Europa y el toro en las nuevas monedas conmemorativas de la circulación del euro

Elena Villarroel nos envía el enlace a la nota de ABC que presenta la nueva moneda de 10 euros qu servirá para conmemorar el 20º aniversario de la puesta en circulación del euro en Europa. En el reverso hay una representación de la princesa Europa. Este dibujo es el mismo que también aparece en los billetes de euro como imagen holográfica. Por su parte, junto a ella aparece la imagen de un toro, que evoca la violación de Europa por Zeus, que había tomado la imagen de ese animal (resulta notable que se siga utilizando como imagen conmemorativa una violación).

Susana González Marín

El río Limia es el río del Olvido

Manuela y Mª Ángeles Martín nos envían el enlace a este texto de Pedro García Cuartango publicado en ABC (9/5/2022), «El río que los soldados romanos se negaron a cruzar porque temían perder la memoria«:

En efecto, a este río se refiere Estrabón III, 3, 4: «Luego hay otros ríos y tras ellos el del Olvido, que unos llaman Limea y otros Belión» (Trad. Mª José Meana y Félix Pinero), y Livio, per. 55. 10: «Décimo Junio sometió completamente Lusitania tomando por asalto las ciudades hasta el Océano, y cuando los soldados se negaron a cruzar el río Oblivión arrebató la enseña al abanderado y él mismo la pasó a la otra orilla, y de este modo los persuadió para que cruzaran.» (Trad. José Antonio Villar Vidal)

Susana González Marín


Traduciendo a Tito Livio en Kiev

David Lucas nos envía el enlace a este reportaje publicado en ABC (12/3/2022) sobre una prestigiosa historiadora ucraniana de formación clásica, Natalia Yakovenko, que permanece encerrada en su casa de Kiev. Allí se refugia en la traducción de la obra de Tito Livio al ucraniano para su próxima publicación.

Natalia Yakovenko: «Putin considera a Kiev su madre patria y desea recuperarla»

Después de dos semanas detenidas en el mismo punto, las tropas rusas al norte de Kiev comenzaron a reagruparse y extender el frente al noreste y noroeste de la capital. El gran convoy de blindados se mueve, según imágenes captadas vía satélite, y la inteligencia británica alertó de que el gran asalto a la ciudad «es cuestión de días». Kiev es la joya de la corona, el objetivo más preciado para Vladimir Putin porque «considera a la federación medieval de la Rus de Kiev como la madre del origen cultural de los actuales pueblos de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, es su madre patria y desea recuperarla», explica Natalia Yakovenko desde su apartamento en el barrio Solomianskiy de la capital.

La voz de esta historiadora de 80 años es muy respetada en Ucrania y los niños estudian sus libros en las escuelas, «todo un orgullo, pero también una gran responsabilidad», asegura.

La guerra le ha obligado a encerrarse en casa y allí pasa los días sin apenas salir. Se siente «ansiosa y con mucho miedo, sobre todo cuando veo las imágenes horribles que ofrece la televisión. Lo que más me ayuda es mi trabajo de traducción, llevo dos años traduciendo ‘Ab Vrbe condita’ del historiador romano Tito Livio al ucraniano. Livio es mi pareja, mi acompañante en estos días de zozobra, es un poco imperialista, pero su trabajo es enorme», bromea.

Cuando era una niña estalló la II Guerra Mundial y la pasó en su aldea de la estepa ucraniana, muy próxima a Moldavia. Estudió Filología Clásica en la Universidad de Leópolis y «un milagro hizo que el sistema educativo de la URSS no se fijara demasiado en esta carrera, estaban más centrados en Historia, y pude tener profesores alejados del sistema y formados en Europa». Su visión crítica del imperio soviético le llevó a tener que esperar a 1993 para publicar su primer libro, justo un año después de la independencia de Ucrania.

El 24 de febrero, el día en el que Putin lanzó la ofensiva, le llegó de Járkov la buena noticia de que una imprenta de esta ciudad del este del país había encontrado el tipo de encuadernación que ella buscaba para la traducción de Livio. «Ahora hemos perdido el contacto, espero que estén todos bien. Es inaudito lo que ha hecho Putin con la ciudad más rusa del país, ellos siempre estaban orgullosos de ser rusos, hasta te miraban como con superioridad y ahora han destrozado ese centro urbano magnífico».

Yakovenko habla con pena. En este piso las paredes forradas de libros son su protección contra las bombas, también tiene una foto en la que aparece junto al Papa Juan Pablo II en Roma. El suelo es de madera y está ya desgastada, cálida. Debajo de la ventana hay una gran estufa metálica que calienta el salón de trabajo. Desde la ventana se ve un pequeño parque, pero en Kiev apenas quedan niños. ¿Qué pasará con esta ciudad? Es la pregunta que se hacen todos los vecinos que se han quedado, que según el alcalde son el cincuenta por ciento, es decir, 1’5 millones de personas. «La historia reciente nos muestra lo que Rusia hizo en Grozny o Alepo, pero aquí la situación es diferente porque es una ciudad más extensa, con más población y una mejor defensa. Quiero creer que es imposible que arrase Kiev», opina la historiadora.

Trata de mantener la calma y repasa la historia de su pueblo para asegurar que «no es la primera vez que estamos ante algo así, la historia de Ucrania es una historia de sometimiento por la fuerza a otros imperios, pero siempre salimos adelante y ahora con más razón porque tenemos el apoyo de todo el mundo».

Huella de la KGB

Con los rusos a las puertas de Kiev, la ofensiva golpeó por primera vez a ciudades que hasta ahora veían la guerra a distancia como Dnipro, en el centro del país, y Lust e Ivano-Frankivsk, al oeste, en la frontera con la Unión Europea. Fueron ataques con misiles «contra objetivos militares», según Moscú. Yakovenko sigue de cerca todas las noticias y considera a Putin «un líder desequilibrado a quien el paso por la KGB le ha dejado huella para siempre. Después de tres décadas no asimila que seamos un país independiente y su obsesión es volver a controlarnos, siente a Kiev parte de su imperio, pero no nos tiene en cuenta a los ucranianos».

Amante del trabajo metódico y de la investigación, admite que «estamos viendo Historia en directo, pero no puedo trabajar sobre este tema porque toda investigación precisa de reposo y ahora estamos muy alterados. Cualquier trabajo en estas circunstancias puede terminar siendo pura propaganda». Lo que no cosidera propaganda es la llamada que su presidente, Volodímir Zelenski, hace a diario a la comunidad internacional para que cierre el espacio aéreo porque «las guerras de antes se ganaban con tropas sobre el terreno, las modernas, desde el aire». Hora de acabar con el siglo XXI y viajar de nuevo a la Roma de Livio. Esta traducción y estos muros forrados de libros, son el refugio de una investigadora que confía en que la historia se repita y Ucrania salga adelante.

Maldiciones romanas

Mª José Estarán nos envía el enlace a una noticia publicada el 6 de marzo de 2022 en ABC:

«Que le salgan gusanos»: las maldiciones descubiertas en un plomo romano del Museo Arqueológico de Linares

«Que perezca con el gusano», «que los gusanos a aquel Julio Paterno le salgan», que «allí padezca» y que ¿reciba? «tu veneno del Tártaro» . ¿Quién fue ese tal Julio y qué hizo para que otro ciudadano del Imperio Romano pidiera a los dioses que cayeran sobre él todos los males? Nunca se llegará a saber, pero la ofensa debió de ser grave porque el afectado escribió una extensa plegaria en una placa de plomo y la depositó probablemente en un santuario, tal vez de la antigua ciudad de Libisosa. La inscripción ingresó en la década de los 80 del siglo pasado en el Museo Arqueológico de Linares (Jaén), procedente de una colección particular, pero los expertos creen que pudo ser descubierta en los alrededores de Lezuza, en Albacete, donde se encontraba dicha colonia romana. El arqueólogo Héctor Uroz, director de las investigaciones en el yacimiento de Libisosa, ha confirmado posteriormente a ABC que el donante de la pieza le confirmó en conversación telefónica dicha procedencia.

El arqueólogo Francisco Arias de Haro, el profesor de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza Borja Díaz Ariño y la profesora de Filología Clásica de la Universidad de Barcelona Alejandra Guzmán Almagro han estudiado durante años esta inscripción hasta ahora inédita y acaban de presentar sus conclusiones en la revista alemana ‘ Chiron‘, del Instituto Arqueológico Alemán. «Parece claro que se trata de una plegaria destinada a una divinidad masculina (cuyo nombre desconocemos) a la que se solicita que castigue a un individuo llamado Julio Paterno, al que se menciona reiteradamente en las dos caras del documento, mediante distintos males, de ahí la referencia al veneno (venenum) y a los gusanos (vermes)», explica Díaz Ariño.

A estas inscripciones de carácter mágico en plomo se las conoce como ‘defixiones‘. En concreto, la del Museo de Linares pertenecería al tipo de ‘plegarias solicitando justicia‘ mediante las cuales se pedía a una divinidad relacionada con el mundo infernal un resarcimiento por la ofensa sufrida, normalmente un robo.

Un documento extenso y complejo

«Es (con mucho) el documento de este tipo más extenso recuperado hasta la fecha en Hispania», donde estas inscripciones «son relativamente escasas», indica el historiador de la Universidad de Zaragoza. El escrito, que han datado en la segunda mitad del siglo I o comienzos del II d.C., destaca por su complejidad. Normalmente este tipo de documentos suelen ser más ‘sencillos’, lo que hace presuponer a los expertos que la persona que lo redactó tenía cierto nivel cultural.

El estado de conservación de la pieza, una delgada lámina de plomo con concreciones, agujereada para su colocación y a la que le faltan fragmentos, hace extraordinariamente difícil su lectura. Tampoco ayuda el reducido tamaño de la letra y que no exista separación entre palabras. Los investigadores han empleado fotografías de detalle con distintos tipos de iluminación y fotos de mosaico de alta resolución generadas por ordenador para reconstruir el texto. Aún con dudas sobre letras que se han conservado de manera fragmentaria, el escrito «permite entrever una magia agresiva que incluye conceptos como la separación y el alejamiento entre ambos individuos y que insiste claramente en términos relacionados con la enfermedad, que presumiblemente se dirigirían contra Paternus», afirman en su estudio.

Nadando entre ánforas en Palma de Mallorca

Manuela y Mª Ángeles Martín Sánchez nos envían la siguiente noticia publicada en ABC (2/3/2022) por Mónica Arrizabalaga:

El barco romano sobre el que se bañan los turistas en Mallorca

Zarpó en el siglo IV d.C. del sudeste de la Península ibérica, posiblemente de Cartagena, cargado hasta los topes con 300 ánforas llenas de salsas de pescado, aceite, vinos y fermentados para la conservación de fruta. Se dirigía a algún otro puerto principal, tal vez Roma, pero por alguna razón aún hoy desconocida el barco se hundió en la bahía de Palma de Mallorca. Allí permaneció durante siglos, oculto bajo la arena, hasta que un temporal removió el fondo marino en 2019. Un buceador lo descubrió por casualidad aquel mes de julio en la concurrida playa de Can Pastilla. A apenas 60 metros de la orilla y unos dos metros de profundidad, Félix Alarcón vislumbró los cuellos de unas ánforas.

Entonces no lo sabía, pero acababa de encontrar el pecio tardorromano de Ses Fontanelles, un mercante del siglo IV d.C. en un admirable estado de conservación. «Es muy singular, algo excepcional. Con el Bou Ferrer, es el pecio de la zona hispana que ahora tiene todas las miradas encima», asegura Miguel Ángel Cau, profesor de Investigación de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) de la Universidad de Barcelona. Se han hallado muy pocos barcos de los siglos III y IV d.C. en el ‘Mare Nostrum’, y menos aún con cargamento hispano.

Desde noviembre a mediados de febrero, un equipo interdisciplinar codirigido por el propio Cau, por Darío Bernal, catedrático de Arqueología de la Universidad de Cádiz, por Enrique García Riaza, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de las Islas Baleares, y por Jaume Cardell, jefe de Servicio de Arqueología del Consell Insular de Mallorca, ha recuperado íntegramente el cargamento de la embarcación y se ha llevado gratas sorpresas.

«Han salido unas 300 ánforas enteras o fragmentadas, pero completas, con un estado de conservación único porque tienen los opércula (los tapones) puestos, restos del contenido interior y las inscripciones pintadas que dicen qué producto llevaban y su procedencia», explica Darío Bernal. Han contabilizado un centenar de estos ‘tituli picti’, con nombres de varios mercaderes, cuyo estudio permitirá conocer mejor el comercio de la época. «Probablemente es el barco que cuenta con más inscripciones pintadas en ánforas de todo el Mediterráneo», sostiene el arqueólogo gaditano. En España solo se han encontrado otros dos barcos hundidos destacados por sus ‘tituli picti’, el pecio Gandolfo, en Almería, que tiene unas 20 inscripciones, y el de la Albufereta, en Valencia, con unas 25. Según Bernal, «solamente por las inscripciones este pecio es excepcional».

Un crismón y una Diana

Pero el barco romano de Ses Fontanelles ha deparado más alegrías. El análisis de las ánforas, entre las que se ha identificado un tipo desconocido que han bautizado como Ses Fontanelles 1, ha revelado que provienen de talleres del sudeste peninsular. «Es el primer barco procedente de la zona de Cartagena, de Carthago Spartaria, que se localiza en el Mediterráneo», continúa el catedrático de la UCA.

En los sellos de los tapones de uno de los lotes comerciales han descubierto además un crismón con el monograma constantiniano que revela su pertenencia a una autoridad eclesiástica, quizá al obispado de Cartagena o a un monasterio, y permite datar el naufragio con posterioridad al 313 d.C., año del Edicto de Milán, que estableció la libertad de culto y permitió la expansión del cristianismo. Se trata de un elemento de gran interés para los investigadores ya que además de revelar la actividad comercial de la Iglesia en esa época de los inicios del cristianismo, muestra la convivencia entre lo pagano y lo cristiano. En el mismo barco han encontrado una lucerna con la imagen de la diosa romana Diana, claramente pagana, que debía ser propiedad de alguien de la tripulación.

En las excavaciones se han recuperado además otros elementos, como dos zapatos, uno de piel y otro de esparto, restos de la cabuyería del barco… incluso un taladro de arco usado por los carpinteros de ribera para las reparaciones. Entero y en un increíble estado de conservación, es el único encontrado en España y de los pocos que se conservan en todo el mundo. «Creo que es el cuarto que aparece en todo el Mediterráneo», apunta Miguel Ángel Cau.

El ambiente falto de oxígeno en el que ha permanecido enterrado el barco durante siglos ha conservado en buen estado también el casco del barco de 12 metros de eslora por 6 metros de manga. Según describe Darío Bernal, «está entero, conservado por encima del pantoque como un metro. Tiene el pozo de la sentina, mamparos de separación de la carga y varios puntales colocados in situ».

Los investigadores, entre los que se encuentran Carlos de Juan, Sebastià Munar, Felipe Cerezo, Soledad Solano, Miguel San Claudio, Elisa Fernández o José Antonio Moya, han cumplido su objetivo de recuperar todo el cargamento aunque se ha quedado a las puertas de excavar las claras entre cuadernas. Los pequeños objetos que caen en un barco acaban colándose por ahí y a veces dan con restos que ayudan a datar con más precisión un hundimiento. «Sabemos que es un barco del siglo IV por la tipología de las ánforas y demás, pero si encontráramos unas cuantas monedas que nos permitieran acotar las fechas sería un dato histórico importante», señala por su parte el arqueólogo de la Universidad de Barcelona.

No es casual que se hundiera en esa zona de la bahía de Palma. Según explican los investigadores, por documentación antigua saben que toda esa ensenada era navegable hasta el interior. Este barco en tránsito se aproximaría a las Baleares, una encrucijada estratégica de rutas, para refugiarse, aprovisionarse de agua o víveres o hacer alguna reparación a las Baleares. «Posiblemente -especula Cau- estando fondeados en el puerto (no hemos encontrado ningún ancla estibada en el interior del barco), les sobrevino un temporal y debió de ser un hundimiento muy rápido». Tal vez llegaron a recuperar algún objeto de valor, como la bomba de achique que no han encontrado en las excavaciones o el mástil, pero la carga, quizá porque al sumergirse se echó a perder, se quedó allí, prácticamente intacta. Hasta el verano de 2019.

El jefe de Arqueología del Consell, Jaume Cardell, recuerda la urgencia que imprimió el hallazgo. «Teníamos una playa con miles de turistas que se estaban bañando sobre las ánforas». Tras las primeras actuaciones para verificar el descubrimiento y proteger los restos, el Consell «consideró que este era un proyecto serio y apostó por la excelencia», relata Cardell. El acuerdo firmado con las universidades de Barcelona, Cádiz y las Islas Baleares para desarrollar un proyecto trianual llamado Arqueomallornauta estudia no solo este pecio, sino el tráfico marítimo en Mallorca en la Antigüedad Tardía a través de los hallazgos subacuáticos.

El proyecto, que cuenta con la financiación de Puertos de las Islas Baleares (Ports IB) y en el que han colaborado también la Armada y la Guardia Civil, llevó a cabo prospecciones en la bahía de Palma que han detectado 31 anomalías geofísicas. Algunas están sirviendo para comprender mejor cómo era ese entorno en la Antigüedad y otras han permitido identificar en las inmediaciones restos arqueológicos, como los de un pecio tardopúnico cargado con ánforas de Ibiza. De momento su excavación no entra en sus planes. «Nos ocuparemos de Ses Fontanelles y de estudiar otros barcos para encuadrar el hallazgo y entender este tránsito económico durante la Antigüedad tardía en Mallorca, pero no descartamos poder continuar en esta labor en un futuro», avanza Cau.

La ubicación del pecio, a tan escasa distancia de la concurrida playa, a tan poca profundidad y en la rompiente de las olas, supone un riesgo patente de expolio y de destrucción en caso de un nuevo temporal. Consciente del peligro, el Consell está valorando la posibilidad de extraer el barco y ha pedido la opinión de especialistas de reconocido prestigio, como Juan Blánquez, catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid; Luis Carlos Zambrano, restaurador del Museo de Cádiz; Christopher Dostal, director del Center for Maritime Archaeology and Conservation de la universidad Texas A&M y Xavier Nieto, ex director del Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña y del ARQUA.

Tanto Blánquez como Nieto han podido ver in situ el pecio y conocer las investigaciones. Ambos destacan la importancia del Ses Fontanelles por el lugar donde se ha encontrado, su estado de conservación y su cronología. «No hay otros barcos de esa época del siglo IV tan bien conservados ni en el resto de España ni en el Mediterráneo», apunta el catedrático de la UAM. Por todo ello, tienen clara la postura que transmitirán en su informe. «La prudencia aconseja sacarlo de ahí porque se va a romper», afirma Blánquez. Dejarlo en una playa turística como la de Palma a tan poca profundidad «obligaría a crear una especie de isla artificial para conservarlo» y, a su juicio, solo sería una solución temporal.

«Tenemos la experiencia de Mazarrón II, ubicado en unas condiciones similares de profundidad y estado de conservación y se ha visto que 25 años más tarde se tendría que haber sacado hace años porque todo lo que se ha hecho son parches», sostiene Nieto, convencido de que «antes o después, tanto el Mazarrón como el Ses Fontanelles tendrán que salir por una cuestión de protección del patrimonio, porque la erosión provocada por el cambio climático, la misma que motivó que ambos aparecieran porque retiró metros de arena que tenían encima, es imparable».

«Partiendo de la experiencia nefasta del Mazarrón, que se ha invertido cantidad de dinero para protegerlo y se ha visto que no hay manera, cuanto antes se extraiga el Ses Fontanelles mucho mejor», añade el reconocido arqueólogo. Antes de tomar la decisión, sin embargo, Nieto explica que hay que establecer dónde se va a exponer, trazar un boceto de su exhibición museográfica y garantizar un presupuesto plurianual para 7 u 8 años. Después habría que estudiar la mejor fórmula para su extracción y conservación. Ambos expertos reconocen que sería un procedimiento complejo, pero técnicamente posible. Se han extraído otros barcos y España cuenta con profesionales muy capaces, recuerdan.

«Es una muy buena oportunidad para hacer de esta urgencia que plantea el pecio una virtud y aprovechar la extracción y exhibición al público del Ses Fontanelles para hablar de las rutas del Mediterráneo», propone Blánquez.

Desde el Consell no tienen prisa por tomar una decisión que quieren que sea meditada, pero ven «perfectamente asumible» su extracción. El jefe de Arqueología, Jaume Cardell, cree que el Ses Fontanelles «no presenta los problemas del Mazarrón» y su rescate «puede marcar la dinámica» y suponer «un antes y un después para bien» en la arqueología subacuática española.

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