Narciso en el Tesoro del Delfín

Acaso porque los narcisos figuran entre mis flores favoritas, -los ramilletes que se vendían en la Calle Santiago en Valladolid, en la Rúa salmantina, primeros anunciadores de la primavera irlandesa-, a horas intempestivas, en la madrugada del 11 de septiembre de 2018, oí una entrevista en Radio Nacional de España que captó mi atención y terminó de despertarme.

Comentaban la exposición “El Tesoro del Delfín” que acababa de inaugurarse en el Museo del Prado. Cuando el periodista creía comprometer a la responsable de la misma al requerirle que eligiera un objeto, ella respondió que de hecho sí tenía una favorita: una jarra de cristal con un Narciso que sólo encontraba su reflejo a medida que el agua la colmaba.

Jarro de cristal con Narciso y Eco.jpg

Ahí tienen la pieza, cumplida información sobre ella, así como sobre el Tesoro del Delfín . En esos enlaces pueden encontrar más datos sobre el resto de la colección en la que también asoman otras figuras de la mitología grecorromana.

Contemplándola, imaginando cómo cae el agua y el mito cobra vida al ir transformándose el joven en flor, recuerden no sólo el texto de Ovidio, Metamorfosis III, 340-509, sino las lecturas sucesivas del episodio en clave alegórica.

Profundo y complejo es el simbolismo del narciso en la propia antigüedad. Permítanme que hoy tan sólo me sirva de excusa para desearles una hermosa primavera.

Henar Velasco López

 

 

El mito clásico en Babelia

El sábado 2 de marzo Babelia, el suplemento literario de El País, dedicó su atención a la presencia de los mitos en el mundo actual. José Emilio Burucúa escribe Prometeo contra el cambio climático, cuyo subtítulo es el siguiente: «A medio camino entre la religión y la literatura, los mitos sintetizan el espíritu de cada época. Hoy, ideales modernos como la ecología o la revolución han tomado el relevo a los héroes y santos de la Antigüedad». Por otro lado, Eduardo Lago entrevista a Madeline Miller, la autora de Circe, que se publica ahora traducida al castellano.

Tercer premio del concurso de Fotoclásica II

El tercer premio de Fotoclásica II ha recaído en la foto titulada “Rapto de Europa” de Aleksandar Dilyanov Lyubenov, de 2º de la ESO, IES Francisco Salinas, prof.: María Antonia Sierra Sánchez.

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Esta escultura de hormigón blanco fue creada por Agustín Casillas en 1963. Se encuentra en Salamanca, en el Parque de la Alamedilla, cerca del estanque.

Representa el instante en que Europa se monta en el toro blanco (que no es otro que Zeus convertido en animal) para poder acercarse a la mujer, momentos antes de correr hacia el mar y nadar hasta Creta.

¿Quién es Atalanta?

Si se lo preguntamos ahora a una persona al azar, probablemente conteste que no sabe quién es. Si tiene algún conocimiento mitológico y le decimos que era una cazadora consagrada a Ártemis, quizá sí sepa que esta última es una diosa griega y posiblemente le suene la historia de la carrera entre Atalanta e Hipómenes o las manzanas que le dieron la victoria a este último.

El desconocimiento de los mitos clásicos en el saber popular es uno de los motivos que nos lleva a querer dar a conocer su figura, que tiene vigencia en la actualidad, puesto que autores que pertenecen a una amplia y respetada tradición de literatura clásica como Calímaco, Pseudo-Apolodoro, Ovidio, Pausanias, Propercio o Higino, etc., le concedieron la inmortalidad introduciéndola en sus obras.

Uno de los episodios en los que se ve involucrada Atalanta es el del enfrentamiento con los centauros Hileo y Reco, quienes la atacaron con la intención de violarla. Pero nuestra heroína, debido a su destreza con el arco y las flechas, habilidad que recibió gracias al favor de Ártemis, se defendió y los hirió de muerte.atalanta

De esta forma reivindica su derecho de ser respetada, puesto que la heroína es un ejemplo de la fuerza interior que todo ser humano tiene innata, pero que en el caso de la figura femenina ha sido apagada o sometida por una sociedad en la que prevalece la figura del hombre, siendo la educación un instrumento que se utilizaba para mantener a la mujer en un rol de sumisión ante el varón anulando su conexión con dicha fuerza, una situación que se ha mantenido hasta la actualidad. Afortunadamente, hoy en día, la sociedad no es tan permisiva con la subyugación de la mujer y tenemos ejemplos que rompen esta tradición. Un ejemplo reciente es el Paro Internacional de Mujeres o Huelga Internacional Feminista del 8-M, convocada en 2018 por organizaciones feministas y aliadas de la lucha por los derechos de las mujeres en todo el mundo con el objeto de luchar contra la violencia machista, la desigualdad de género y las distintas formas de opresión contra las mujeres.

Es bueno recordar que en la sociedad griega de época clásica la mujer griega no tenía derechos jurídicos ni políticos y permanecía bajo la tutela de un hombre griego a lo largo de su vida: primero del padre, después del marido, del hijo en caso de viudez o de su pariente más próximo; y, por supuesto, no tenía voz en la elección de su esposo y debía ser una afable matrona, que obedeciera en todo a su marido. En cambio, Atalanta mostró una actitud impensable para estas mujeres, puesto que nuestra heroína se crió en los bosques de Arcadia, amamantada por una osa y posteriormente acogida por unos cazadores. Esto la caracterizó como una cazadora que vagaba por dichos lugares armada con su arco y sus flechas, enfrentándose a diversos peligros, un comportamiento más propio de los varones. Por ello, Atalanta no tenía cabida en la sociedad griega de época clásica y con ella nos encontramos una de las primeras apariciones de una mujer que lucha frente al abuso del poder masculino, lo que señala así la idoneidad de la heroína como icono feminista.

Además, nuestra heroína fue una transgresora de la sociedad en otros aspectos: participó en la cacería del jabalí de Calidón, otra tarea propia de varones; y para intentar escapar al matrimonio, retaba a sus pretendientes a competir en una carrera, en la que si eran alcanzados por ella, morirían. Para vencerla, Hipómenes pidió ayuda a Afrodita, quien le dio unas manzanas doradas, que este fue lanzando durante la carrera. Mientras Atalanta se agachaba a recogerlas, fue derrotada. Se casaron pero finalmente fueron convertidos en leones: ese fue el castigo por profanar un santuario al mantener relaciones en él, poseídos por un fuerte deseo que había suscitado una Afrodita deseosa de vengarse porque Hipómenes no le había agradecido la ayuda prestada, como nos cuenta Ovidio en su obra Metamorfosis. En efecto, Atalanta se atrevió a transgredir los valores de su sociedad, pero esta desobediencia se pagaba y por ello acabó siendo castigada. Y el temor a los castigos divinos hacía que las mujeres griegas de época clásica no se rebelaran.

Ana Esteban González

Los nombres de las constelaciones

Hace unas semanas hablábamos en este blog de los planetas del Sistema Solar y los orígenes mitológicos de sus nombres. Esta vez vamos a centrarnos en constelaciones, concretamente las del Zodíaco, y en cómo los antiguos griegos vieron en ellas figuras de su mitología.

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La constelación de Aries se identifica con el mito del vellocino de oro, un carnero volador de lana dorada que la ninfa Nefele envía para salvar a su hijo Frixo cuando este está a punto de ser sacrificado a los dioses como solución a un periodo de hambruna. Él y su hermana Hele montan en el carnero y logran escapar hacia Asia, pero con la mala fortuna de que Hele se cae mientras sobrevuelan el mar y se ahoga (el mar será nombrado en su honor a partir de entonces Helesponto –“el mar de Hele”). Frixo llega sano y salvo a la Cólquida, donde el rey Eetes lo recibe amistosamente y lo casa con su hija Calcíope. Frixo sacrifica el carnero a Zeus pero guarda su vellocino, que cuelga en un árbol de un bosque consagrado a Ares. El vellocino se convertirá más tarde en el objetivo de Jasón y los argonautas.

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Sobre Tauro son varios los mitos que encontramos en los que aparecen toros, pues era un animal que recibía bastante culto. Quizá la historia más conocida sea la de cómo Zeus se transformó en un hermoso toro blanco que atrajo la atención de la princesa Europa por su belleza y su mansedumbre. Europa, encantada con el animal, se montó en él y Zeus aprovechó el momento para raptarla y tener relaciones con ella. De su unión nacieron Sarpedón, Radamantis y el famoso Minos, rey de Creta.

Otro mito relaciona al toro con Ío, otra de las jóvenes amantes de Zeus, a la que este transforma en ternera para que pueda escapar de la ira de su esposa Hera, pero esta se la reclama como regalo y encarga a su guardián de cien ojos, Argos, vigilarla.

Y para terminar tenemos otra famosa historia con toros. Recuperando la figura de Minos, este rey promete sacrificar a Posidón lo que salga del mar, así que el dios envía un magnífico toro: tan magnífico que Minos prefiere romper su promesa y quedárselo. Posidón se enfada, por supuesto, y como venganza hace que Pasífae, la mujer de Minos, se enamore perdidamente del animal. Pasífae se encuentra con problemas logísticos para cumplir sus deseos de unirse con este, así que le pide ayuda al gran inventor Dédalo y así es como unos meses después tiene que darle explicaciones a su marido de por qué su nuevo hijo tiene cabeza de toro, el Minotauro.

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z6En la constelación de Géminis tenemos a los hermanos Cástor y Pólux, los Dioscuros. Son hijos de Leda, nacidos de un huevo pero de diferentes padres (cómo no, por causa de Zeus, que se une a Leda en forma de cisne) junto con sus hermanas Helena (la de la guerra de Troya) y Clitemnestra. Cástor y Clitemnestra son hijos del marido de Leda y, por tanto, mortales. Los Dioscuros son famosos por participar en la expedición de los argonautas. Se querían tanto que ni después de la muerte estaban dispuestos a separarse, pero como solo uno era inmortal, Zeus les ofreció que repartieron su tiempo entre el Olimpo y el Hades para poder seguir juntos.

z7z8Cáncer representa a un cangrejo que la diosa Hera mandó para que atacara a Heracles mientras este luchaba con la Hidra de Lerna. Él héroe lo aplastó matándolo, pero Hera decidió agradecerle su gran labor convirtiéndolo en una constelación en el firmamento.

 

 

 

z10En la constelación de Leo volvemos a tener otra referencia a Heracles y a sus doce trabajos. El león de Nemea era una bestia terrible con un pelaje impenetrable a la que Heracles se tuvo que enfrentar y que, por supuesto, venció. Después lo despellejó y se hizo una capa con el pelaje, uno de sus atributos más reconocibles.

z11z12La historia más extendida sobre Virgo la identifica con Astrea, hija de Zeus con Temis, diosa de la justicia divina. De manera parecida a su madre, Astrea representa la justicia pero entre los hombres. Convivió con ellos durante la Edad de Oro y la Edad de Plata, pero en la de Bronce no pudo soportar más lo mucho que se habían envilecido y decidió retirarse de la Tierra y subir a las estrellas.

Constellation Libra

Libra es la única constelación que no representa a un ser vivo. En sus orígenes era vista como parte de Escorpio, concretamente como sus pinzas, pero en Roma se empezó a considerar como constelación que representaba la balanza de Astrea, de la que está cerca.

z14z15Escorpio representa al escorpión que según muchas leyendas acabó con la vida del cazador Orión. Una de las más conocidas dice que lo envió Gaia para que matase a Orión porque el cazador se había jactado de que podía matar a todos los animales y bestias de la tierra, asustando a la diosa; otros relacionan su muerte con la diosa Ártemis, ya sea porque es ella la que envía el escorpión para castigar la soberbia del hombre que se cree tan buen cazador, o porque se hace amiga de Orión, y Apolo se pone celoso y manda al escorpión a matarlo.

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Sobre Sagitario encontramos en los escritores antiguos dos teorías diferentes. Según una tradición, la constelación representa a un centauro, probablemente a Quirón, hijo del titán Crono y de Fílira, conocido por ser el maestro de grandes héroes como Jasón, Asclepio o Aquiles. Según otra, no se trata de un centauro sino del sátiro Croto, hijo de Pan e inventor del tiro con arco y del aplauso, y muy cercano a las Musas que fueron las que a su muerte pidieron que se le concediera un lugar en las estrellas.

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z18La constelación de Capricornio representa un ser mitad cabra y mitad pez. Según una versión, corresponde a la cabra Amaltea, que alimentó a Zeus cuando este era pequeño y su madre Rea lo tenía escondido de su padre Crono; según otras, se identifica con Pan, que cuando los dioses se enfrentaron al monstruo Tifón escapó y se lanzó a un río transformando su mitad inferior en pez.

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En Acuario se reconoce la figura de Ganimedes, joven príncipe del que Zeus, transformado en águila, se enamoró y al que raptó. Se lo llevó consigo al Olimpo, donde sirve de copero de los dioses.

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Por último tenemos la constelación de Piscis. Los icónicos dos peces no son nada más ni nada menos que Afrodita y Eros: en la ya mencionada batalla contra Tifón ambos se vieron obligados a huir también, así que se lanzaron a un río y se convirtieron en peces, atados el uno al otro para no separarse.

Carmen Pérez González

Ovidio. Amori, miti e altre storie

Desde Roma, Georgina Olivetto nos envía amablemente noticia sobre una atractiva exposición en el Palazzo delle Scuderie del Quirinale, abierta desde el 17 de octubre al 20 de enero: Ovidio. Amori, miti e altre storie; se exponen unas 240 obras que testimonian la influencia de la obra ovidiana en su época y en la cultura occidental hasta la actualidad. Alrededor de la muestra, cuya comisaria es Francesca Ghedini, hay un riquísimo programa de actividades, encuentros y lecturas

Os dejamos aquí un video sobre la exposición.

 

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Quevedo, en el romance «Anilla, dame atención», vilipendia a Júpiter del que dice que «habló por boca de ganso» y. como un tramoyista, se transforma en dios pajarraco:

«habló por boca de ganso
a Leda, y con la tramoya
de plumas blancas y pico,
 dios avechucho, engañola»

Javier San José

Los versos quevedianos sirven de magnífico pie de foto a la noticia publicada el día 21 de noviembre en El País sobre el descubrimiento en Pompeya de un fresco que reproduce la imagen de Leda y el cisne. En National Geographic puedes ver fotografías de calidad que revelan su extraordinario estado.

Irene Reyes-Noguerol, De Homero y otros dioses

Tras Caleidoscopios llega a nuestras manos otro libro de Irene Reyes-Noguerol, de la que ya habíamos publicado en este blog el cuento «Los ciegos». Precisamente este relato, subtitulado «De Homero y otros dioses», abre y da título al nuevo volumen (Maclein y Parker, Sevilla 2018, prólogo de Fernando Iwasaki). La joven autora presentará su nueva obra en Letras Corsarias el sábado, 17 de noviembre a las 19:00. Ejercerá de maestro de ceremonias Juan Antonio González Iglesias.

Si ya habíamos comprobado que su escritura rebosa de resonancias clásicas, ahora este libro asume esta relación sin tapujos. No solo el título De Homero y otros dioses lo proclama, es que el hilo conector de los relatos incluidos es el de la mitología clásica. El título de cada uno incluye debajo el nombre de las figuras míticas que evoca (con la excepción de «Sombras. El reino del Hades»).

En realidad no son piezas narrativas, sino descripciones del mundo interior de sus personajes, muy próximas a una poesía acusadamente sensorial. En prácticamente todos los casos («Que los hombres no lloran. Príamo» es la excepción) se trata de situaciones que forman parte de la vida cotidiana de nuestro tiempo: la violencia de género en varias formas, el abandono, la pérdida de un hijo, el aborto, la soledad, la vejez y el deterioro, el Alzheimer, las refugiadas de guerra. Por muy presentes y actuales que los consideremos estos temas han existido siempre y la autora lo pone de relieve presentándolos a través de la lente de los mitos clásicos. Entre estos dramas de gran calado hay algún suceso menos transcendente pero no menos universal: la venganza diferida contra la maestra que nos aterrorizó en las aulas («Por mí y por todos mis compañeros. Medusa»), cuento en el que no he podido por menos de identificar a algún fantasma propio.

He dicho que predomina el tono intimista y la descripción del universo interior de los personajes, pero hay una excepción: «Gran carnívoro. Licaón», que nos presenta con gran economía narrativa una nueva versión de Caperucita con un toque humorístico que me recuerda a aquel cuento ya clásico de Tony Ross, Hipersuper Jezabel (Hipersuper Jezabel es una niña insoportable de puro pluscuamperfecta pero el cocodrilo que se la come afirma que las ha comido mejores)

Al final se incluye como apéndice un diccionario mitológico, sin duda útil para el público general porque la autora no introduce solo figuras conocidas sino algunas más recónditas. Sin embargo, hubiera preferido que no estuviera, rompe con el tono del libro: al fin y al cabo la mitología es poesía y el prosaico diccionario no hace justicia a los hermosos textos antiguos ni a la prosa poética de la autora.

El libro una vez más confirma la enorme plasticidad de la mitología: su capacidad de impregnar distintos modos artísticos, distintos registros, distintos géneros. Y todavía hoy es así.

Susana González Marín

 

 

 

En la Semana de la Ciencia. DIOSES EN EL FIRMAMENTO: ORÍGENES MITOLÓGICOS DE LOS NOMBRES DEL SISTEMA SOLAR

Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. De los ocho planetas que conforman nuestro sistema solar, todos excepto uno reciben su nombre de deidades romanas. ¿Cuáles de estos planetas se conocían en la antigüedad? ¿Cómo se llaman los planetas enanos? ¿Y los satélites?

En esta entrada exploraremos nuestra pequeña zona del universo analizando cómo los astrónomos llevan milenios sirviéndose de la mitología para bautizar sus descubrimientos.

Al observar el cielo nocturno, los antiguos griegos se fijaron en que cinco de las luces se movían, en oposición al resto de estrellas. A estas cinco las llamaron πλανήτης (planētēs): errante, vagabundo. Estos cinco son los planetas que pueden ser observados a simple vista: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno (a los que los griegos llamaban estrellas de los dioses equivalentes: Hermes, Afrodita, Ares, Zeus y Crono). Y sumados al Sol y a la Luna, fueron los que dieron nombre a los días de la semana. 2

El Sol es la estrella núcleo de nuestro sistema. Los griegos lo veneraban como el dios Helios, hijo del titán Hiperión y la titánide Tea, que conduce un carro por el cielo de día de este a oeste, y por la noche regresa al este. Después, se identificaría con el dios Apolo. Ya en el s. III AEC Aristarco de Samos propuso una teoría heliocéntrica, pero no tuvo mucha aceptación.

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El planeta más cercano a él es Mercurio, el más pequeño de los ocho. Los griegos lo llamaban Στίλβων (Stilbōn), “el brillante”, además de Hermes. 4 5Recibe el nombre del dios mensajero por la rapidez con la que se mueve por el firmamento: al ser el planeta más cercano al Sol, tarda tan solo 88 días en completar una vuelta. Su símbolo astronómico representa el casco alado y el caduceo que son atributos del dios. No tiene satélites.

El siguiente planeta es Venus, el cuerpo más brillante tras el Sol y la Luna y el único que puede ser visto de día junto con esos dos. Los antiguos griegos diferenciaban la aparición vespertina del planeta de la matutina, pensando que se trataban de dos astros diferentes, y las llamaron ʿΈσπερος (Hesperos) o “lucero vespertino” a la que aparecía por la tarde y Φωσφόρος (Phōsphoros) o ʿΗωσφόρος (Heōsphoros) cuando aparecía por la mañana, el “lucero del alba”. Recibe el nombre de la diosa del amor y la belleza por ser considerado el más brillante y bonito. Venus y la Tierrra son los únicos planetas con nombres de diosas. Su símbolo astronómico representa el espejo de mano de la diosa, y coincide con el símbolo del género femenino. 6Al igual que Mercurio, carece de satélites.

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Detalle de “La noche estrellada”, donde Van Gogh pinta una estrella sin darse cuenta de que es Venus

La Tierra es el tercer planeta. Del latín Terra, que es el equivalente romano de la diosa Gea, personificación de nuestro planeta.

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10Su símbolo astronómico es un círculo con una cruz que representa el Ecuador y un meridiano.

 

 

 

 

 

 

Tiene un único satélite natural (y muchos artificiales), la Luna (para los griegos, Selene, que luego se identificaría con Ártemis).

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El cuarto planeta es Marte. Se nombró en honor del dios de la guerra por su color rojizo, que recuerda al color de la sangre; también lo llamaban Πυρόεις (Pyroeis), “ardiente, de fuego” a raíz de su color. 12En él se encuentra el segundo pico más alto de todo el Sistema Solar y el más alto de cualquiera de los planetas, el Monte Olimpo. Su símbolo astronómico representa una lanza y un escudo, además de ser el usado para el género masculino. 13

Marte tiene dos satélites naturales, Fobos y Deimos (Miedo y Terror, respectivamente), que eran dos dioses que acompañaban a Ares, a menudo considerados hijos suyos con Afrodita.

 

 

 

Júpiter es el quinto planeta. Recibe su nombre del equivalente romano de Zeus, padre de dioses y hombres, aunque también lo llamaban los griegos Φαεθών (Phaethōn), “brillante”.  14Su símbolo astronómico ha sido asociado con el rayo, atributo del dios, o con el águila, animal consagrado a él.

15En cuanto a los satélites, con 79 lunas Júpiter es el planeta que más tiene. Se han ido nombrando principalmente a partir de amantes de Zeus (Metis, Ío, Calisto, Europa, Ganímedes, Leda, Eurínome…) e hijas suyas (las tres Gracias, las Horas, las Musas…). En 2011 se envió una sonda espacial para estudiar el planeta que no llegó hasta 2016: era la sonda espacial Juno, que lleva el nombre de la mujer de Júpiter, para los griegos Hera, y que no debía de estar muy contenta al encontrarse con tantas lunas. 16

h.jpgCerca de Júpiter hay además unos pequeños cuerpos que comparten órbita con el planeta, llamados asteroides troyanos. El primero en ser descubierto por Max Wolf recibió el nombre de Aquiles, y desde entonces los asteroides se encuentran divididos en dos “campamentos” y según en qué campamento estén reciben los nombres de los héroes que lucharon en la Guerra de Troya de un bando o de otro; excepto Patroclo y Héctor, que fueron descubiertos antes de que se estableciera esta convención y están “infiltrados” en el campamento enemigo.

 

El último planeta de los que podían ver los antiguos es Saturno. Nombrado por el dios romano de la agricultura, se identifica con el titán griego Crono, padre de Zeus, Posidón, Hades, Hera, Deméter y Hestia. Su símbolo astronómico es una representación de una hoz. 18

Sus muchos satélites (algunos muy recientemente descubiertos, como ya leíamos en este blog) llevan los nombres de titanes, titánides y sus descendientes (Encélado, Rea, Jápeto, Hiperión, Atlas, Calipso, Epimeteo…) y otros satélites que según su ángulo de inclinación toman su nombre de la mitología nórdica (Ymir, Surtur, Thrymr, Fenrir, Greip…), la gala (Tarvos, Albiorix, Erriapo, Bebhionn…) o la inuit (Kiviuq, Siarnaq, Ijiraq…).

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El planeta Urano se diferencia de los demás en varias cosas. Primero, no fue descubierto como planeta hasta 1781 por W. Herschel, aunque puede que Hiparco de Nicea lo observara pero lo hubiera catalogado erróneamente como estrella ya en el 128 AEC. Segundo, su nombre proviene de la latinización del dios griego personificación del cielo. Se tardó en alcanzar un acuerdo en su nombre (Herschel quería llamarlo “Georgium Sidus” en honor a su patrón el rey Jorge III de Inglaterra, pero por alguna razón la propuesta no pareció gustar fuera del país), pero el nombre Urano era el lógico para mantener la tradición greco-latina y, al ser el padre de Crono/Saturno, encajaba bien con los planetas anteriores. 20Y tercero, sus 27 satélites no están nombrados a partir de la mitología clásica, ni de ninguna otra de hecho. Reciben sus nombres de personajes, sobre todo femeninos, de las obras de William Shakespeare y Alexander Pope: Titania, Oberón, Cordelia, Ofelia, Julieta, Crésida etc.; Ariel, Umbriel, Belinda… Por último, su símbolo astronómico es un híbrido entre el del Sol y el de Marte, porque los griegos consideraban que el cielo estaba dominado por esos dos poderes.

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Finalmente tenemos a Neptuno como último planeta. Aunque John Couch Adams y Urbain Le Verrier, independientemente, lograron predecir su existencia, fue Johann Galle quien en 1846 pudo observarlo. 22Aunque al principio se propuso llamarlo Le Verrier o Jano (por el dios romano de dos caras de las puertas y los comienzos), al final se decidieron por Neptuno, el dios de los océanos (Posidón para los griegos); como no podía ser de otro modo, su símbolo astronómico es un tridente.

Sus 14 satélites llevan los nombres de deidades acuáticas que suelen relacionarse con este dios, como Tritón, Proteo, Nereida o Náyade. 23Y Neptuno también tiene troyanos, que en su caso se ha elegido nombrar a partir de las Amazonas. Por ahora solo uno tiene nombre: Otrera, una de sus primeras reinas.

Para terminar, hay que mencionar los cinco planetas enanos que hay en el Sistema Solar. El más conocido es Plutón, que lleva el nombre del dios del inframundo (el griego Hades). 24Tiene cinco satélites: Caronte, como el barquero encargado de llevar a las almas de los muertos; Estigia, río del inframundo; Cerbero, perro de tres cabezas que guarda la entrada al Hades; Nix, personificación de la noche; e Hidra, monstruo acuático con forma de serpiente y múltiples cabezas que Heracles mató en uno de sus trabajos. 25Su símbolo es un monograma PL por Plutón y Percival Lowell, unos de los participantes en su descubrimiento.

Otros planetas enanos son Ceres y Eris. El primero recibe el nombre de la diosa de las cosechas (la Deméter griega) y el segundo de la diosa de la discordia. 26El símbolo de Ceres representa una hoz de mano, mientras que en el de Eris el círculo representa la manzana dorada y la k, el kallisti, “para la más hermosa”, que provocó una discusión entre Atenea, Hera 27y Afrodita que se resolvió con el juicio de Paris, llevando a la guerra de Troya.

 

Solo Eris tiene un satélite, Disnomia, hija de Eris y diosa del desorden civil y la ilegalidad.

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Los dos últimos planetas enanos llevan los nombres de Haumea, deidad hawaiana, y Makemake, deidad de la Isla de Pascua.

Carmen Pérez González

En la Semana de la Ciencia: el origen mitológico de algunos elementos químicos

Con motivo de la Semana de la Ciencia y puesto que este es el Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos, como ya apuntamos hace días, dedicaré este espacio a hablar del origen mitológico de algunos de ellos.

Tantalio (Ta): El nombre de este metal procede de Tántalo, rey de Lidia e hijo de Zeus y la oceánide Pluto. Se cuenta que, siendo un gran amigo de los dioses, era invitado frecuentemente en los banquetes celebrados por estos hasta que, en uno de ellos, los traicionó y fue castigado al Hades. La causa del castigo varía según las fuentes: unas dicen que fue porque pretendió robar el néctar y la ambrosía, alimentos que hacen inmortales a los dioses, para entregárselos a los hombres; otras, que reveló secretos de los dioses que había escuchado mientras compartía mesa con ellos; y otras prefieren el relato de que Tántalo intentó probar la omnisciencia de aquellos sirviéndoles en el banquete a su hijo Pélope cocinado y troceado. Sea cual sea el motivo, el caso es que fue condenado a lo siguiente: estando sumergido en un lago, no podía beber de su agua, ya que, siempre que lo intentaba, esta se apartaba; lo mismo sucedía, cuando intentaba cogerlos, con los frutos de los árboles que estaban sobre él.

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Así pues, el tantalio se relacionaría con tal personaje mitológico en el hecho de que este elemento químico, debido a su carácter resistente, no puede ser atacado por la mayoría de ácidos diluidos porque no es capaz de absorberlos, al igual que Tántalo no puede beber el agua del lago en el que se encuentra.

Prometio (Pm): El siguiente elemento químico recibió este nombre en honor a Prometeo, hijo de los titanes Jápeto y Clímene. Se cuenta que Prometeo, en un intento de beneficiar a los hombres, sacrifico un toro. La carne del animal la escondió en su vientre, mientras que los huesos fueron untados con grasa apetitosa. Ambas partes fueron ofrecidas a los dioses, para que fueran los primeros en elegir con cuál de las dos se quedaban. Zeus, al ver los huesos, los escogió, pensando que era la mejor parte, y dictó que el resto fuera para los mortales. Sin embargo, cuando se dio cuenta del engaño, privó a los hombres del fuego, dejándolos de esta manera desprovistos contra el frío. Prometeo, como benefactor del hombre, robó el fuego al dios y se lo devolvió a los humanos. Al enterarse Zeus, condenó al titán a ser encadenado al Cáucaso, lugar donde un buitre le devoraba el hígado cada noche.

prometio

En relación con esta figura mitológica, el prometio presenta tal radiactividad que ofrece una luz verde azulada en la oscuridad, es decir, proporciona una luz fluorescente, al igual que Prometeo proporcionó el fuego a los hombres. Y no solo eso, sino que también se plantea que pueda ser fuente de calor en sondas espaciales y satélites, un atributo que antiguamente solo se aplicaba al fuego.  Si llevamos tales comparaciones al extremo, también podemos mencionar que el prometio, si se inhala en forma de gas, puede resultar una amenaza especial para el hígado, precisamente el órgano vital que el buitre devora a Prometeo.

Marta Serra Marí

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