El descubrimiento de las tumbas de Pylos: propuesta para un guion cinematográfico

Como es bien sabido, el cine ha tirado con frecuencia de la arqueología como base para películas de aventuras: héroes que, aunando inteligencia con valor y presencia física, arrostran toda clase de peligros en lugares generalmente exóticos para descubrir, salvar o recuperar tesoros espectaculares de los que los malos quieren apoderarse; este esquema se completa generalmente con unas gotas de amor y algunos guiños humorísticos y ya tenemos un guion.

Es cierto que la realidad no suele coincidir con la ficción, pero en la noticia publicada (17 de diciembre de 2019) en The New York Times (aparecida el 19 de diciembre en ABC -envío de Mª Ángeles y Manuela Martín Sánchez- y el 9 de enero en El País) sobre el descubrimiento de dos tumbas familiares en Pylos apreciamos esos elementos que han sido aprovechados con tanto éxito en el cine.

Para empezar, aunque los descubrimientos arqueológicos sin duda proporcionan hallazgos de incalculable valor, no muy a menudo coinciden con la idea que el gran público se hace de tesoros por los que merece la pena arriesgar la vida en trepidantes aventuras. No tenemos más que acordarnos de lo que Gila decía hablando de la Antigua Grecia. Pero estas dos tumbas, además de conservar objetos y joyas de oro, bronce y piedras preciosas, han proporcionado además pequeñas láminas de oro que procedían probablemente del revestimiento de sus paredes. Ya no se trata solo de que cumplan con los requisitos de valor económico que se exigen a un auténtico tesoro de cine, sino que su aspecto sería sin duda espectacular visualmente.

A esto debemos sumar que los protagonistas, los directores de la excavación, son el matrimonio formado por Jack Davis y Sharon Stocker -aquí tenemos la relación amorosa-, ambos de la Univ. de Cincinatti, y que este hallazgo ha sido el fruto de largos años de trabajo en la zona, donde tuvieron que afrontar peripecias y dificultades, aunque también cosecharon importantes éxitos previos, como el hallazgo en 2015 de la tumba del Guerrero del Grifo, denominada así porque contenía una placa de marfil adornada con un grifo.

Davis.jpg

En efecto, en 2015 Jack Davis y Sharon Stocker decidieron excavar en el llamado campo Dimopoulos, pero, según el New York Times, el propietario del campo se negó a venderlo (en Wikipedia se mencionan otros problemas de índole burocrática así como una huelga inoportuna); entonces tuvieron que trasladar a su equipo a un sitio mucho menos prometedor; sin embargo, el primer día de la excavación tropezaron con una tumba: el esqueleto era de un poderoso guerrero o sacerdote micénico de unos 30 o 35 años, que fue enterrado en torno al 1500 a.C. Junto a él se hallaron más de 2.000 objetos: cuatro anillos de oro macizo, copas de plata, cuentas de piedras preciosas, peines de marfil de finísimas púas, y una espada de intrincada factura. Además del enorme valor cultural del descubrimiento, que contribuye a reevaluar las relaciones entre las civilizaciones micénica y minoica, lo cierto es que el hallazgo constituye un tesoro propio de una película.

Ya este era un espectacular resultado, pero el año pasado pudieron comprar finalmente el campo Dimopoulos, al morir su propietario, gracias al dinero que había pagado la Univ. de Cincinatti para que Davis no se trasladara a Stanford y a una subvención del Institute for Aegean Prehistory (estos avatares económicos sin duda añadirían un elemento de actualidad a la trama). El comienzo de los trabajos fue estéril, pero tras un período en el que temieron haber cometido un error, llegaron finalmente a descubrir estas dos tumbas, similares a la anterior; sin embargo, no acabaron sus preocupaciones tan rápidamente porque cuando hallaron la primera comprobaron con horror que alguien se les había adelantado (aquí aparecen los antagonistas a los que sin duda el guion otorgaría un papel relevante) con una retroexcavadora; pudieron fechar este atropello gracias a un envoltorio de un croissant de chocolate con fecha de caducidad de septiembre de 2015 (¡qué detalle tan apropiado para la película!). Afortunadamente las grandes piedras que sepultaban las tumbas fueron suficiente protección ante los saqueadores y poodemos hablar de un final feliz.

Todos los ingredientes están servidos. Vamos a ver si alguien se anima.

Susana González

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Crea un blog o un sitio web gratuitos con WordPress.com.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: