Novedades editoriales en torno al mundo clásico

Echando un vistazo a las novedades editoriales, he descubierto una gran cantidad relacionada con el mundo clásico; aquí tenéis las referencias de algunas de ellas. Si alguno de vosotros quiere enviarnos alguna breve reseña para el blog, o quiere sugerir otras lecturas, os lo agradeceríamos.

Javier Azpeitia, Músika:

Músika es una novela histórica situada en la Grecia antigua (finales del siglo V a. C., en el último periodo de la guerra del Peloponeso) que nos cuenta los últimos años de la vida de Eurípides y las circunstancias oscuras en las que murió. A través de un personaje de ficción —Mora, una sacerdotisa de agua convertida en esclava por los avatares de su vida—, el autor recrea la vida en la corte de sabios de Arquelao de Macedonia y recrea las intrigas y las envidias entre poetas, filósofos y demás participantes del «Banquete de los afortunados». Un relato de aventuras por parte de la protagonista, y de deslumbrante recreación de la Atenas clásica, a través de los autores teatrales, y las cortes de artistas en una narración llena de referencias mitológicas e históricas.

Carmen Estrada, Odiseicas. Las mujeres en la Odisea.

La mayoría de las adaptaciones y recreaciones de la Odisea se han centrado en el héroe, en el viaje de Ulises. Esto ha afectado a la imagen que tenemos de los personajes femeninos, que han llegado hasta el siglo XXI convertidos en estereotipos del imaginario popular que nada tienen que ver con unas mujeres dotadas de una personalidad muy definida. Odiseicas ofrece una apasionante aproximación a estos personajes femeninos que, con su comportamiento y sus cualidades, desafiaron el rol que se esperaba de ellas en una sociedad patriarcal y misógina.

Jacobo Cortines, Días y trabajos

La quinta entrega de la obra poética de Jacobo Cortines fue adelantada en parte en la recopilación Pasión y paisaje (1974-2016), publicada también por Vandalia, pero desde entonces el libro ha ido creciendo hasta tomar las dimensiones de esta edición definitiva. A los poemas entonces conocidos, como el impresionante «Europa», se suman ahora nuevas estampas de la sección «De vita beata», la elegía al maestro Alberto Zedda –que encuentra su lugar en «Afinidades», junto a los homenajes a Manuel Castillo y Carmen Laffón–, el conmovedor tríptico «Pasos de amor» –dedicado a quien fuera la esposa del poeta, Cecilia Romero de Solís–, el largo poema «Extraño regreso» –escrito durante el confinamiento de la pasada primavera, en el que Cortines prosigue la línea de otras composiciones mayores como «Carta de junio» y «Nombre entre nombres»– o la «Coda» que cierra el volumen, donde se reúnen poemas marcados por una melancolía que resulta de la edad y la suma de ausencias. Libro de absoluta madurez, Días y trabajos es la obra de un poeta esencial que maneja con igual maestría la breve anotación lírica y el poema extenso. Un poeta de fondo humanista e intención moral cuya voz, perfectamente modulada, se caracteriza por el tono meditativo, la dicción elegante y las resonancias clásicas, que parten de los recursos de la tradición para enfrentar la verdad personal y los claroscuros de la edad contemporánea.

Daisy Dunn, Bajo la sombra del Vesubio. Vida de Plinio

Cuando Plinio el Viejo, viajero, historiador y almirante de la flota imperial, murió en Estabia durante la famosa erupción del Vesubio en el año 79, dejó tras de sí los treinta y siete libros de su Historia natural; un fabuloso compendio que abarca conocimientos sobre materias de todo orden, desde la luna o el reino vegetal hasta la eficacia de los ciempiés en la curación de úlceras; y un sobrino adolescente que lo veneraba. Plinio el Joven heredó entonces los cuadernos de su tío; repletos de sabiduría y brillantes intuiciones; y se esforzaría durante toda su vida por mantener vivo su legado. Amigo del historiador Tácito, del biógrafo Suetonio y del poeta Marcial, fue además coleccionista de villas, abogado, senador y cronista del Imperio romano, desde los oscuros días de terror bajo el mandato de Domiciano hasta los más apacibles tiempos del emperador Trajano. Bajo la sombra del Vesubio es una biografía narrativa y dual que, entretejiendo las cartas de Plinio el Joven con extractos de los libros de Plinio el Viejo, devuelve la vida al padre y al hijo adoptivo, al mentor y al discípulo, a dos de las mentes más brillantes de la Antigüedad clásica, a la vez que despliega a través de su mirada el fascinante panorama de la Roma del siglo I d. C.

Laura Sancho Rocher, El nacimiento de la democracia. El experimento político ateniense (508-322 a. C.).

Una historia de la primera democracia del mundo. En el 508 a. C., el líder ateniense Clístenes introdujo un régimen político que, con el paso del tiempo, se denominó democracia. La democracia antigua, hoy día muy estimada por los valores en que se fundó es, sin embargo, muy diferente a las primeras democracias occidentales ya que era directa y no representativa. Durante casi doscientos años, la ciudad de Atenas tuvo el primer gobierno democrático de la historia occidental y uno de los más desarrollados de todos los tiempos, un modelo gestado sin diseño previo ni referentes, frente a cuya resplandeciente imagen se elaboró el negativo de la tiranía. Laura Sancho, catedrática de Historia Antigua, nos muestra cómo surgió y evolucionó la democracia ateniense, a qué retos se enfrentó a lo largo de casi dos siglos y cómo se fue transformando para superarlos. El sistema ateniense favorecía la participación sin descuidar los mecanismos de control del poder, aseguraba la libertad de los ciudadanos sin olvidar el respeto a la ley y propiciaba la igualdad política sin renunciar a servirse de los méritos de los dirigentes. El nacimiento de la democracia es una lectura necesaria para entender qué ideas y mecanismos hicieron posible un gobierno del pueblo. Una obra imprescindible para conocer nuestro pasado y reflexionar sobre nuestro presente.

Fermín Solís, Medea a la deriva

Una novela gráfica sobre la mujer más fascinante de la mitología griega, por el autor de Buñuel en el laberinto de las tortugas. Medea, la princesa maga de la Cólquida, la que fue esposa de Jasón y mató a sus hijos por desamor, la que tuvo que huir de Corinto, Atenas y Asia Menor, acosada por humanos y dioses, objeto de la furia de Zeus, va a la deriva en un enorme bloque de hielo que mengua día a día, camino de un destino desconocido. Pero esta no es su única angustia: es un ser inmortal y no puede morir, ni por su propia mano. Está condenada a vivir hasta el fin de los días.

Susana González Marín

Sobre el mundo clásico: novedades editoriales

Que los clásicos nunca pasan de moda y que en tiempos de crisis vuelven una y otra vez está demostrado y una de las pruebas son las novedades editoriales que se suceden y a las que pasa revista David Hernández de la Fuente en el artículo publicado en Babelia (El País, 14/5/2020): El eterno (y necesario) retorno a Grecia y Roma. Allí encontraréis algunas que os resultarán familiares si habéis seguido nuestro blog.

Os dejamos con el texto de David Hernández de la Fuente:

Parafraseando el conocido título del historiador del arte Salvatore Settis, se diría que lo clásico tiene un futuro espléndido, a juzgar por las novedades que, año tras año, se siguen publicando sobre las antiguas Grecia y Roma, en las que reconocemos invariablemente origen de nuestra cultura. Es un eterno retorno: desde la idea de ciudadanía a las artes o los géneros literarios, seguimos mirándonos en los modelos clásicos como en un espejo familiar. Su vigencia se constata cada día, incluso en nuestras actuales circunstancias excepcionales: son textos casi oraculares, de consulta siempre pertinente. Merece la pena detenerse a pensar en los clásicos como que nunca terminan de decir lo que tienen que decir, como escribía Calvino en Por qué leer a los clásicos. Allí apuntaba Calvino una serie de intentos de definición por el efecto que provocan los clásicos en los lectores, entre otras cosas. En nuestros días, se podría proponer incluso una muy de moda: “clásico es aquel libro con los que uno podría confinarse con plenas garantías”. Cada momento histórico, por muy excepcional que sea, admite una redefinición del concepto de clásico.

Por eso se puede hablar siempre de una “actualidad de lo clásico”, entre otras variaciones de un oxímoron que expresa la curiosa virtud de actualización de estos antiguos conocidos. Nuestra familiaridad con ellos trasciende la metáfora patrimonial de la “herencia” y el “legado” o la metafísica de su “pervivencia” e “inmortalidad”. Se esboza en un quiasmo que nos lleva acompañando al menos los últimos cien años desde que fundadores de la conciencia europea moderna, como Nietzsche y Freud –mientras salían la a la luz las viejas Troya, Micenas o Cnoso, esas “Grecias antes de Grecia”–, revisitaran a los clásicos buscando un “nuevo comienzo”: seguramente entonces se opera la más vital y asombrosa transformación de nuestra relación con los clásicos, la que los/nos cambia para siempre, cuando, más allá de simples modelos de imitación o subversión, devienen materia viva en junturas tan interesantes como “tradición clásica”, “antigüedad tardía”, “actualidad clásica” o “modernidad arcaica”.

En fin, a vueltas con la idea del “futuro de lo clásico”, por volver a Settis, hay que decir que aquello de buscar el futuro en el pasado es otro viejo motivo de la literatura sublime, que siempre es oracular. Es sabido que las dos grandes obras señeras de la cultura clásica, la homérica y la virgiliana, tuvieron desde antiguo –y en el caso de Virgilio, hasta la edad moderna– fama de ser proféticas. Ahí reside otro valor de lo clásico en momentos de incertidumbre como los actuales: los clásicos son libros que se pueden consultar para saber qué es lo que va a pasar y cómo se puede vivirlo sabiamente. Hubo oráculos de bibliomancia que, en cierto modo, preludian su largo recorrido por la historia de la literatura. La idea de que los clásicos son libros que encierran en futuro en sus líneas inspiradas está también en Los cuatro ciclos de Jorge Luis Borges: toda historia relevante está ya contenida en un número cerrado de obras clave de la antigüedad con un carácter primordial que impregna toda nuestra relación con las literaturas griega y latina.

Pero veamos algunas de las novedades referentes al mundo antiguo y sus literaturas. Entre los últimos títulos aparecidos me gustaría destacar, en primer lugar, Diez lecciones sobre los clásicos (Alianza), estupendo libro de Piero Boitani. El conocido experto en mitos antiguos y literatura medieval –suyo es el excepcional La sombra de Ulises, sobre la larga recepción del mito en, entre otros autores, Dante– recibió un interesante encargo de la radiotelevisión suiza en lengua italiana: realizar diez programas de radio sobre los clásicos que le dieron la posibilidad, como dice Boitani, de comunicar a un público general “lo que pensaba de mis amadas lecturas antiguas”. Tal es el origen de este libro, una verdadera joya, que recoge en diez capítulos que reelaboran esas emisiones lo que para él son los diez momentos estelares de la literatura clásica griega y romana. En una proporción de ocho frente a dos, hay que decir, ganan los griegos abrumadoramente frente a los romanos: ¿preferencia personal? Los temas elegidos son, por orden y en resumen, la Ilíada, la Odisea, la filosofía, el nacimiento de la historia, la justicia trágica, la literatura del conocimiento (de Prometeo a Edipo Rey), Platón y la muerte de Sócrates, la lírica griega, la invención de Roma (sobre todo, Virgilio) y las Metamorfosis de Ovidio. Aunque, obviamente, es una selección personal que supone una labor encomiable de síntesis, solo cabe lamentar que no se haya encontrado un lugar destacado para la comedia, uno de los grandes géneros del mundo antiguo. En estas diez lecciones, en fin, la alta divulgación alcanza cotas de excelencia.

Una segunda novedad es Los griegos antiguos (Anagrama), de Edith Hall, una reconocida experta en literatura griega desde su cátedra del King’s College de Londres. Este libro, también estructurado en diez capítulos, propone un recorrido por la historia cultural de la antigüedad que gira en torno a lo que le parecen las diez aportaciones indiscutibles de esta antigua cultura para nuestra actualidad. Son características bien pensadas y expuestas a un público amplio al hilo de la propia peripecia histórica de este pueblo desde la longue durée de casi dos milenios: empieza en el mundo micénico, en la suerte de primera globalización del Bronce que atestigua las primeras estructuras políticas que se distinguen del antiguo Oriente, y termina con la llegada del cristianismo, una auténtica religión griega por lengua y pensamiento que moldeará indeleblemente el mundo posterior. Entre medias, Hall aborda otras “maneras en que modelaron el mundo moderno”, como la época de Homero, el surgimiento de la constelación de ciudades-estado, los dioses y los mitos, la era de las colonizaciones –que se simboliza mediante la conocida comparación platónica de los griegos con “ranas alrededor de una charca”–, el alba de la racionalidad griega, desde la filosofía milesia hasta la obra de Heródoto, la experiencia democrática de Atenas y su reflejo en la tragedia y la filosofía, la peculiar estatalidad y sociedad espartana, el ascenso de Macedonia y la era helenística, con la ampliación del mundo griego más allá de sus fronteras tradicionales en un mundo de reyes divinizados y cultura libresca, la Grecia fusionada con su conquistadores romanos desde la historia universal de Polibio y el desarrollo cultural de la llamada Segunda Sofistica y, al final, la irrupción del cristianismo. En suma, es una propuesta inteligente y compleja que aúna historia y literatura, explicando las aportaciones de los griegos mediante el análisis del proceso histórico, la evolución de las ideas y las citas de obras y autores emblemáticos que cambiaron el mundo para siempre. Uno de los mejores y más documentados resúmenes de la historia cultural de la antigua Grecia de los últimos años.

En tercer lugar, destaca el original libro de Simon Critchley La tragedia, los griegos y nosotros (Turner). El pensador de la New School neoyorquina, especializado en filosofía contemporánea, pasa a reivindicar ahora la importancia de la tragedia griega como un sistema de pensamiento imbricado en una sociedad abierta y basado en la problematización de sus puntos básicos. Desde la cuestión de su origen, vinculado a la religión dionisíaca, Critchley estudia las funciones de la tragedia, siguiendo a los grandes estudiosos de la Escuela de París, para centrarse con preferencia en la experiencia ciudadana ante las preguntas morales y existenciales que les planteaban las obras a los antiguos y que les llevaban a repensar sus identidades y tradiciones. Con una prosa ágil y atractiva, Critchley propone un recorrido a través del siglo V a.C. y examina las intersecciones de la tragedia con la retórica, la política y la filosofía que hicieron de este género el centro del debate intelectual y emocional en la antigua Atenas. Acaso lo más interesante para el lector de hoy sea la manera en que se entrevera el discurso sobre la antigüedad con diversas alusiones a la modernidad que –en un pensador de la contemporaneidad que ha escrito, entre otros asuntos, un magnífico libro sobre David Bowie o un estudio sobre el fútbol– nos recuerdan la vigencia absoluta de la ambivalencia trágica. La tragedia sigue siendo útil, en fin, para plantear también hoy nuestras preocupaciones en campos muy semejantes a los que plantearon los antiguos tragediógrafos, como una suerte de educación ciudadana y moral. La relación entre individuo y colectivo, tradición e innovación, ley y libertad, mujeres y hombres, ancianos y jóvenes, etc.: todo lo que problematiza la antigua tragedia sigue interpelando a nuestra conciencia, como lo hizo ya en tiempos de Hegel, Nietzsche o Brecht, por citar casos de sobra conocidos.

En los últimos años, la actualidad de los clásicos se ha visto especialmente reflejada en la reivindicación de los antiguos sistemas filosóficos para enfrentarnos a los problemas de nuestro mundo de hoy, interconectado, globalizado y, seguramente, saturado de información. Si hace no mucho se puso de moda el estoicismo como sistema que permitía hacer frente a la infelicidad y la irracionalidad de nuestras sociedades (en el libro de Massimo Pigliucci, Cómo ser un estoico), ahora surge a modo de contestación la propuesta de Catherine Wilson, Cómo ser un epicúreo (Ariel), que actualiza la ética y la física de la escuela acaso más apasionante y controvertida de la época helenística. Wilson, como Pigliucci, es docente universitaria de filosofía en CUNY y aplica sus investigaciones sobre el pensamiento antiguo a las cuestiones más espinosas de la contemporaneidad: la metodología de este tipo de libro es preguntarse cómo habría abordado un epicúreo, según lo que sabemos de esta escuela filosófica de la antigüedad, los dilemas actuales, desde los temas sociopolíticos a los bioéticos. Aunque en lo básico las preocupaciones y la búsqueda de la felicidad sigan girando en torno a los mismos problemas –la conciencia, la muerte, la relación con los demás–, Wilson aborda problemas actuales de moral sexual, racismo o aborto, medioambiente, enfermedad o eutanasia desde la perspectiva epicúrea, que tiende a minimizar el mal y el dolor y propugna el dominio de nuestros miedos, quizá lo más actual en nuestro contexto. El capítulo final, de forma muy interesante, contrapone estoicismo y epicureísmo como dos vías de afrontar los problemas de un mundo cosmopolita como el de hoy (con mucho en común, por cierto, con el mundo helenístico), abogando por la propuesta del filósofo del Jardín: un disfrute de la existencia –el eu zen– ligado al conocimiento de nuestro lugar en el mundo, en la naturaleza y en las relaciones humanas. Oscurecida su fama en época cristiana, la escuela de Epicuro y de Lucrecio es presentada por Wilson como la manera más inteligente de hacer frente a la creciente complejidad de nuestro mundo global. Es curioso ver perpetuada en lo moderno la vieja rivalidad entre las dos grandes escuelas helenísticas, más actualizadas que nunca: en tiempos de confinamiento, ambos grupos –estoicos y epicúreos– parecen encarnar las dos actitudes esenciales ante el desafío de la peste con las que comienza el Decamerón de Boccaccio. Nada más pertinente en la actual crisis que dejarnos acompañar por estas propuestas filosóficas.

En el plano histórico, se ha publicado recientemente una espléndida monografía sobre Esparta a cargo de César Fornis quien, después de dedicarle al tema varias publicaciones importantes centradas en la historia de la antigua superpotencia griega, que acabó por ser hegemónica, siquiera brevemente, tras la derrota de Atenas, publica ahora El mito de Esparta (Alianza) un interesante recorrido por la dimensión legendaria de los espartanos. En paralelo a su brillo político y militar, que provocó el asombro de personajes tan diferentes como Tucídides, Jenofonte, Aristóteles o Plutarco, desde muy pronto cundieron mitos y propaganda de todo tipo en torno al modo de vida de los espartanos: su proverbialmente excelente legislación, recibida de Apolo en Delfos por Licurgo, su silencio taciturno, su estricta ética guerrera, su educación poética y militarista a la par, sus costumbres familiares y la relativa libertad de sus mujeres. El halo de leyenda que rodeó desde antiguo a este peculiar ente estatal griego es parte de una larga historia cultural que ejerció una poderosa fascinación no solo entre atenienses como Cimón, Jenofonte o Platón, sino también a figuras de una larga posteridad. Interesará al lector el recorrido que propone Fornis, catedrático de la Universidad de Sevilla, que toca a Montaigne, la Ilustración, los revolucionarios franceses, los líderes de la independencia de las Trece Colonias, e incluso los ideólogos del nazismo. Este itinerario por el mito espartano en Occidente no deja indiferente a nadie y evidencia las diversas evocaciones y apropiaciones políticas o filosóficas del modelo de Esparta en la historia de Occidente, entre utopía, ilustración y totalitarismo.

En estudios mitológicos y literarios, por último, hay que saludar la nueva edición, notablemente ampliada, de un estupendo libro del conocido helenista, mitólogo y académico de la RAE Carlos García Gual sobre las mujeres del mundo antiguo y su huella literaria. En efecto, más de veinte años después de su primera edición, hoy inencontrable, se publica una nueva versión actualizada de Audacias femeninas (Turner), ensayo sobre las mujeres en la antigua literatura griega que se lee muy oportunamente en estos tiempos del Me Too. El libro contiene una serie de estudios de ocho perfiles femeninos (tres más que en la versión anterior) que presentan a la mujer griega de forma poliédrica, en sus reflejos en el mito, la literatura y la historia. Las literarias Leucipa, Melita, Talestris, Ifigenia, Calírroe y Tarsia, por un lado, y con algún eco histórico las historias de Ismenodora y Tecla, por otro, ofrecen una variada tipología de mujeres aventureras, desafiantes, viajeras e independientes que contrastan, en las fuentes antiguas, con lo que sabemos de la situación de la mujer griega: estas mujeres fuertes, como las míticas princesas Ariadna y Medea, viajan, luchan, sobreviven y reflexionan en un mundo abrumadoramente masculino, proporcionando un rico material para repensar lo femenino desde la perspectiva de la literatura antigua. La tragedia clásica y la posterior novela, y también las vidas de santas subsiguientes, coinciden en presentar a estas mujeres como figuras admirables –muchas de ellas no conocidas para el gran público–, lo que glosa con habitual maestría García Gual en un libro que ha de engrosar nuestra lista de actualizaciones de lo clásico.

Finalmente, me gustaría mencionar brevemente dos libros colectivos muy diferentes, que versan sobre Grecia y Roma, y que son muestra del buen hacer de los expertos que trabajan en la universidad española en materia de estudios clásicos. En primer lugar, me ha interesado mucho el libro En los márgenes de Roma: la antigüedad romana en la cultura de masas contemporánea (UAM), coordinado por Luis Unceta y Carlos Sánchez. Ambos editores, miembros de un muy activo grupo de investigación sobre recepción del mundo clásico en la cultura popular y marginal contemporánea, reúnen una serie de contribuciones sobre el impacto de Roma en la actualidad, en un diálogo posmoderno con los nuevos géneros, como los videojuegos, la televisión o el cine “de romanos”, y su pervivencia en campos tan alejados de los estudios clásicos tradicionales como las bandas de heavy metal o las novelas de Harry Potter. Por último, merece la pena citar un importante libro recién publicado, bajo la coordinación de Alberto Bernabé y Sara Macías, sobre Religión griega (Guillermo Escolar). Este magnífico volumen colectivo reúne una serie de contribuciones de expertos en diversos campos de la riquísima experiencia religiosa de los griegos: desde el panteón politeísta y la religión cívica hasta el interesante mundo de los misterios, la confluencia con la filosofía y la confrontación con el cristianismo, con unas interesantes vistas sobre la recepción y la interpretación moderna. Un libro que se convertirá sin duda en una referencia sobre el tema.

En fin, la insistencia en volver a los clásicos en nuestras novedades de ensayo nos da una lógica y segura respuesta a la típica pregunta de estos días –con qué libro nos encerraríamos, cuál elegiríamos para que nos acompañara, como guía de cabecera, en una crisis terrible e inesperada–, pues estos parecen tiempos oportunos para volver a pensar en las antiguas Grecia y Roma: echar la vista atrás, a los cruciales episodios de la peste de Atenas o de Constantinopla, a los heroísmos antiguos, individuales y colectivos, ante los desafíos históricos, a los logros culturales de las primeras ciudadanías modernas de la historia, es una garantía de reencontrarnos con la actualidad de estos viejos compañeros de viaje literario. Ahora que estamos centrados en lo esencial de la cultura, lo que conviene preservar del legado de la literatura, conviene reivindicar la lectura de los grandes libros que forjaron nuestras letras universales: de Homero a Virgilio u Ovidio, de la filosofía platónica a las escuelas helenísticas, del alba de la historiografía a las primeras novelas. Estas obras nunca han defraudado y nunca lo harán. Ojalá estas semanas de soledad y encierro –pero también de solidaridad y heroísmo– hayan servido para recuperar una mirada humanista sobre lo clásico, que conjure la pérdida de reconocimiento de las Humanidades, sobre todo las clásicas, en nuestras sociedades. En el recogimiento con lo esencial de la humanidad nos damos cuenta del valor que tienen y tendrán los clásicos entre nosotros, que tantas cosas nos siguen diciendo en tiempos de crisis.

Lista de novedades

Diez lecciones sobre los clásicos. Piero Boitani. Alianza.

Los griegos antiguos. Edith Hall. Anagrama.

Tragedia, los griegos y nosotros. Simon Critchley. Turner.

Cómo ser un epicúreo. Catherine Wilson. Ariel.

El mito de Esparta. César Fornis. Alianza.

Audacias femeninas. Carlos García Gual. Turner.

En los márgenes de Roma: la antigüedad romana en la cultura de masas contemporánea. Luis Unceta y Carlos Sánchez (eds.). UAM.

Religión griega. Alberto Macías y Sara Macías (eds.). Guillermo Escolar.

 

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