. El profesor Terríbilis hojea sus expedientes y anuncia: —Os he convocado aquí para saber la verdad y de aquí no saldréis ni vivos ni muertos hasta que me la hayáis dicho. ¿Está claro? Que salga… veamos la lista de los encausados: Albani, Albetti, Albini, Alboni, Albucci… Está bien, que salga Zurletti. El alumno Zurletti, que es el último por orden alfabético, se aferra al pupitre para retrasar el instante fatal y cierra los ojos para hacerse la ilusión de encontrarse en la isla de Elba de pesca submarina. Por fin se levanta, con la lentitud con que se levantan las naves de siete mil toneladas allá en las esclusas del Canal de Panamá, se arrastra hacia la tarima dando un paso hacia delante y dos hacia atrás. El profesor Terríbilis le atraviesa varios puntos del cuerpo con ojeadas incandescentes y lo pincha con numerosas frases punzantes: —Querido Zurletti, se lo digo por su bien: cuanto antes confiese, antes lo pongo en libertad. Usted sabe, por otra parte, que no me faltan medios para hacerlo hablar. Dígame, pues, a toda prisa y sin reticencias, cuándo, cómo, por quién, dónde y por qué fue asesinado Julio César. Precise cómo iba vestido ese día Bruto, cómo era de larga la barba de Casio y dónde se encontraba en ese momento Marco Antonio. Agregue el número de zapato que usaba la mujer del dictador y cuánto había pagado esa mañana en el mercado por el queso fresco de búfala. Ante esta tempestad de preguntas, el alumno Zurletti vacila… Sus orejas tiemblan… Terríbilis se las asaetea repetidamente con palabras como flechas… —¡Confiese! —apremia el profesor con voz apremiante, alzándose otros cinco centímetros (ahora al final de los pantalones se ve casi toda la pantorrilla). —Exijo un abogado —murmura Zurletti. —No hay nada que hacer, amigo. Aquí no estamos ni en la Comisaría ni en el Tribunal. Usted tiene tanto derecho a un abogado como a un billete gratis para las Azores. Debe limitarse a confesar. ¿Qué tiempo hacía el día del crimen? —No me acuerdo… —Naturalmente. Me imagino que usted ni siquiera se acuerda de si Cicerón estaba presente, si llevaba paraguas o una trompetilla, si había llegado al lugar en taxi o en calesa… —No sé nada. Zurletti se está tranquilizando ligeramente. Nota que la clase lo sostiene en sus titánicos esfuerzos para resistirse a la presión del inquisidor. Alza la cabeza de golpe: —¡No hablaré! Aplausos. Terríbilis: —¡Silencio, o mando desalojar la sala! Pero Zurletti ha agotado ya sus energías y se derrumba desmayado. Terríbilis llama a un bedel, que llega corriendo con un cubo de agua y lo arroja sobre el rostro del malaventurado. Zurletti abre los ojos, lame golosamente el agua que corre por las inmediaciones de los labios: ¡Dios mío, es agua salada! No hará sino acrecentar sus torturas… Ahora el profesor Terríbilis es tan alto que choca con la cabeza en el techo y se hace un chichón. —¡Confiesa, bribón! ¡Has de saber que tengo a tu familia como rehenes! —Ah, no, eso no… —Pues sí. ¡Bedel!

El bedel reaparece empujando ante sí al padre de Zurletti, de treinta y ocho años, empleado de Correos y Telégrafos. Tiene las manos atadas a la espalda. Está con la cabeza gacha. Se dirige a su hijo con un hilo de voz que no le bastaría para musitar «diga» por teléfono. —¡Habla, Alduccio mío! Hazlo por tu papá, por tu madre que se derrite en lágrimas, por tus hermanitas en el convento… —Ya basta —intima el profesor Terríbilis—. Retírese. Zurletti padre se va, envejeciendo a ojos vistas. Mechones de pelo blanco se desprenden de su cabeza veneranda, caen sobre las baldosas sin ruido. El alumno Zurletti solloza. De su pupitre se levanta entonces el alumno Zurlini, siempre generoso, y con voz firme proclama: —Profesor, ¡hablaré yo! —Por fin —se regocija el profesor Terríbilis—. Dígamelo todo. Las masas estudiantiles se horrorizan al pensar que han criado un espía en su propio seno. Aún no saben de lo que es capaz el generoso Zurlini… —Julio César —dice, fingiendo ruborizarse de vergüenza— cayó atravesado por veinticuatro puñaladas. El profesor Terríbilis está demasiado estupefacto para reaccionar inmediatamente. Su estatura disminuye varios centímetros de una sola vez. —¿¿Cómo?? —balbucea—. ¿No eran veintitrés? —Veinticuatro, profesor —confirma Zurlini sin vacilar. Muchos lo han comprendido al vuelo y apoyan su declaración: —Veinticuatro, ¡veinticuatro, Señoría! —Pero yo tengo las pruebas —insiste Terríbilis—. Consta en autos la célebre oda de nuestro Poeta y Vate, allí donde describe los sentimientos de la estatua de Pompeyo en el momento en que el general cae a sus pies bajo los puñales de los conjurados. He aquí la cita exacta, tal y como resulta de las actas: Pompeyo, en el gélido mármol calladito piensa jubiloso: ¡Cayo, ya estás frito! Y mientras el César cae junto a sus pies él cuenta agujeros: ¡y son veintitrés! —Ya han oído, señores: veintitrés —prosigue Terríbilis—. Y no traten de enturbiar las aguas con confesiones falsificadas. Pero de la clase se alza un solo grito: —¡Veinticuatro, veinticuatro! Le toca a Terríbilis, ahora, conocer los tormentos de la duda. Se empequeñece cada vez más. Ya es más bajito que la profesora de matemáticas, pero no se queda así: su frente ya está a la altura de la superficie de la mesa; para vigilar a las masas estudiantiles se ve obligado a subirse a la silla, a brincar sobre las puntas de los pies. Ante esa visión se conmueve el alumno Alberti, que tiene un corazón de oro y todos dicen que ganará el premio a la bondad el día de Nochebuena. —Profesor —comienza—, el testimonio de la estatua de Pompeyo puede ser comprobado con facilidad. Basta hacer un viaje de estudios a la antigua Roma, asistir al asesinato de César y contar nosotros mismos las heridas con nuestros propios ojos. Terríbilis se aferra a esta áncora de salvación. En un periquete entra en contacto con la agencia Crono-Tours, la clase se embarca en la máquina del tiempo, el piloto ajusta los mandos hacia los idus de marzo del año 44 antes de Cristo… Bastan unos cuantos minutos para atravesar los siglos, que producen mucho menos roce que el aire y el agua… Alumnos y profesor se encuentran entre la muchedumbre que asiste a la llegada de los senadores al Senado. —¿Ha pasado ya Julio César? —pregunta Terríbilis a un fulano que se llama Mengano. Este no lo entiende y se dirige a un amigo suyo: —Eh, tú, ¿de onde salen estos paletos?

Terríbilis se acuerda a tiempo de que en la antigua Roma todos hablan latín y repite la pregunta en dicha lengua. Pero los antiguos romanos no entienden una sílaba y se carcajean: —Pero ¿se pue saber de onde han llovido estos bárbaros? Mía tú qué cosa, los puen aplastar… Vienen a Roma y no se molestan pa aprender a chapurriar romano. Es inútil, el latín de la escuela, para hablar en latín, no sirve mucho más que el milanés o el karakalpac. Los alumnos se mueren de risa. Pero no todos. Zurlini está preocupadísimo. Para salvar a Zurletti ha dicho una mentira. Pero ahora se descubrirá que las puñaladas son efectivamente veintitrés; y él hará el papel del liante y del saboteador. Se ganará como mínimo quince años y tres meses de sanción. ¿Qué hacer? Ahí está Terríbilis que se ha preparado una hojita con veinticuatro redondelitos dibujados y tiene el lápiz dispuesto: a cada puñalada anulará un redondelito… Mambretti, el guasón de siempre, está inflando veinticuatro globos: hará estallar uno a cada puñalada y grabará los ruidos en el magnetofón… Los empollones se han traído minicalculadoras japonesas de transistores… Braguglia empuña el tomavistas para filmar el experimento con película pancromática, doble filtro y teleobjetivo. «Maldita sea», piensa concisamente Zurlini. En ese momento aparece en escena una caravana de turistas americanos, que hacen mucho ruido mascando chicle. Arman tal follón que tapan los tañidos de trompeta de los maceros, que anuncian la llegada de César. Cae también por allí un grupo de la televisión italiana, que debe filmar un documental para un anuncio de cuchillos de cocina. El director se pone a dar órdenes: —Conjurados, ¡un poco más a la izquierda! Un intérprete traduce las órdenes al romano antiguo. Muchos senadores se empujan para que los saquen, empiezan a hacer «hola, hola» con la manita. Julio César está jorobadísimo pero no puede hacer nada; ahora ya no manda él. El director le hace empolvarse un poco la calva, para que no brille. Después las cosas se precipitan. Los conjurados sacan los puñales y asestan una tanda de golpes. Pero el director no está contento: —¡Alto! ¡Alto! Se agolpan ustedes demasiado, no se ve brotar la sangre. ¡Vuelvan a empezar! —¡Qué rollo! —rezonga Mambretti—. He desperdiciado trece globos para nada. —¡Clack! —dice una voz—: ¡Muerte de Julio César, segunda toma! —Acción —ordena el director. Los conjurados vuelven a golpear, pero todo se va a paseo porque un turista americano ha escupido al suelo su chicle: Bruto resbala en él y va a caer a los pies de una señora de Filadelfia que se asusta y pierde el bolso. A repetir de nuevo. «Maldita y remaldita sea», piensa febrilmente Zurlini. De repente su tortura finaliza. La clase entera se encuentra de nuevo en la máquina del tiempo, de viaje hacia el siglo XX… —¡Traición! —grita el profesor Terríbilis. —Profesor —explica el piloto—, el contrato era por una hora, y ha pasado una hora. Mi empresa no tiene la culpa si no han visto todo lo que querían; reclámenle daños y perjuicios a la TV. —¡Sabotaje! —gritan las masas estudiantiles. Ahora se lo pueden permitir, en vista de cómo se han puesto las cosas. —De todos modos —continúa el piloto—, tengo una buena noticia para ustedes: ¡la casa Crono-Tours les ofrece como obsequio una parada de cinco minutos en la Edad Media para asistir a la invención de los botones! —¿Botones? —repite Terríbilis—. ¿Nos ofrecen botones a cambio de puñales? ¡Qué nos importan los botones! —Pues son importantes —explica débilmente el piloto—. Si no tuvieran botones, se les caerían los pantalones. —Ya basta —ordena Terríbilis—. Devuélvanos inmediatamente a nuestros días. —Por mí, totalmente de acuerdo —dice el piloto—. Me bajo antes y me da tiempo de afeitarme para ir al cine. —¿Qué va a ver? —le preguntan las masas estudiantiles. —¡Drácula contra el ratón Mickey!

—¡Formidable! Profesor, ¿vamos también nosotros? El profesor Terríbilis reflexiona a ojos vistas. Ha habido algún error durante esta perversa mañana. Pero ¿cuál? Quizá en la mística penumbra de un cine podrá meditar sobre esta pregunta y hallar la respuesta exacta. —Vale Drácula —suspira. Zurletti y Zurlini se abrazan. Otros entonan cantos de júbilo. Pero Alberti, el corazón de oro, deja caer fuera de la máquina del tiempo, mientras vuelan sobre el siglo pasado, su cuchillo de caza, con el cual estaba dispuesto a asestar a hurtadillas la vigésimocuarta puñalada a César, para impedir que la mentira de Zurlini fuera descubierta. Realmente es un buen chico este Alberti: y si el día de Nochebuena le dan el premio a la bondad, harán muy bien, pero que muy bien.

Gianni Rodari

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