Con motivo de la Semana de la Ciencia y puesto que este es el Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos, como ya apuntamos hace días, dedicaré este espacio a hablar del origen mitológico de algunos de ellos.
Tantalio (Ta): El nombre de este metal procede de Tántalo, rey de Lidia e hijo de Zeus y la oceánide Pluto. Se cuenta que, siendo un gran amigo de los dioses, era invitado frecuentemente en los banquetes celebrados por estos hasta que, en uno de ellos, los traicionó y fue castigado al Hades. La causa del castigo varía según las fuentes: unas dicen que fue porque pretendió robar el néctar y la ambrosía, alimentos que hacen inmortales a los dioses, para entregárselos a los hombres; otras, que reveló secretos de los dioses que había escuchado mientras compartía mesa con ellos; y otras prefieren el relato de que Tántalo intentó probar la omnisciencia de aquellos sirviéndoles en el banquete a su hijo Pélope cocinado y troceado. Sea cual sea el motivo, el caso es que fue condenado a lo siguiente: estando sumergido en un lago, no podía beber de su agua, ya que, siempre que lo intentaba, esta se apartaba; lo mismo sucedía, cuando intentaba cogerlos, con los frutos de los árboles que estaban sobre él.

Así pues, el tantalio se relacionaría con tal personaje mitológico en el hecho de que este elemento químico, debido a su carácter resistente, no puede ser atacado por la mayoría de ácidos diluidos porque no es capaz de absorberlos, al igual que Tántalo no puede beber el agua del lago en el que se encuentra.
Prometio (Pm): El siguiente elemento químico recibió este nombre en honor a Prometeo, hijo de los titanes Jápeto y Clímene. Se cuenta que Prometeo, en un intento de beneficiar a los hombres, sacrifico un toro. La carne del animal la escondió en su vientre, mientras que los huesos fueron untados con grasa apetitosa. Ambas partes fueron ofrecidas a los dioses, para que fueran los primeros en elegir con cuál de las dos se quedaban. Zeus, al ver los huesos, los escogió, pensando que era la mejor parte, y dictó que el resto fuera para los mortales. Sin embargo, cuando se dio cuenta del engaño, privó a los hombres del fuego, dejándolos de esta manera desprovistos contra el frío. Prometeo, como benefactor del hombre, robó el fuego al dios y se lo devolvió a los humanos. Al enterarse Zeus, condenó al titán a ser encadenado al Cáucaso, lugar donde un buitre le devoraba el hígado cada noche.

En relación con esta figura mitológica, el prometio presenta tal radiactividad que ofrece una luz verde azulada en la oscuridad, es decir, proporciona una luz fluorescente, al igual que Prometeo proporcionó el fuego a los hombres. Y no solo eso, sino que también se plantea que pueda ser fuente de calor en sondas espaciales y satélites, un atributo que antiguamente solo se aplicaba al fuego. Si llevamos tales comparaciones al extremo, también podemos mencionar que el prometio, si se inhala en forma de gas, puede resultar una amenaza especial para el hígado, precisamente el órgano vital que el buitre devora a Prometeo.
Marta Serra Marí
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