Entrada número 1.648 y última

Ha llegado la hora de despedirse. No solo porque me jubilo y no es posible sostener un blog que nació como un Proyecto de Innovación docente sin ejercer la docencia, sino porque simplemente al blog le ha llegado su hora. 

Notae Tironianae se definió, como aparece en la página correspondiente, como “un blog colectivo de alumnos y profesores del Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo de la Universidad de Salamanca”. En la misma página exponía su propósito: “mostrar que la Filología clásica no es un mundo aparte sino que precisamente el conocimiento de las lenguas clásicas y de su cultura promueve una comprensión más profunda de la realidad actual.”

En efecto, esta era la formulación escueta de sus rasgos fundamentales: por un lado, el intento de implicar a alumnos y profesores en una empresa común;  por otra parte, incitar a la reflexión e infundir en los alumnos y en el público en general una inquietud por el papel de los estudios clásicos en el mundo moderno que fuera más allá de lo que nuestro añorado Gregorio Hinojo llamaba la “chundarata”. 

Es hora de hacer balance. A mi modo de ver ninguno de los dos objetivos se ha logrado, en parte sin duda por mi propia incapacidad, pero también por factores que escapan a mi voluntad y que después de varios años de experiencia puedo comprender mejor. 

En cuanto a la implicación, creo que he hecho grandes esfuerzos, pero he caminado contra corriente: no están de moda las actividades que no tienen un rendimiento inmediato; y esto es así para la mayor parte de los profesores y de los alumnos -salvo, afortunadamente, algunas excepciones- y no creo que merezca más comentarios; simplemente solo queda lamentar esta sumisión generalizada al sistema establecido, que ha calado incluso entre los más jóvenes. 

Respecto a la pretensión de buscar un lugar para los estudios clásicos en este mundo de hoy, que cambia tan velozmente, precisamente el primer propósito -crear un espacio abierto a todos y, por tanto, “neutral”, siempre con el requisito de cumplir con un nivel mínimo de calidad- ha supuesto un lastre inicial. Nunca se ha rechazado ninguna entrada por otro motivo que el de calidad; de hecho, creo que solo con una mano (y me sobran dedos) se pueden contar las ocasiones en las que se ha rechazado una aportación de plano, a pesar de que muchas veces los revisores o yo misma no coincidíamos con el enfoque elegido o con el contenido de los envíos recibidos. La conclusión es que nuestra posición de evitar el “folklorismo” y la superficialidad es evidentemente minoritaria. Desde mi punto de vista reivindicar un papel para los estudios de clásicas no se puede hacer vistiéndose de romano; no niego que la desesperación ha podido influir en la frecuencia con que se ha recurrido al mundo clásico en su faceta más llamativa y supuestamente atractiva para el alumnado (disfraces, recetas, saludar en latín, etc.), pero no creo que sea ese el camino adecuado, puesto que ese solo nos convierte en “esos raros y pintorescos de clásicas”, que prefieren asumir un papel que a todas luces es inútil antes que presentarse como conocedores y difusores de lenguas, culturas y pensamiento que realmente tienen trascendencia en el mundo moderno. Por otra parte, tampoco me gusta transmitir la idea de que todo lo que nos ha llegado de Grecia y Roma es superior por el mero hecho de ser griego o latino; creo que hay que infundir en los alumnos un sentido crítico que les acerque al conocimiento riguroso de la antigüedad clásica y la idea de que esta es fundamental pero no la única cultura existente; hay más mundo fuera del clásico. En resumen, a lo mejor para fomentar la reflexión sobre lo que representa el mundo clásico y para reivindicar el papel serio de los estudios dedicados a él sería necesario intentarlo desde una plataforma ajena a las instituciones y promovida por un grupo de varias personas. Es cierto que -el que no se consuela es porque no quiere-, Notae Tironianae ha hecho cierta labor en este aspecto, pero a todas luces insuficiente.

Pero no todo va a ser pesimismo. También hay algunos logros que se han conseguido gracias a la colaboración de mucha gente a la que debemos expresar nuestro agradecimiento. Evitaré la sucesión de nombres, porque sería una lista larguísima en la que con toda seguridad olvidaría a alguien. Por otra parte, la consulta de las etiquetas del blog puede dar una idea bastante ajustada del grado de colaboración de cada uno (de manera similar los seguidores cercanos podrían utilizar las etiquetas para fabricar una lista de “desagradecimientos”, las ausencias también son significativas). Teniendo esto en cuenta, sirvan estas palabras para incluir algunos detalles que no se deducen automáticamente de la consulta del blog y sirven para dar al César lo que es del César.

Notae Tironianae nació como un proyecto de Innovación Docente en el curso 2015-16 con un presupuesto para ese curso por parte de la Universidad de Salamanca de 63 euros. Puesto que la normativa impedía volver a solicitar un proyecto similar a otro previo, nunca más contamos con ninguna subvención para el funcionamiento habitual. Gracias a ayudas puntuales de la Delegación de Alumnos de la Facultad de Filología de la USAL, el Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo (USAL), la Sección Local de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, la editorial Blackie Books, e incluso donaciones de libros de particulares, hemos podido durante estos años organizar algunas actividades.

Entre estas quiero destacar los concursos de Microrrelatos sobre el Mundo Clásico o Fotoclásica (este para alumnos de institutos), que además fueron posibles gracias a la colaboración desinteresada de los que ejercieron como jurados (de nuestro Departamento y de otros), el Homenaje a Cervantes en colaboración con el Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana, proyección de películas y documentales, mesas redondas (con motivo de la publicación de la Odisea en Blackie Books), lecturas de textos clásicos (en colaboración con el Máster de Creación Literaria), todo ello sin medios propios y sobre todo gracias a la amabilidad y buena disposición de las personas que participaron, muchas veces ajenas al mundo clásico, que lo hicieron sin recibir nada a cambio. 

La creación de Notae Tironianae (cuyo nombre fue escogido mediante un concurso entre los alumnos, que ganó Rodrigo Río) fue favorecida y alentada por el prof. José Carlos Fernández Corte. Técnicamente fue Gustavo Merlo el que me inició e ilustró sobre un medio, el blog, del que yo nada sabía. En el equipo inicial estuvieron además Francisco Cortés y Mª. José Cantó, a los que luego sustituyeron Marco Antonio Santamaría y Agustín Ramos; con la jubilación de este entró Eusebia Tarriño (de todos nosotros el curso que viene solo quedarán en activo Marco Antonio y Eusebia, esto tambien es una señal). Entre sus tareas estuvo fundamentalmente la de revisar los originales, aunque en ocasiones puntuales también otros profesores realizaron amablemente este trabajo. A cargo de las redes sociales siempre estuvieron alumnos, Cecilia Ares del Teso, Sabela Cacabelos, Irene Naranjo, Marcos Medrano, Jorge Noreña, Sofía Lorenzo… debería nombrar a algunos que nos ayudaron con problemas informáticos puntuales, Marina Arellano, Javier Sánchez… Entre los alumnos algunos han asisitido y apoyado el nacimiento del blog y han seguido haciéndolo hasta este momento.

Durante estos años hemos publicado al menos una entrada cada día lectivo. Han sido muchos los que nos han enviado sus aportaciones y de algunas de ellas estamos especialmente orgullosos: hay quienes han tenido la generosidad, cada vez más rara, de enviarnos trabajos que hubieran podido ser publicados en revistas especializadas y no en un blog. Muchos más nos han enviado enlaces, actuando como corresponsales implacables de la actualidad. Como decía, un vistazo a las firmas y las etiquetas de las entradas os puede dar la idea de hasta qué punto el blog se ha mantenido gracias a la colaboración constante de algunas personas. Y no ha sido menor la de aquellos que han preferido el anonimato de “un seguidor” o “una seguidora”, un auténtico soporte que ha garantizado que todos los días pudiera haber al menos una entrada. Echaré mucho de menos la cuota diaria de estos envíos en el correo electrónico y en el Whatsapp.

Por último, están los seguidores, 2.008 exactamente si sumamos los que nos siguen por redes sociales; algunos de ellos son muy fieles; muchos nos comentaban la entrada del día y otros, lejanos en la distancia pero cercanos gracias a la red, nos han animado a seguir en la brecha; muchas gracias a todos, sin ellos el blog hubiera carecido de sentido. 

Durante estos años, la edición de Notae me ha ocupado mucho tiempo y sin duda voy a echarlo de menos, para bien y para mal. Aunque el balance general no haya sido el óptimo, sin embargo, no he dejado de aprender, he conocido a mucha gente interesante y lo he pasado bien. 

Es hora de irse.

Susana González Marín

Profesorado de Clásicas desde el año 1938 hasta 1949-50. (Listado provisional)

Esta tabla ha sido enviada para su revisión a los profesores del Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo, tanto a los que actualmente están en activo como a los que ya disfrutan de la jubilación, así como a Adelaida y Mª Ángeles Martín Sánchez. Afortunadamente también en esta ocasión hemos podido disponer de apoyo documental, los Anuarios indicadores de Cursos de la Universidad de Salamanca, que están disponibles desde el curso 44-45 hasta el 49-50. Es cierto que en ellos se observan algunas erratas e incongruencias que difícilmente podemos subsanar, pero han sido una ayuda inestimable para la reconstrucción de estos años. En cambio, aún nos faltan muchos datos de los cursos anteriores y, de hecho, estamos pendientes de algunas precisiones que completaremos en cuanto podamos.

Recuerdo de nuevo que en la búsqueda del material ha sido de especial ayuda Luis Noriega Villafañe (Secretaría del Decanato), María José Gutiérrez Gutiérrez (Secretaría de la Facultad) y Concepción Álamo Garzón (Archivo de la Universidad de Salamanca).

Como siempre, sin duda hay errores; agradeceremos enormemente las posibles correcciones. Con este listado queda cubierta una parte de la historia de los estudios clásicos en la Universidad de Salamanca.

Susana González Marín

Profesores del Departamento de Filología Clásica e indoeuropeo (1950-51/1959-60).

Esta tabla ha sido enviada para su revisión a los profesores del Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo, tanto a los que actualmente están en activo como a los que ya disfrutan de la jubilación. Agradezco a todos ellos su colaboración, especialmente a Carmen Codoñer, Emiliano Fernández Vallina, Adelaida y Mª Ángeles Martín Sánchez. Afortunadamente también en esta ocasión hemos podido disponer de apoyo documental, los Anuarios indicadores de Cursos de la Universidad de Salamanca, que están disponibles desde el curso 50-51 hasta el 56-57. Es cierto que en ellos se observan algunas erratas e incongruencias que difícilmente podemos subsanar, pero han sido una ayuda inestimable para la reconstrucción de estos años. En cambio, aún nos faltan muchos datos de los cursos siguientes.

Recuerdo de nuevo que en la búsqueda del material ha sido de especial ayuda Luis Noriega Villafañe (Secretaría del Decanato), María José Gutiérrez Gutiérrez (Secretaría de la Facultad) y Concepción Álamo Garzón (Archivo de la Universidad de Salamanca).

Observaréis que no aparece la columna que corresponde a Indoeuropeo porque no había dotada ninguna cátedra de la materia. Las clases de Introducción a la lingüística indoeuropea durante esta década fueron impartidas por Martín Sánchez Ruipérez. Por otra parte, hemos incluido, como novedad, a los profesores de Historia Antigua que formaban parte entonces del Seminario de Clásicas.

Como siempre, sin duda hay errores; agradeceremos enormemente las posibles correcciones.

Susana González Marín

¿Qué le dirías al alumno con mejor nota en la Selectividad de Madrid, que quiere matricularse en Filología clásica?

Nos mandan la noticia, que ha sido publicada en agencias (Europa Press) y de la que se han hecho eco La Vanguardia y la Cadena Ser, Esperanza González y Emilio de Miguel. Se trata de Gabriel Plaza, que ha obtenido en el examen de la EvAU un 10. Su nota en Bachillerato es un 9.94, así que la media es 9,964. Podríamos hacer varios comentarios y estoy segura de que habrá tenido que escuchar cosas como «¡qué desperdicio!», quizá en su propio insituto, pero prefiero proponer un ejercicio a nuestros lectores: ¿qué le diríamos cada uno a Gabriel?

Susana González Marín

Libros de pegatinas para niños aficionados al mundo clásico

Carmen Hinojo nos envía este libro de pegatinas para niños, Latin Words Sticker Book, de la editorial Usborne. Se trata de una edición en inglés aunque puede usarse sin problema para niños de otras lenguas. El libro presenta varias ilustraciones a doble página de distintos escenarios, la ciudad de Roma, las vías romanas, la casa, una fiesta, los baños, el campo y un campamento romano. En cada página hay una serie de palabras latinas, de las que se señala el género entre paréntesis; en las páginas centrales están las pegatinas correspondientes que deben situarse en el lugar correcto.

On the Road

En total ofrece unas 90 palabras.

En la página de la editorial hemos comprobado que en español han editado otros cuadernos de pegatinas sobre el mundo clásico: Los romanos y Mitos griegos.

Susana González Marín

El cerro de Marco Aurelio en Baños de Ledesma

Una seguidora nos llama la atención sobre la ruta de senderismo de Marco Aurelio, que tenemos aquí cerquita, en Baños de Ledesma. Por supuesto, Marco Aurelio no recorrió el cerro así llamado sino que se trata de un caso más de utilización de referentes del mundo clásico para la publicidad. A finales del siglo XIX, en unas obras en el Balneario de Ledesma, se descubren hasta seis sepulturas romanas, con una moneda romana en cada una. Esto parece demostrar la existencia de termas romanas en el lugar. Por otro lado, Baños se hallaba asentada en la calzada romana que comunicaba Salamanca con Ledesma, muy cercana a la Calzada de la Plata. Por las ruinas, restos y estudios sobre el terreno efectuados a lo largo de la historia, se cree que los romanos montaron una piscina de 960 pies cuadrados, con cinco pilas subalternas comunicadas. Así pues, se ha datado la existencia de unas termas construidas probablemente en la época de los emperadores Marco Aurelio y Cómodo.

En 2016, en un esfuerzo de difundir el Balneario y sus posibilidades, El Montepío y Mutualidad de la Minería Asturiana, encargadas de la gestión del Balneario, acondicionaron esta ruta y le dieron el nombre de Marco Aurelio. Transcurre a lo largo de unos dos kms. a través de la dehesa salmantina y ofrece el atractivo de la fauna y la flora del lugar. Puedes descargar el folleto aquí.

El comienzo de los estudios de Filología Clásica en la Universidad de Salamanca

En el transcurso de las indagaciones que hemos efectuado para la elaboración de las listas del profesorado de Filología Clásica hemos encontrado un dato interesante y que nos resultaba desconocido. Siempre habíamos asumido que la titulación de Filología Clásica en la Universidad de Salamanca había sido creada en febrero de 1939 por una orden publicada en el BOE, tal y como figura en la página de la Universidad de Salamanca y en una entrada de nuestro blog. En esa orden se determina la organización de las enseñanzas siguiendo los principios establecidos para el Centro de Estudios Clásicos de Zaragoza, publicados en una orden del 1 de febrero del mismo año. Debemos tener en cuenta que la Guerra Civil aún no había acabado.

Pues bien, hemos encontrado, entre la documentación depositada en el Archivo de la Universidad y referida a la titulación, una orden publicada en la Gaceta de Madrid, nº 126, del 30 de abril del año 1935, donde se establece para todas las Facultades de Filosofía y Letras de España el plan de estudios que se había concedido a las de Madrid y Barcelona en un decreto de 15 de septiembre del año 1931. En el texto se detallan los títulos que pueden obtenerse en cada Facultad; en la de Salamanca están disponibles «Filología Clásica y Filología Moderna, a base de español, y Licenciatura de Arhivero, Bibliotecario y Arqueólogo». Era entonces ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes en la Segunda República Ramón Prieto Bances, que precisamente fue Catedrático de Historia del Derecho en Salamanca, además de en Murcia y Oviedo. Dada la fecha del Decreto, podemos fácilmente suponer que no dio tiempo a desarrollarlo, teniendo en cuenta además que Salamanca estaba bajo el control de los sublevados. Eso sí, los estudios de Filología Clásica fueron recuperados rápidamente, de hecho, antes de que la Guerra Civil acabara, como hemos visto más arriba; no tuvieron tanta suerte los de Filología Moderna, que fueron restablecidos en 1952, o los de Archivero y Bibliotecario, que tuvieron que esperar al curso 87-88.

Agradecemos al Archivo de laUniversidad de Salamanca y especialmente a Mª Ángeles Ovilo y Concepción Álamo las facilidades proporcionadas.

Susana González Marín

Profesores del Departamento de Filología Clásica e indoeuropeo (1960-1/1969-70). Versión revisada

Esta tabla ha sido enviada para su revisión a los profesores del Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo, tanto a los que actualmente están en activo como a los que ya disfrutan de la jubilación. Agradezco a todos ellos su colaboración, especialmente a Carmen Codoñer Merino, José Carlos Fernández Corte, José Antonio Fernández Delgado, Emiliano Fernández Vallina y Francisca Pordomingo Pardo. Asimismo debemos a Mª Ángeles Martín Sánchez y a Nieves Isabel Martín Sánchez la aclaración de algunas dudas. Afortunadamente en esta ocasión hemos podido disponer de apoyo documental, los Anuarios indicadores de Cursos de la Universidad de Salamanca, que están disponibles para esta década salvo para el curso 1968-9.

En la búsqueda del material ha sido de especial ayuda Luis Noriega Villafañe (Secretaría del Decanato), María José Gutiérrez Gutiérrez (Secretaría de la Facultad) y Concepción Álamo Garzón (Archivo de la Universidad de Salamanca). Aun así, es posible que haya cometido algún error u omisión, especialmente en el curso 68-69; como siempre, ruego a nuestros lectores que lo disculpen si ése fuera el caso y que nos hagan llegar sus correcciones.

Observaciones:

La segunda columna por la izquierda, habitualmente destinada a la Lingüística indoeuropea, queda vacía hasta el curso 1966-67, en el que por primera vez se creó una cátedra que ocupó Koldo Mitxelena. Previamente las asignaturas correspondientes fueron impartidas por distintos profesores, entre ellos Martín Sánchez Ruipérez y Antonio López Eire.

A partir del curso 1965-6, a pesar de estar jubilado, se ha incluido en el listado a Ricardo Espinosa Maeso porque en los Anuarios figura al cargo de alguna asignatura.

Susana González Marín

Juan Valera, aprendiz de helenista

Sí, hablamos de Juan Valera, el autor de Pepita Jiménez o de Doña Luz. Durante el otoño de 1879, retirado en su finca de Cabra, tradujo Dafnis y Cloe, de Longo, que publicó con una Introducción y notas propias en enero de 1880, bajo el pseudónimo de Un aprendiz de helenista. Puedes consultar la edición digitalizada de 1886 en la Biblioteca Digital Hispánica.

Además tuvo el proyecto de traducir a otros autores griegos, como Homero (la Odisea), Hesíodo (la Teogonía) o las siete tragedias de Esquilo, estas últimas en colaboración con Menéndez Pelayo, proyecto que, finalmente, llevó a cabo solo este último.

Si queréis saber más sobre la cultura clásica de Valera os remitimos a la biografía publicada por Pilar Hualde Pascual (2010) en la página Catalogus Philologorum Classicorum. De ahí hemos extraido el siguiente párrafo:

«Por lo que respecta a su obra cumbre, Pepita Jiménez (1874), tiene en ella especial relevancia la influencia virgiliana, tanto en los ecos campestres de Bucólicas y Geórgicas, como en la reproducción del motivo del encuentro de Dido y Eneas en la Eneida. Del resto de la poesía latina se puede destacar la presencia del pensamiento poético de Horacio acerca de la vida retirada, tan indisociable del de nuestro Fray Luis de León, la influencia de Ovidio, en la recreación del episodio de Filemón y Baucis, sin olvidar a Catulo, por quien nuestro autor manifiesta especial querencia. Por la parte griega, aparte de la influencia evidente y confesada de su admirado Longo y de alguna referencia puntual a Jámblico, no podemos olvidar los ecos del Hipólito de Eurípides, en el que se inspiran irónicamente algunas escenas de Pepita Jiménez. Finalmente, y pasando a un género tan afín a la novela como es la historia, Jenofonte ocupa un lugar relevante dentro de las referencias a la literatura clásica presentes en Pepita Jiménez, pues con él se nos va a ilustrar el papel que el «yo» del narrador debe ocupar en la historia. En el resto de su obra aparecen, asimismo, numerosas referencias a los clásicos: Homero, especialmente querido por nuestro autor, aparece con frecuencia citado en sus epistolarios e incluso en sus novelas, donde no se priva de incluir la paráfrasis de algún texto de la epopeya homérica, y Platón y Luciano también se dejan ver en su obra epistolar. Aparte de los significativos ecos de los grandes clásicos griegos y latinos es sus obras más conocidas, es reseñable que escritos de Valera mucho menos famosos, como su cuento Parsondes,
o incluso obras inconclusas como Lulú, Princesa de Zabulistán o Zarina se han basado en relatos de la Historia Universal de Nicolás de Damasco y en un fragmento de Ctesias, lo que supone un conocimiento por parte de nuestro autor de textos de autores griegos muy específicos y poco conocidos, hecho singular en el panorama literario de la España del siglo XIX.»

A este particular Agustín Ramos Guerreira nos anima a reivindicar a Valera también en el territorio de la lingüística, si no como lingüista dedicado, al menos como lúcido aficionado a ello. El profesor Ramos señala lo siguiente: «Valera tiene el mérito de haber usado por primera vez en español (a la luz de los datos del CORDE) el término “flexión” en su acepción morfológica. Lo hizo en la Contestación al discurso de Recepción de don Francisco de Paula Canalejas en la Real Academia Española el 28 de noviembre de 1869; pero lo más llamativo de ese discurso, que llevaba por título Leyes que presiden a la lenta y constante sucesión de los idiomas en la historia Indo-europea, es una especie de visión anticipada de la idea de gramaticalización que tradicionalmente se atribuye a Meillet, aunque hubo otros atisbos previos que no hacen aquí al caso». Y nos facilita la cita de Valera por si a alguien le parece exagerada su intuición:

«Juzgando, pues, que toda desinencia, por donde viene a modificarse el valor de una palabra y a convertirse en otra palabra derivada, tuvo un valor por sí en un principio, hay que convenir en que la mayor parte de las lenguas tuvieron en su origen el carácter elemental o monosilábico de la lengua china; en que después fueron aglutinantes, y en que, por último, vinieron a ser lenguas de flexión.»

Susana González Marín

Cuidado, publicistas: la Batalla de Maratón fue en el año 490 a. C. y no en el 409

Hemos encontrado ayer este anuncio en la prensa. De nuevo, el mundo clásico utilizado para la publicidad. Hasta ahí nada nuevo, pero los publicistas deberían tener un poco más de cuidado, puesto que el anuncio contiene un error o una errata: la batalla de Maratón fue en el 490 a. C. y no en el 409.

Sirva el error de excusa para recordarnos la historia de Filípides.

Luc-Olivier Merson, Le Soldat de Marathon

Maratón se sitúa a unos 40 km. al nordeste de la ciudad de Atenas, una llanura en la que abundaba el hinojo, que le dio nombre, pues ese es el significado de la palabra márathon en griego antiguo y moderno. Allí, en el 490 a. C., se desarrolló una batalla que enfrentó a unos cuantos miles de soldados atenienses apoyados por unos 600 hombres de la ciudad beocia de Platea contra un ejército persa muy superior en número.

Según Heródoto (6.105-106), antes de la batalla, Filípides, un correo profesional, fue enviado a Esparta para pedir ayuda y llegó a esta ciudad al día siguiente, tras haber recorrido entre 210 y 240 km. No lejos de Esparta se le apareció el dios Pan prometiendo ayuda a los atenienses si le prestaban culto con más interés.

Esta versión es diferente a la de otros autores, como Plutarco (Sobre la gloria de los atenienses 3, 347c) y Luciano de Samosata (Sobre un error cometido al saludar 3), que cuentan que el corredor iba a Atenas a comunicar la victoria y, tras cubrir los 40 km. aproximadamente de la distancia, murió exhausto nada más llegar.

Si quieres saber más puedes leer el trabajo de Fernando García Romero, «La leyenda de Filípides, el corredor de Maratón, y otras historias maratonianas», en Juan Piquero Rodríguez y Jesús Quílez Bielsa (eds.), Desmontando mitos, Madrid 2017.

Susana González Marín

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